Mall en Puerto Varas: ¿desarrollo económico o pérdida patrimonial?
Alrededor de la construcción de un nuevo proyecto comercial en el sur del país, el Paseo Puerto Varas, se ha generado gran revuelo: dichos y des-dichos a nivel administrativo, sumarios, congelamientos de permisos, opiniones encontradas de la población, defensas y condenas ante el impacto arquitectónico del mall, e incluso pronunciamientos de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt.
Incluso se ha llamado al proyecto de distintas formas: mall, strip center, centro comercial. Aunque suene superficial, estas denominaciones importan, ya que determinan las consecuencias concretas de la instalación de un edificio moderno en una ciudad como Puerto Varas, que se caracteriza por su aire de pueblo y por sus atractivos turísticos naturales y patrimoniales.
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La empresa Pasmar, de la familia Mosa, ha construido en Puerto Montt dos malls, dos torres de oficinas de 20 pisos y un hotel. Actualmente levanta otro centro comercial en Castro y se ha lanzado por 2 proyectos más de este tipo en Puerto Montt, y por el controversial Mall Paseo Puerto Varas.
Al parecer el privado proyecta convertirse en el grupo con mayor participación y experiencia en centros comerciales de su región, haciendo competencia desde el sur a los conglomerados Cencosud y Mall Plaza. Aún cuando el conflicto parece comenzar por la pregunta sobre la necesidad de un gran mall en una ciudad relativamente pequeña (ya hay 2 en Puerto Montt, por ejemplo), la polémica por Paseo Puerto Varas fue primero administrativa.
El Director de Obras de la comuna, Ricardo Matamala, cursó una autorización al proyecto de Pasmar, sin consultar previamente al Concejo Municipal; con ello, pasaba por el lado de la autoridad del alcalde y de la opinión pública, representada por los concejeros. Al parecer ese mal procedimiento era el mayor o único inconveniente inicial para el proyecto del mall, ya que cumplía con las disposiciones del Plano Regulador de Puerto Varas y con la ordenanza municipal de utilizar en fachadas materiales acorde a las demás edificaciones, como madera y piedra.
Entonces, durante el mes de junio de este año, el Concejo Municipal paralizó el permiso de construcción, suspendió a Matamala de su cargo e inició un sumario de investigación por el actuar del funcionario. Desde allí podría decirse que el proyecto tomó mayor revuelo público, puesto que la participación de la ciudadanía a través del consejo había sido eludida. Los puertovarinos se dividieron en facciones a favor y en contra de la construcción del mall, y comenzaron un intenso debate a través de Facebook. En la red social se ha planteado incluso la posibilidad de que se consulte a la población vía plebiscito si se aprueba el mall o no.
Lo polémico de la instalación del mall es que se emplaza en un paño de terreno en donde afectaría la vista hacia la patrimonial Iglesia del Sagrado Corazón y la Gruta de Lourdes, ambos lugares turísticos que además son de gran valor para la comunidad. Por otro lado, es una ubicación céntrica, que presenta congestión vehicular que se vería acentuada, ya que el proyecto original de Pasmar contempla hacer sólo una salida para el mall, y no propone planes de mitigación vial.
Aún cuando en un principio el Concejo Municipal en su totalidad había rechazado la medida, por no proceder administrativamente, durante agosto un concejal y un consejero recolectaron firmas a favor de la construcción, aludiendo a que generaría vacantes de trabajo, que podrían paliar el alto desempleo en la ciudad.
Pero a pesar de los posibles beneficios económicos que traería la instalación del mall, tanto para los consumidores que se ahorrarían el viaje a Puerto Montt como para los comerciantes locales, la mayoría de los detractores del proyecto reclama que éste no respeta ni encaja con las zonas patrimoniales de la ciudad. Además, integrantes de la Delegación Llanquihue del Colegio de Arquitectos mencionan que sumado al problema de tránsito, el proyecto cortaría el flujo peatonal.
Lo concreto es que, luego del impasse administrativo que provocó el congelamiento del permiso de construir, Pasmar se reunió a fines de noviembre con el Concejo Municipal y el alcalde, y ofreció el proyecto, esta vez con modificaciones. El edificio definitivo contaría con 2 pisos y medio y 2.100 m2 construidos (200 menos que el original), aunque aumentaría la cantidad de estacionamientos proporcionales a este tamaño, de 149 a 263. Además se adheriría a la ordenanza municipal voluntaria de dejar un espacio de antejardín de 3 metros entre la acera y el edificio.
Pero a pesar de esta supuesta concesión por parte de la empresa, según los arquitectos de la zona hay cosas engañosas: la altura sigue siendo de 18 metros, lo que corresponde a 3 pisos, y con ello, aunque los negociadores del mall ofrezcan un gran ventanal en el patio de comidas, no podría rescatarse la visibilidad hacia la zona patrimonial de la Iglesia del Sagrado Corazón. Y según lo que informa la prensa local, a pesar de las oposiciones, el Concejo pareciera estar bastante conforme con la nueva oferta de Pasmar.
Independiente de la decisión que tome el gobierno municipal, en la población todavía existe el debate entre los apuestan por el desarrollo económico y los que defienden el patrimonio. Tras ambas posturas pueden haber intereses económicos poderosos, pero ante todo habría que considerar que la ciudad es un atractivo turístico por su belleza natural y patrimonial, no altamente urbanizada en cuanto a comercios pero sí con una infraestructura hotelera y habitacional de alto nivel, con lujosos hoteles y un casino frente al lago, que es un tipo de desarrollo económico centrado en la conservación de lo agreste y tradicional en la zona.
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