Gualliguaica, Chaitén, Dichato. De arraigo y reconstrucción.
Como sabemos el norte de Chile sufre una sequía que se arrastra hace algunos años, ésta situación ha dejado en evidencia un caso que, si bien no se compara con la tragedia sufrida hace un año en el sur del País, tiene en tiempos en que se habla de reconstrucción, planes maestros y expropiación, algunas similitudes, me refiero al caso Gualliguaica, el primer pueblo del siglo XXI.
Denominado así por su inauguración efectuada el año 2000, el nuevo Gualliguaica nace a partir de la construcción del embalse Puclaro, al interior de La Serena, en el Valle de Elqui.
La historia del nuevo Gualliguaica tiene principio el año 1996 cuando comenzó la construcción del embalse Puclaro, poniendo fin a un largo anhelo de las autoridades regionales. El embalse comenzó su llenado el año 1999.
Creado con la idea de reservar agua, tanto potable como para el regadío del valle de Elqui, la zona de inundación tiene 760 hectáreas, una capacidad de embalse de 200 millones de m3 y una longitud máxima de 7 Km., ésta área ocupa el espacio donde antes se ubicaban las localidades de La Polvada, Punta Azul y Gualliguaica.
A raíz de la sequía antes mencionada, Gualliguaica aparece nuevamente en el panorama regional, aparece literalmente, ya que el embalse, que se encuentra bajo el 50% de su capacidad total, ha ido dejando al descubierto las ruinas del pueblo antiguo.
El embalse nació como una promesa, una de esas obras que acarrean una carga histórica, una idea que, desde su aparición hasta su ejecución toma demasiado tiempo y que se terminan ejecutando, muchas veces, independientemente de su real valor. No digo que sea una mala idea estancar el agua para preservarla, pues la Región de Coquimbo cuenta con una rica historia de embalses, que en su momento y hasta la fecha son de gran utilidad.
La Paloma (1968, 750 millones de m3) y Recoleta (1934, 100 millones de m3 uso exclusivo de regadío), son prueba de ello, ambos, sin embargo, responden a un momento histórico, a un tiempo determinado.
Por su parte, la construcción del embalse Puclaro, en el año 2000, con su extensión y capacidad, en momentos en que tecnologías como el riego por goteo nos permiten ver terrenos cultivables en lugares antes inimaginables, plantean, mas aún en tiempos de sequía, una serie de preguntas, ¿era necesario?, y si lo era, ¿de esa manera?,¿con esa dimensión?¿en ese lugar?.
Lo malo de los embalses es que cuando no hay agua, no son de gran utilidad. Obvio.
No se trata de oponerse al cambio, se trata de pensar un poco mas allá del problema actual. Y si la herramienta no soluciona el problema, tal vez es tiempo de repensarla.
¿que vincula, a mi parecer, a este pueblo del norte con las localidades azotadas por las tragedias en el sur?
La idea de sus habitantes de mantener sus lazos con su patrimonio, el arraigo con el territorio.
Con la construcción del embalse, los habitantes de Gualliguaica se organizaron para evitar la desaparición de su pueblo. Como respuesta a esta petición, se acordó refundar el pueblo en una nueva ubicación, en el sector denominado alto Gualliguaica.
Dejando de lado la estructura lineal de su emplazamiento, que respondía a la geografía y al uso agrícola, el nuevo Galliguaica, se estructuró en 4 cuadras a modo de damero.
El nuevo pueblo se emplaza a 400 metros de su ubicación original, en un sector alto que mira al nuevo lago artificial que ocupa el espacio antes habitado.
108 familias perdieron su lugar de origen y fuente de trabajo, pensando, en este caso, en un bien mayor.
En estos días hemos visto como Chaitén, azotado el año 2008 por la erupción del volcán del mismo nombre y la crecida del río Blanco, vuelve a nacer, en el mismo lugar donde se encontraba antiguamente, ahora en el sector norte que no sufrió daños por el desborde y la erupción, cuando hace dos años la autoridad regional lo declaraba muerto.
En este caso los habitantes se negaron a su reubicación, en una nueva ciudad.
En la conmemoración del 27F un grupo de pobladores manifestaba su oposición a la expropiación de sus terrenos ubicados en el borde costero de Dichato y Constitución, que fue azotado por el tsunami.
Probablemente para nosotros, que cambiamos de domicilio, de ciudad, e incluso de país, estas últimas manifestaciones nos parecen lejanas y para algunos poco entendibles, algo así como poner la tierra por sobre la vida.
“Lo que nos quito el mar, él mismo nos lo había dado, ahora lo hará de nuevo” decía un pescador de Dichato, ésta frase resume y explica esa idea.
Es de esperar que los nuevos poblados costeros recojan la experiencia ciudadana, que sea algo mas que elegir la vivienda y que al igual que hoy sus habitantes puedan elegir, dónde vivir (en estos casos, en que el territorio caracteriza al habitar, el donde es tan o mas importante que el como). Que no sean los nuevos Gualliguaica, que hoy, desde sus nuevas casas y su nuevo trazado ven como las ruinas de su pueblo emergen y con ello recuerdos y promesas.
Al Final, un par de preguntas, si finalmente se expropia el borde costero de las zonas afectadas por el tsunami, dado que al estar cerca del mar serian zonas de riesgo,
¿que pasará con el resto del país? ¿se expropiará el resto de ciudades, pueblos y balnearios costeros?