“Mediaguitas”: La visión de Miguel Lawner y el problema inmediato de la Reconstrucción
La semana pasada, tras dar a conocer la lista de inmobiliarias y constructoras involucradas en casos de edificios dañados en Santiago, reflexionábamos acerca del rol de este sector en la reconstrucción de las ciudades, así como en la presencia de dueños de importantes inmobiliarias en el cargo de intendente en la región Metropolitana y VII. A esta preocupación ciudadana expuesta, habría que agregar un segundo tema a la interminable lista de tópicos a resolver tras el terremoto; esto tiene que ver con el rol de las viviendas de emergencia en este proceso. Al respecto, me ha llegado por rebote un correo con una reflexión de Miguel Lawner, arquitecto, Director de la CORMU entre 1970 y 1973, quien en ocasiones anteriores ha sido parte de importante debates urbanos como son la construcción del CCGM y el conflicto en la Villa San Luis. La reflexión de Lawner es la siguiente:
“Mediaguitas” *
Las mediaguas son una invención única en el mundo, un artículo al cual los chilenos echamos mano para encarar terremotos, maremotos, aludes, temporales, diluvios o cualquier catástrofe ocurrida en Parinacota o Pelluhue, en Chaitén o Tocopilla. Creo que debutaron con motivo del terremoto de Chillán en 1939, y su popularidad emana desde ese cataclismo.
No hay otro país en la tierra que disponga de tal receta para encarar sus emergencias. Son un mentolatum infalible y nadie duda de su eficacia.
Clavado a la pantalla chica siguiendo la copiosa información que proporcionan los canales de televisión, observo las escenas de jóvenes universitarios montando las benditas mediaguas y de pronto reparo en algunos detalles de su confección que me sorprenden.
a) Desaparecieron las diagonales. Hasta ahora, no se nos ocurría levantar cualquier tabiquería de madera sin sus respectivas diagonales, pieza indispensable para garantizar el debido atiesamiento de las estructuras.
Miro detenidamente varias escenas y no hay caso, los paneles de las mediaguas que llegan prefabricados a terreno carecen de diagonales salvo que yo esté ciego.
No puedo entender la racionalidad de este cambio. ¿Será que al interrumpir la continuidad de los pie derechos encarecen la obra?
¿Qué calculista posmoderno puede haber sugerido semejante ahorro?
Como diría Condorito: exijo una explicación.
b) Desaparecieron los aleros Las mediaguas que muestran los canales de televisión no traen aleros. Son mochas.
El alero es una fórmula indispensable al menos desde la Cuarta Región hasta la Patagonia. No hay solución mejor y más barata para defender los muros del azote directo de las lluvias
Más aún cuando las mediaguas se entregan sin barnizar, ni siquiera con una manito de aceite de linaza.
Tradicionalmente se construyeron con el techo cayendo a un agua y con aleros a ambos costados protegiendo los dos muros largos y dejando expuestas solamente las culatas.
Ahora, supongo que alguien con intención de renovar esta imagen tradicional, repetida en todos los dibujos infantiles de todos los tiempos, resolvió modificar el diseño de la techumbre, invirtiendo sus pendientes, que caen a dos aguas hacia los dos muros cortos. Peor aún …. sin aleros.
No logro entender la racionalidad de este cambio.
c) Poyos de fundación sin protección: Las escenas muestran muchachos portando un atado de varas de pino destinadas a los poyos de fundación, que a simple vista parecen desprovistas de cualquier tipo de impregnación o de una mano de alquitrán a fin de preservarlas de la humedad.
Es posible que la apliquen en terreno antes de colocar estos poyos. Ojalá, pero a la luz de los detalles ya comentados es posible que se instalen careciendo de tan elemental protección.
¿Será posible que hayamos perdido conocimientos tan elementales de nuestro oficio?
¿Quiénes asesoran a Un Techo para Chile?
A ver si alguno de ustedes puede darle alguna explicación a este viejo aparentemente obsoleto, que observa desconcertado como a la tragedia del terremoto más maremoto se le suma un comportamiento profesional inaceptable en mi concepto.
* Miguel Lawner
13.03.2010
La reflexión de este arquitecto hace bastante ruido; y no tanto porque no se sepa que la calidad de estas soluciones se limitan a ser de emergencia, sino porque en el contexto actual, muchos recursos se están destinando precisamente a esta tecnología.
Hace algunos días, también en la televisión, vi la noticia de que el alcalde Mauricio Alarcón, de la localidad de Llico, provincia de Arauco, rechazaba el contingente que Un Techo para Chile llevaba a la localidad, que incluía 65 mediaguas y 120 voluntarios. El argumento se basaba precisamente en que consideraba estas viviendas “indignas”; si bien hubo voces críticas con el alcalde debido a la situación de emergencia, hay que reconocer que la mayoría de las veces este tipo de soluciones de emergencia, pasan a ser muy rápidamente definitivas, por lo que la calidad de éstas resulta un tema de mucha importancia. Sin ir más lejos, el caso en Tocopilla tras el terremoto que afectó la localidad, da cuenta de esta perpetuación de las soluciones de emergencia.
Ahora, no todas las autoridades parecen pensar de la misma manera que el alcalde Alarcón. Sin ir más lejos, el intendente de la Región Metropolitana, Fernando Echeverría, a quien nombrábamos la semana pasada por su vínculo con Echeverría Izquierdo y la Cámara Chilena de la Construcción, es además Consejero de Un Techo Para Chile. Así mismo, y entendiendo siempre que cualquier criterio de reconstrucción que se adquiera debe conciliar el sentido de urgencia de la situación, los anuncios hechos por el Presidente y su ministro de educación, dan cuenta de la voluntad de utilizar de manera masiva industria prefabricada extranjera para la reconstrucción de equipamiento. Es cierto, posiblemente nada será tan rápido como esto, pero ¿no estaremos perdiendo la oportunidad de reactivar la industria tras una catástrofe que no sólo destruyó edificios, sino redes productivas por completo? ¿no estaremos condenando con este tipo de soluciones de emergencia a un futuro en que perduren las estructuras precarias de manera definitiva? ¿no estaremos, así mismo, perdiendo la posibilidad de repensar las estructuras urbanas, los espacios comunes, los equipamiento, la vivienda, las ciudades?
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