Participación Ciudadana : ¿una utopía para hacer ciudad?
La mayoría de los proyectos urbanos están fundados sobre la idea de generar una mejor calidad de vida a sus ciudadanos, sin embargo, en muy pocos casos se hace inclusive a los futuros usuarios en la planificación del proyecto. Es por esta razón que hace más de medio siglo, venimos percibiendo como grupos sociales se manifiestan a favor de sus ideas y en defensa de sus derechos, pero ¿es finalmente el ciudadano un ente participativo en las decisiones urbanas? ¿es una obligación del ciudadano contribuir a la planificación de ciudad?
En las ciudades democráticas de hoy, la participación ciudadana se ha convertido en un elemento esencial en los procesos de desarrollo urbano. A raíz de lo ocurrido este fin de semana, en relación a las votaciones de alcalde y concejales bajo una votación voluntaria y democrática, he querido plantear el tema de la participación ciudadana en el desarrollo de la ciudad y su influencia en las decisiones de esta. Hasta el momento, la ciudadanía no ha adquirido un papel dominante y claro en su gestión. Situación que se da principalmente por la ausencia de un marco institucional, lo cual ha generado que el poder se diluya y se fragmente, y que pierda continuidad cuando el conflicto termina. Sin embargo, esto no ha sido un impedimento para que la población no haga valer su opinión, y menos cuando se encuentra bajo un gobierno que aspira a ser mas inclusivo y participativo.
El rol de los actores responsables del desarrollo de la ciudad han experimentado un cambio significativo, y se debe principalmente al traspaso de un Estado Protector o Paternalista a una política neoliberal, la cual ha evidenciado un aumento significativo de la influencia del sector privado – privatización de los servicios básicos, concesiones de obras púbicas, entre otros – lo que ha impulsado a que la ciudadanía se levante a favor de sus propios intereses y en defensa de sus derechos. A la fecha, podemos decir que ya son más de 30 las organizaciones ciudadanas que han logrado alguna modificación de los proyectos o detención de los grandes planes urbanas. Entre ellas podríamos nombrar a : “Ciudad Viva” o “Defendamos la Ciudad”.
La participación aparece ante la presencia de externalidades negativas, las cuales afectan la calidad de vida de los usuarios. Mientras los gestores capitalizan todas las externalidades positivas del proyecto, las negativas se convierten en temas urbanos, en donde se confrontan intereses, visiones y preferencias. Una proporción importante de estos grupos nacieron por el descontento e decisiones de proyectos en infraestructuras de transportes, como es el caso de : Costanera Norte, Plaza Perú, el nudo Estoril, el Acceso Sur a Santiago, Américo Vespucio Oriente y el Túnel San Cristóbal, sin dejar de mencionar a aquellos proyectos de construcción de corredores de transporte como : Av. Matta, Las Rejas Norte y J.J Perez. Más interesante resultan ser los casos que afectan al Plan Regulador, fenómeno que ha complicado a los municipios, quienes han tomado una posición bastante reactiva y cómoda, y que se han visto enfrentados por grupos que luchan por temas que parecen amenazar su calidad de vida y bienestar, como : la densidad, altura, llegada de centros comerciales a sectores exclusivos, entre otros. San Miguel, Ñuñoa, La Reina y Vitacura, son algunas de las comunas que se han visto afectadas por este tipo de cambios.
La participación ciudadana asegura por un lado, la viabilidad y factibilidad de los planes y propuestas; mientras que por el otro adquieren una responsabilidad compartida sobre el éxito de la implementación así como el seguimiento y continuidad de dichas intervenciones a largo plazo. Sin duda, los cambios que surgen de la participación ciudadana mejoran la calidad de los proyectos, como lo fue en el caso de Américo Vespucio Oriente. Sin embargo, la participación, no planificada puede tener costos mayores, a raíz de los atrasos en obras por protestas justificadas, como en el caso del Acceso Sur o del Túnel San Cristóbal.
Es por esto, que Iván Poduje plantéa una planificación estratégica, la cual requiere de una ciudadanía profundamente involucrada en la problemática de su entorno, en las diversas acciones que conllevan a la solución de problemas, en la satisfacción de necesidades y en general en la conformación de un desarrollo urbano sustentable. De esta misma manera sostiene y afirma que ” la participación es efectiva, contraria a lo que se piensa. Hay una sensación generalizada de que lo que opina cada uno no se ve reflejado. Y eso no es así“. Entonces la pregunta que nos queda por responder ¿es la participación ciudadana un derecho o un deber de los ciudadanos?
No podemos dejar de mencionar que la ciudad es tanto un producto público como un bien común, y por lo tanto debe ser construida colectivamente. Los procesos participativos enseñan nuevos valores, nuevas formas de entender y apreciar la ciudad y por lo tanto nuevas formas de atacar los problemas de las comunidades urbanas. La participación de la comunidad es necesaria y debe permanecer durante y después de los procesos de planeación y diseño, generando inclusión. En la medida que la ciudadanía demuestre un mayor compromiso con sus deberes, es cuando se valida la legitimidad de sus derechos, es por eso que la ciudadanía debe ser un actor fundamental en este proceso.
Quedan tareas pendientes, la comunidad tiene que reconocer que su intervención es fundamental en la construcción, desarrollo y sostenimiento de la ciudad, y resulta fundamental educar a la comunidad en temas de ciudad. Se debe generar empoderamiento y fortalecer a las organizaciones. También se debe abrir espacios para las mejoras legales de participación y planificación urbana; además hacer de la participación una instancia accesible a todos, desprovista de tecnicismos. Esta situación debe ser regulada, sino ¿qué calidad de ciudades se pueden construir en manos del mercado sin la adecuada intervención y adhesión de sus usuarios?.