María Elena, la última salitrera operativa y habitada del mundo que quiere ser ciudad
El Gobierno, que busca invertir en ella, además de la empresa SQM y el municipio local, activaron un plan para traspasar la propiedad y la administración a la municipalidad.
por El Mercurio
Los siete mil habitantes de María Elena, 220 km al noreste de Antofagasta -pampinos, como prefieren que les digan-, viven en la última oficina salitrera del mundo poblada y operativa.
Orgullosos de su patrimonio, siguen con expectación un proceso inédito en Chile que definirá su estilo de vida, del que son los últimos herederos.
Hace un año y medio, la empresa SQM -dueña de la mayoría de los terrenos-; el Gobierno, a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo; y el municipio, activaron un proceso de regularización para que deje de ser un campamento minero y se transforme en una ciudad saneada, que no dependa del salitre.
Ello implica que terrenos e inmuebles sean traspasados al municipio para permitir inversión del Estado, por ejemplo, con subsidios, además de instalar una sanitaria y una empresa eléctrica.
“Poder actuar como lo hacemos con el resto de las comunas en forma normal, porque el Estado no puede invertir en terrenos de privados y acá sólo lo hemos hecho gracias a comodatos que la empresa le entregó a la municipalidad”, explicó Pablo Toloza, intendente de Antofagasta.
Esa ha sido hasta ahora la fórmula para que funcione la escuela, el municipio -que opera desde 1980- e incluso habilitar la casa para el alcalde.
La empresa provee los servicios básicos para las dos mil 700 edificaciones de la localidad, una de las nueve comunas de la Segunda Región, y que con la excepción de 10 familias que viven en Quillagua, 80 km al norte, no tiene población rural debido a su ubicación en pleno desierto.
La compañía maneja el hospital, donde se entregan los medicamentos porque no hay farmacia. El 79% de las viviendas está cedida por trabajo o servicio, mientras que el 13% es arrendada a SQM. No hay cobro de luz ni arriendo en inmuebles que están en comodato y se otorga de manera gratuita el servicio de luz y agua hasta 150 KW/hora y 21 mts {+3} , respectivamente.
“Es un costo que debemos asumir, como también el tema del manejo de la basura. Hasta ahora nos hemos desarrollado en la medida de lo posible”, dijo el alcalde Jorge Godoy.
Otros servicios son externos a SQM. Hay almacenes y un supermercado que reemplazaron a la pulpería, local que monopolizaba la entrega de alimentos y bienes de primera necesidad.
También está el correo, bancos y líneas de buses interprovinciales. No hay micros, pero los taxis son el principal medio de transporte. “Cuando hay mucho sol, por familias que se trasladan con sus hijos chicos y en las noches”, contó Guillermo Báez, chofer de estos vehículos.
Sustentable y turística
El pueblo es el único de Chile que tiene sus calles distribuidas según el diseño de la bandera del Reino Unido y debe su nombre a Mary Ellen Comdon, esposa de Elías Cappelens, el primer administrador de la planta.
Su nombre original era Coya Norte y fue inaugurada en 1926.
En 1999 fue declarado monumento histórico su barrio cívico, con la ex Escuela Consolidada, pulpería, mercado, teatro, iglesia San Rafael Arcángel, sede del Sindicato N° 3, sucursal del Banco del Estado y la Asociación Social y Deportiva.
“Tenemos proyectos en ejecución por más de $2.400 millones para remodelar el casco central. Y apostaremos por el turismo con circuitos en María Elena y en la vecina Pedro de Valdivia, donde aún se mantienen edificaciones en pie”, dijo el alcalde.
“Podemos vivir del turismo por tener vestigios de la invasión Inca, geoglifos, conquista española, colonia, Guerra del Pacífico y auge del salitre en el siglo XX”, añadió Claudio Castellón, fundador del museo local.
“En 1996 cerró la oficina Pedro de Valdivia, en 2007 hubo un terremoto (con epicentro en Tocopilla, la capital provincial) y luego fue el cierre de Chuquicamata (sólo quedó la producción y Codelco trasladó 15 mil personas y 7 mil vehículos a Calama, proceso que terminó en 2008). Por eso está el temor que el campamento se cierre, igual como otros centenares”, agregó.
Para evitar que lo anterior ocurra, SQM propuso a las autoridades un programa de regularización. Básicamente, según se informó, se trabaja en un catastro de la localidad, que fue dividida en ocho sectores, de los que se ha revisado la mitad.
Luego se formalizarán loteos para ver las condiciones sanitarias, su factibilidad de uso y las construcciones para asentar a sus habitantes mediante cesiones y ventas.
La seremi de Vivienda estima que la transición finalizará a mediados de 2013, con el diseño de un plan regulador comunal.