Nuevo plan regulador protegerá los primeros barrios obreros de Santiago
Villas de trabajadores textiles y ferroviarios fueron declaradas Conjuntos de Conservación histórica.
por La Tercera
Hubo una época en que sobre las mesas de los santiaguinos siempre había un botella de vidrio llena de leche. Quizás muchos la bebían sin saber que la fábrica en que se envasaba estaba a cuadras de la Estación Central, en la esquina de Manuel de Amat con San Alfonso. Ahí se ubicaba la Central de Leche, la empresa estatal que elaboraba productos lácteos. La materia prima venía del sur y viajaba hasta la capital en ferrocarril, en vagones cisternas. “Había incluso un desvío que llegaba justo a la entrada de la fábrica”, cuenta Gerónimo Galaz, un antiguo maquinista de trenes.
En esta planta se hacían el queso, el yogurt y la mantequilla, y se envasaba la leche en botellas. Las mismas que hoy se venden como objeto de decoración.
La Central de Leche cerró en 1960 y el que fue su edificio alberga hoy al Liceo Industrial de la Construcción (sus alumnos lo llaman “La Lechería”). Pero en sus alrededores aún se conservan en buen estado las casas pareadas y sin antejardín que la empresa construyó para sus trabajadores en tres manzanas.
Para proteger este patrimonio y el de otras poblaciones obreras de la época, la Municipalidad de Santiago aprobó cambios al plan regulador del sector surponiente de la comuna, que colinda con Estación Central y Pedro Aguirre Cerda.
Así, 12 antiguas poblaciones de esta zona -entre ellas las casas y departamentos que se construyeron para los trabajadores de la Central de Leche- fueron declaradas Conjuntos de Conservación Histórica.
“Esto significa que no se pueden demoler y que cualquier cambio que ahí se haga, como una ampliación, debe ser autorizado por la municipalidad y la Seremi de Vivienda”, explica la asesora de Urbanismo del municipio, Sandra Gysling.
Anti terremotos
Varios de estos conjuntos habitacionales corresponden a los primeros barrios obreros de Santiago. Marcela Pizzi, arquitecta del Instituto de Historia y Patrimonio de la Universidad de Chile, explica que el ferrocarril provocó la aparición de numerosas fábricas en torno a la línea férrea en distintas partes de Santiago a comienzos del siglo XX . Y uno de esos lugares fue el sur de la Alameda, entre las calles Club Hípico y Exposición.
Pizzi cuenta que estas compañías tenían una preocupación especial por el bienestar de sus trabajadores. “Muchas construyeron, cerca de las fábricas, conjuntos habitacionales para sus empleados. Eran casas de muy buena calidad y con un estándar mucho mejor que el de las actuales viviendas sociales”, asegura la arquitecta.
Alejandro Cisternas puede dar fe de ello. Vive en una de las villas que la fábrica textil Yarur levantó en los años 50 en sus alrededores, al sur del Club Hípico. La mayoría son casas pareadas de dos pisos, antejardín y hechas de ladrillo fiscal. “Pese a que tienen más de medio siglo, no les ha pasado nada. Ni siquiera los terremotos las han dañado. Tienen que dinamitarlas para echarlas abajo”, bromea este ex trabajador del laboratorio de física del imperio textil que se formó en este barrio.
Este nuevo plan regulador protegerá no sólo la población Yarur, sino que también todas las instalaciones de la ex compañía textil, la tintorería y la fábrica. Allí se levantan hoy las que serán las nueva instalaciones de Chilevisión.
A un par de cuadras está otro de los primeros barrios obreros de la ciudad y que también será protegido: la población Pedro Montt. De hecho, uno de sus primeros habitantes, Luis Herrera, recuerda que en la época de oro de la mencionada textil, este sector de Santiago estaba lleno de vida. “Cuando terminaban su jornada de trabajo, las empleadas de la fábrica salían con sus overoles verdes y se juntaban a conversar en la plaza Yarur”, cuenta.
La villa que habita Herrera fue hecha para los afiliados del Servicio de Seguro Social, la antigua casa de previsión de los obreros. “Antes las cajas construían viviendas para sus asociados. La gente postulaba y luego pagaba un dividendo al seguro”, explica.
Su padre fue uno de los beneficiados de la población que esta institución creó en 1938. Son cerca de 500 casas, cuyos terrenos promedian los 100 m2 y que no tienen nada que envidiar a un conjunto de clase media de Providencia o Ñuñoa. “Son de concreto armado y ladrillo, no les entra un clavo”, afirma Herrera.
Las torres de departamentos Arauco que edificó en 1945 la Caja de la Habitación Popular -y que se caracterizan por sus pintorescas escaleras en forma de espiral- más las villas Ferrocarriles, San Eugenio I y San Eugenio II (construidas para los obreros de la entonces próspera industria ferroviaria), son otros de los sectores declarados Conjuntos de Conservación Histórica.
El nuevo plan regulador también estipula que alrededor de estos barrios no se podrán levantar torres de más de cinco pisos. “Los vecinos pidieron esto, porque quieren conservar la vida de barrio. Además, este es el único lugar de la comuna en que no se alcanzaron a leventar edificios modernos de departamentos”, remata la asesora de Urbanismo de la municipalidad.