Primer estudio de huertos urbanos contabiliza 39 en Santiago
La medición busca poner de relieve esta práctica para expandir el concepto de sustentabilidad.
En el bandejón de Américo Vespucio no hay solamente juegos. El 10 de noviembre, entre Av. Cristóbal Colón y Martín de Zamora, la ONG Red de Agricultura Urbana (RAU) buscó revitalizar una huerta urbana creada en 2009 por Edmundo Grasty, un vecino del sector que armó una pequeña chacra.
Los miembros de la ONG estuvieron toda esa tarde reviviendo choclos, zapallos, porotos y maravillas. Una vez lista, quedó al cuidado del jardinero del municipio de Las Condes.
Este es uno más de los tantos huertos urbanos que la RAU acaba de registrar en un catastro hecho entre julio y noviembre de este año. En total, fueron 39 los contabilizados en la capital, cada uno con un distinto uso: un 36% está destinado al autoconsumo; un 24%, a la educación (colegios y universidades que van a chacras municipales, entre otras, a estudiar cómo se hacen y cuidan); un 15%, a plantas terapéuticas (con propiedades medicinales) y un 14%, de carácter sólo estético y paisajístico.
Proyectos sustentables
Los huertos urbanos comenzaron a proliferar en Santiago hace cinco años y uno de los pioneros fue el proyecto municipal de La Pintana, abierto en 2007 en un terreno de 700 m2 dividido en 11 huertos. Es utilizado como un espacio de educación para colegios y universidades, pues ahí aprenden a cuidar y cosechar tomates y lechugas, entre otros productos.
Luego vinieron otros. Entre ellos, el que está en pleno Parque Quinta Normal, a cargo de la ONG Cultivos Urbanos. El lugar se encuentra cerrado en la semana, pero los días sábados se abre para quien quiera aprender y almorzar alimentos orgánicos.
El objetivo de la medición hecha por RAU fue crear una red entre los sostenedores de huertos y, así, potenciar la creación de estos en la ciudad. “Ya pasamos la etapa de los de subsistencia. Hoy la gente los crea porque quieren una ciudad sustentable”, asegura el presidente del directorio de RAU, Jorge Heitmann. Y agrega: “Queremos una ciudad participativa en el tema de la sustentabilidad, que aprecie la reutilización de desechos”. Heitmann se refiere a las personas que usan compost hecho con desperdicios orgánicos domiciliarios como abono de sus huertas.
Para registrar el total de número de chacras existente en la urbe, la ONG usó su página web. A través de ésta se inscribieron todos los dueños (municipios, privados y comunidades) de estos espacios verdes productivos.