Iquique tiene casi el 10% de su población extranjera y es la ciudad más cosmopolita del país
Según datos del Departamento de Extranjería y Migración, la capital de la I Región tiene la mayor concentración de inmigrantes en relación a su población. Se trata de personas que han llegado en busca de mejores oportunidades laborales y que formaron allí sus familias. La Zona Franca, el buen clima, la baja tasa de desempleo y su condición fronteriza, han motivado la llegada de ciudadanos de países tan disímiles como Perú, China y Pakistán.
Al caminar por el centro de Iquique, es posible que por más de una cuadra no vea ni escuche a un solo chileno. Lo más probable es que oiga conversaciones entre algunos “patas”, que algún ecuatoriano le venda un jugo o que vea a mujeres usando velo, como en Medio Oriente. Todo eso, que en cualquier parte de Chile sería algo atípica, en Iquique es cotidiano. Allí nadie se da vuelta al ver pasar a un extranjero.
Es que Iquique es la ciudad que tiene mayor concentración de inmigrantes en Chile, la más cosmopolita, pues representan el 9,2% de la población y 5,8% de la región. Según la gobernadora, Miriam Escobar, casi todos vienen por mejores opciones laborales. Si no tienen profesión o negocio, se emplean relativamente rápido, pues la zona tiene una de las tasas de desocupación más bajas.
Como se trata de una zona limítrofe, peruanos y bolivianos son mayoría (75%) y se han “tomado” el centro. Rafael Montes, presidente da mayoría de los peruanos “están en negocios menores, en la construcción, y las mujeres como asesoras del hogar”. Como mano de obra son demandados, pues cobran menos por un trabajo de calidad. Los peruanos de menos recursos trabajan en ferias del centro. Es su epicentro de habitación y diversión. Calle Amunátegui suele ser su punto de llegada. Ahí han instalado salones de baile, donde realizan “polladas” que duran hasta tres días, lo que les ha costado roces con chilenos y colombianos cuando hay alcohol de por medio. No son peleas por xenofobia, “sino de lumpen”, dice el sociólogo del programa de refugiados del obispado, Sergio Flores.
Los bolivianos tienen su barrio en calle Esmeralda, donde llegan los buses desde ese país. Es una cuadra de venta de pasajes, residenciales y puestos de comida. Los residentes se instalaron en el terminal agropecuario y en Alto Hospicio con locales de carne, abarrotes y verduras. Algunos han comenzado a traer compatriotas: les ofrecen trabajo y los alojan. Angela Siles, contadora boliviana, piensa quedarse: “Aquí se respetan las leyes y los sueldos no se comparan. He podido lograr todo lo que en mi país no. A veces me han discriminado, dicen que venimos a quitarles el trabajo, pero son los menos”.
Ese argumento es el que más se escucha cuando se critica a los inmigrantes, incluso, en campañas de parlamentarios. Sin embargo, Luis Astudillo, el titular de la Dirección del Trabajo (DT) es tajante: “Ellos vienen ‘criados’ y aportan. Hacen el trabajo que los chilenos no quieren hacer, como trabajar en consultorios o algunas labores de obrero”. Según el Servicio de Salud, 11 médicos y 13 odontólogos extranjeros trabajan en la región. De todos los inmigrantes, 70% de los hombres y 48% de las mujeres son empleados u obreros; 21% de los hombres y 13% de las mujeres son independientes, y 34% son asesoras del hogar. Un 6% de los hombres son empleadores y sólo 4% de las mujeres.
Ya son tantos en Iquique, que los alumnos extranjeros son el 3% en los establecimientos públicos: 978 tienen matrícula provisoria. En el Colegio República de Croacia, 20% de los niños no son chilenos. La mayoría son peruanos, así que se les aplaude en su día patrio. Aseguran que nunca un chileno ha molestado allí a un inmigrante. El único incidente fue entre una niña peruana y una boliviana. En Iquique la mayor cantidad de niños extranjeros son ecuatorianos (22,8%). Les siguen los argentinos (21,4%), bolivianos (15%), peruanos (12%), colombianos (12%) y chinos (3%).
Casi todos los extranjeros con más dinero son comerciantes de la Zofri. Aparecieron desde los 90, y ya son el 53% de la Zona Franca (914). El 17% es de China; 7% de India y 6% de Pakistán. El resto (23%), de otros países. Los chinos se dedican al menaje, textiles, calzado y la gastronomía. Apenas se juntan en privado a cenar para Año Nuevo. Los indios se inclinan por la electrónica, mientras que los pakistaníes prefieren el negocio automotriz, como Tahír Mahmood. El escuchó en su país lo fácil que era invertir en la Zofri y se vino en 1998 con su familia. No les costó acostumbrarse, pues el clima les era favorable. “He sentido apoyo, acogida y respaldo en el área que trabajo. Cuando viajo, extraño Iquique. Estoy agradecido de lo que me han dado”. Junto a sus amigos van todos los viernes a la mezquita para orar 15 minutos: “Es una de las tradiciones que mantenemos. En el resto de las cosas nos hemos adaptado”, dice, aunque varios rezan en sus trabajos. Las amistades circulan entre sus casas y los niños van a colegios privados, aunque hay uno islámico con exámenes libres. Como vienen para quedarse, están construyendo un cementerio en Alto Hospicio. No por nada, en Iquique vive casi el 10% de los musulmanes de Chile.
Colombianos son los que más piden refugio
Después de Santiago, Iquique es donde se tramitan más solicitudes de refugio: el 99,9% son de colombianos. Sergio Flores, encargado del programa de refugiados del obispado, cuenta que en 2009 se han gestionado más de 100 solicitudes, pero 70% se rechaza porque no se acredita persecución en su país. La mayoría viene de Cali o de Buenaventura. “En general, no tienen perfil político, son marginales, de entre 20 y 45 años. Muchos son afrocolombianos con estudios incompletos que quieren traer a la familia”, describe.
Sin embargo, usan el método del refugio, porque en los seis meses o hasta el año que se demora reconocer su condición tienen residencia legal, permiso para trabajar, cédula de identidad, Fonasa y, algunos, una ayuda económica, lo que les permitiría obtener una visa si el refugio les fuera negado. El 50% de su paga la envían a su país y viven en piezas subarrendadas y divididas con cholguán de calles céntricas, como Tarapacá. Unos pagan, incluso, $ 1.000 por dormir hacinados en una habitación. En el mismo sector hacen “rumbas”, que son como las “polladas” peruanas. Por su piel, les suelen gritar en la calle. A los hombres (que se dedican al aseo industrial), los “mandan a su país” y las mujeres sufren insultos, pues trabajan en schoperías y algunas en prostíbulos.
Entre ellos y los colombianos profesionales no hay relación. Hace un tiempo -cuenta la fonoaudióloga colombiana, María Angélica Irurita- trataron de hacer una agrupación, pero no funcionó, así que la colectividad sólo se reúne entre amigos.
Salud y derechos laborales
Por políticas del Departamento de Extranjería y Migración de Interior, los extranjeros que ingresan irregularmente al país también tienen derecho a la salud. En Iquique, 5.882 de ellos recurren a partos, urgencias y consultas en cuatro consultorios, la mayoría peruanos, bolivianos y ecuatorianos, que también acceden a la leche y ajuar de recién nacidos.
La Dirección del Trabajo no sanciona a los irregulares (eso depende de la PDI), sino que hace valer sus derechos, pues hay empleadores que “los esconden y los hacen trabajar horas extra y sin imposiciones”, dicen en la entidad.