RECHAZO modificaciones PRMS: Las perspectivas detrás de la medida
La polémica, surgida a partir del rechazo a las modificaciones al Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), hace aparecer una serie de interrogantes en cuanto al futuro que le queremos dar a nuestras ciudades. Y es que orientar el crecimiento y desarrollo de Santiago durante los próximos años se transforma en una tarea ineludible para corregir conflictos y tendencias negativas que no se resuelven espontáneamente.
La oposición del Consejo Regional Metropolitano respecto a las modificacion del PRMS, que contemplaba la incorporación de aproximadamente 10 mil hectáreas de extensión urbana en la zona poniente, por 14 votos contra 12 hace entrever una variedad de perspectivas en cuanto a las formas de concebir el diseño y la planificación urbana.
Por un lado, algunos expertos vieron los cambios al PRMS como una solución concreta a los requerimientos demográficos y territoriales que tiene hoy el Gran Santiago. En estos términos, se señala que la ampliación del límite urbano hubiese dejado espacio, específicamente 6.520 has, para desarrollar nuevos proyectos a valores mucho más bajos, aparte de posibilitar la ampliación progresiva de áreas verdes al concebir 2.583 has exclusivamente para tales usos.
Las modificaciones hubiesen asegurado así la disponibilidad de suelo, de tal forma que no se produzcan aumentos en los precios por restricciones innecesarias de su oferta, o no se cuente con suelo suficiente para satisfacer la demanda habitacional.
Asimismo, se menciona que los objetivos que inspiraron el PRMS en 1994 no se han cumplido, ya que apostando por la densificación éste no ha sido capaz de contener el crecimiento horizontal de la ciudad. Por tanto, el hecho de que Santiago se haya extendido más allá de sus límites ha provocado que muchos sectores se urbanizaran sin contar con la conectividad ni la infraestructura necesaria.
En función de remover dicha situación se dice que el plan incorporaba el concepto de planificación por condiciones, predefiniendo una serie de requisitos que los proyectos deben cumplir de tal forma de asegurar la factibilidad y sustentabilidad de los nuevos territorios al mitigar sus externalidades.
En sentido contrario, algunos especialistas señalan que la decisión del Consejo fue muy beneficiosa, ya que las modificaciones respondían más a presiones inmobiliarias que a necesidades concretas de la ciudad. Estos apuntan a que la ampliación de los límites no se justifica por las externalidades que hubiese traído el proceso, tales como el incremento considerable en los tiempos de viaje, la exacerbación de la segregación y el impacto medio ambiental.
Además, se asegura que en términos de espacio urbano tampoco se explicaba la medida. La disponibilidad de 6 mil hectáreas sin ocupación y el despoblamiento de los sectores centrales de la ciudad, producto de los desplazamientos poblacionales desde el centro a la periferia, conllevan a que Santiago pueda absorber la demanda de áreas urbanas en los próximos años.
La aprobación del plan también fue puesto en duda en relación a la concentración de la población y la actividad económica, ya que nos encontramos con una ciudad en expansión que le resta posibilidades al país de un desarrollo más o menos equilibrado.
Pese a sus diferencias, las autoridades y expertos en la materia apuntan a que se hace fundamental modificar el PRMS, dado que la normativa vigente no se encuentra acorde con los procesos y transformaciones que vive hoy Santiago.
Más allá de la opinión que se haya tenido respecto a las modificaciones, lo cierto es que la ciudad se ha quedado sin una propuesta que sustente su crecimiento durante los próximos años. En este sentido, se hace necesario reflexionar y dar una visión en el largo plazo que sobrepase la discusión clásica que yace sobre la base de este asunto; Santiago ¿Ciudad dispersa o compacta?
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