Realizan el que podría ser el mayor hallazgo arqueológico en la Región Metropolitana
Hipótesis relacionan los restos a grupos indígenas que habitaron la zona hace más de 2.300 años.
por El Mercurio
Enfrentarse a unos restos óseos e imaginarse inmediatamente lo peor es casi inevitable. La posibilidad de un asesinato o un accidente son teorías que surgen cuando, de improvisto, alguien se encuentra con huesos humanos. Y eso fue lo primero que pensó Víctor Troncoso, administrador del Parque Puente Ñilhue de la comuna de Lo Barnechea, cuando hace una semana (jueves 15 de marzo) se topó con unas osamentas.
“Uno se imagina lo peor cuando te encuentras con cosas como ésta. Pensé que habían matado a alguien o que podría tratarse incluso de un detenido desaparecido. Pero también recordé que estamos en lugar que arqueológicamente es muy valioso, así que di los avisos correspondientes y me tranquilicé”, afirmó Troncoso, detallando que en este parque, ubicado en el camino a Farellones, se han registrado más de cien sitios arqueológicos.
Así y luego de algunas excavaciones, peritos del Servicio Médico Legal descartaron la posibilidad de que las osamentas fueran recientes. Fue en ese momento cuando miembros del programa de Patrimonio Arqueológico de Lo Barnechea comenzaron una investigación que podría develar un importante hallazgo arqueológico. Porque las primeras hipótesis plantean que estos huesos podrían pertenecer a dos grupos indígenas: Bato y Llolleo, que habitaron las regiones Quinta, Sexta y Metropolitana entre el 300 a.C. y el 800 d.C. aproximadamente.
De comprobarse, este descubrimiento sería el más importante hallazgo arqueológico desde la momia del cerro El Plomo, encontrada en 1954.
“Es impresionante el estado en que se encuentran estos restos”, afirmó Claudia Cádiz, jefa de carrera de la escuela de Arqueología de la Universidad Internacional SEK. Ella junto a un equipo de profesionales de esa casa de estudios se dedicaron al levantamiento del cuerpo, que corresponde a un hombre de aproximadamente treinta años.
“Probablemente, este indígena salió a caminar o cazar y fortuitamente murió. Tampoco hay indicios de alguna connotación ritual”, explicó la experta y detalló que gracias a los primeros análisis se ha comprobado que era una persona que tallaba piedras y que mantenía una dieta ligada a la horticultura.
“La gente mira la cordillera y piensa que no hay nada valioso que encontrar. Pero si comprobamos este hallazgo, sería muy positivo, pues es el primero que hacemos en relación a ese período”, explicó Cádiz.
Según explica, próximamente, los restos óseos serán sometidos a la prueba del carbono 14 para determinar su verdadera antigüedad.