Better Place: El futuro de los autos eléctricos
Uno de los grandes inconvenientes de operar un auto eléctrico, tal como actualmente están concebidos, es la necesidad de enchufarlo cada noche para tener “combustible” con el cual funcionar al día siguiente. Basta un olvido, una falla en el enchufe o llegar a casa tarde para que la carga del día siguiente se nos haga insuficiente. Versus el tiempo en llenar el estanque de gasolina, cargar la batería de un auto eléctrico parece eterno.
Algo como esto debió haber pensado Shai Agassi hace algunos años, quién es el el fundador de la una de las más prometedoras startups de este tiempo: Better Place. Una empresa dedicada a promover los autos eléctricos, pero con un enfoque diferente. Con ella pretende llegar al 2010 con 100.000 autos eléctricos funcionando a través de un innovador concepto.
El gobierno de Israel, Japón, Dinamarca, California, Ontario y Hawai ya están involucrados en el proyecto y se afinan los últimos detalles para empezar a operar comercialmente el sistema.
¿De qué se trata Better Place?
El modelo de auto eléctrico que ha imperado las últimas décadas ha sido básicamente considerarlo como un electrodoméstico más: vas a la tienda, lo compras y lo enchufas en tu hogar, haciéndote cargo de engorrosas conexiones eléctricas y de la obligación de enchufarlo día tras día, noche tras noche para no quedar “en panne”. Por no hablar de la abultada cuenta de electricidad de la que sólo te enterarás a fin de mes.
“Ahora en apenas cinco minutos puedes poner combustible para recorrer 500 o más kilómetros; pero en un coche eléctrico cinco minutos de carga no te llevarán más allá de los 12 kilómetros – y trucos como híbridos con un motor de combustión para aumentar la autonomía no hacen más que encarecer los vehículos. “
El revolucionario enfoque de Better Place ha sido replantear al auto eléctrico desde su condición privada y autosuficiente, a ser parte de una red enorme de distribución de electricidad, en la cual el modelo de negocio deja de ser la venta del auto en sí, pasando a ser la venta de la energía para estos autos el verdadero negocio que impulsa al resto del sistema.
La venta de energía se materializa a través enchufes o plugs en hogares y estacionamientos públicos, pero estructuralmente depende del intercambio de baterías de los automóviles en estaciones de servicio similares a las actuales, donde se le extrae la batería baja en carga a cada vehículo y se le coloca una a plena capacidad.
En este esquema la batería no es de propiedad del dueño del vehículo, sino que es administrada por un ERGO: Operador de red de recarga (Electric Recharge Grid Operator) quién se encarga de proveer de estaciones de servicio, del sistema de recambio y de mantener un stock de baterías cargadas en todo momento. Muy similar a la idea del gas a domicilio: se cobra por el gas, no por el “balón”.
Este sistema se aprovecha del problema del almacenamiento de la electricidad, generando “granjas almacenadoras de energía” en cada estación de servicio, las cuales operan en momentos de sobregeneración. Recordemos que la energía que producen las centrales eléctricas debe ser monitoreada en tiempo real para que la energía generada sea equivalente a la que se consume, evitando pérdidas y un alza de voltaje.
Esta sobregeneración de energía es común en el caso de la energía eólica, llegando a niveles en que se han generado por horas el equivalente a 3 centrales nucleares, tal como este caso en España. Estos peaks de energía no hay como almacenarlos, por lo que en casos como el español esta electricidad se pierde, con un costo monetario altísmo: sólo en ese episodio se perdieron casi US$300.000.
Para estos casos los autos eléctricos junto a las centrales hidroeléctricas reversibles asoman como las mejores alternativas para que esta energía no se pierda, del mismo modo el esquema de negocios planteado por Shai Agassi formula que estas estaciones de recarga y recambio de baterías debieran operar sólo a través de energías limpias como la solar o eólica.
Según las cifras que publica VeoVerde en este artículo, el aumento en los requerimientos de energía para un país al abastecer a todo su parque automotor por medio de este sistema, no debiese superar el 7%.
Es más, se plantea que el sistema debiese poder funcionar sólo con los excedentes de energía en horas no punta, asegurando una alta eficiencia en la generación y distribución de electricidad.
El costo para el usuario final incluso debiera se menor, ya que según las cifras que señala Better Place, un conductor norteamericano promedio gasta 3.000 dólares al año en combustible, cifra que con este sistema se debiese reducir a sólo 1.000.
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