Condiciones politicas y proyecto urbano: El caso Margamar
Hace unos días el Gobierno, a través de la Coordinadora General de Concesiones MOP anuncia el reimpulso del proyecto de Marina pública del Marga Marga, conocido como Margamar, con algunas modificaciones a su propuesta urbana original. Ya hace unas semanas, el mismo proyecto habia sido incluido en la cartera de proyectos concesionables MOP 2010-2014, demostrando el interés de las nuevas autoridades por lograr su concresión. ¿Porque hoy se re-prioriza un proyecto que lleva mas de 10 años entre dimes y diretes?
Recordemos algunos antecedentes de esta historia. Por allá por el año 2000, la Dirección de Obras Portuarias del Ministerio de Obras Públicas inició junto al INH (Instituto Nacional de Hidraulica) los estudios y simulaciones (modelos fisicos y digitales) para mejorar las condiciones de la desembocadura del estero, a causa de las inundaciones que cada invierno afectan a la ciudad. Desde una inspiración mitigadora, el proyecto Bicentenario “Mejoramiento desembocadura Marga Marga” solucionaba la salida del cauce en época lluviosa, determinando la no formación de la barra de arena que resulta del choque de fuerzas entre la corriente que cae y la que viene desde el mar, resultando en sedimentación y por tanto acumulación de aguas superiores a la cota aceptable de las calles costaneras. Este proyecto sugirió el diseño de dos molos que canalizaban hacia el norte el flujo pluvial estacional, disminuyendo las posibilidades de inundación. Es en este contexto, donde se determina que con un pequeño porcentaje sobre la inversión total, era posible crear una nueva marina privada en la desembocadura, una marina pública en el interior del estero y un tramo de dos a tres manzanas navegables hacia el interior de la ciudad.
La iniciativa generó interés en Atria Baird, un conglomerado chileno-canadiense dedicado al diseño de obras marítimas y comenzó a buscar apoyos institucionales y ciudadanos para su materialización, entre ellos también el manifiesto soporte de la Fundación Futuro, en ese momento funcionando como think tank del actual Presidente Sebastián Piñera. A diferencia de otros proyectos que fueron levantados desde ahí, el proyecto Margamar inició un procedimiento de “aterrizaje” desde la idea original, comenzando su validación técnica, económica y social, estudios y alternativas que desarrolló Iván Poduje junto a su oficina Atisba, asociado con Baird Consultores, con un resultado relativamente validado, pero que después de muchos años parecía no haber logrado consenso.
Pero hoy parece que las condiciones están dadas. La fuerza amplificada del ciudadano hecho Presidente lleva al proyecto a lo que esperamos sea la recta final hacia la realización, incluso corrigiendo los puntos débiles según la opinión ciudadana, disminuyendo la cantidad de edificios y aumentando los espacios públicos en la ribera, que determinando una menor rentabilidad privada se tranforma en el planteamiento defendido por la autoridad central (consecutiva en la región, provincia y municipio). Sin duda una condición notable para un gobierno de la “nueva derecha” que será conocida con mas detalle una vez se llame a licitación pública y los privados interesados respondan favorablemente al llamado.
Presenciamos entonces el resurgimiento de un proyecto sobreviviente, de interés supragubernamental y suprapartidista, pero que después de una década ha requerido de una desición centrada en la autoridad para dejar la nebulosa condición de idea. Por lo demás, cabe señalar que se insertará en un contexto de altísima demanda estacional, como parte de un sistema de equipamientos e infraestructuras recreativas, transformándose con alta probabilidad en un gatillante de transformación de gran parte del borde marítimo viñamarino, ya que en su emplazamiento modificará las condiciones de oleaje y permitirá sedimentaciones nuevas que podrían facilitar la creación de playas artificiales, rematando en las arenas que colindan con el Muelle Vergara, otra obra latente, y la continuidad de paseos hacia el norte.
En definitiva, mas allá de los procedimientos propios del Estado, el mejor aliado en conseguir que un proyecto deje el estado ideal para transformarse en la obra pública transformadora de nuestro entorno colectivo, será el respaldo de la Presidencia de turno. Es de esperar, que si la construcción del proyecto supera el 2014, garanticemos desde ya su término adecuado y operación capaces de favorecer un buen término, del modo más inclusivo hacia la ciudadanía y los nuevos espacios exigidos para la recreación, que deben resultar desde el desarrollo.