Las ciudades que queremos: resistentes, sostenibles y habitables
David Maddox es un científico estadounidense que lidera el Departamento de Ciencias para la Conservación de Áreas Naturales de Nueva York y que se dedica a desarrollar conocimientos para el diseño y la gestión de los sistemas socio-ecológicos en paisajes urbanos. Desde su perspectiva, la “resiliencia” es el concepto de la última década, ya que la sostenibilidad lo fue en años anteriores. Asimismo, estima que la clase y la calidad de las ciudades a las que aspiran las sociedades, seguirán evolucionando e inspirando nuevas metas.
Ante las preguntas: ¿cuál es la ciudad que queremos crear en el futuro? ¿Cuál es la ciudad en la que queremos vivir? Ciertamente, la respuesta es que la gran mayoría quiere ciudades sostenibles, ya que el objetivo es que en ellas se equilibren el consumo y los insumos para dejar una huella positiva en el futuro. De igual forma, éstas también deberían ser resistentes, porque nuestras ciudades perdurarán después de los próximos fenómenos naturales, que se presentan en distintas ciudades del mundo todos los años.
Sin embargo, a medida que se construye esta visión, también surge que las ciudades deberían ser habitables. En efecto, hay que ver este tercer concepto como una característica indispensable y que sustenta las ciudades que soñamos: resistentes + sostenibles + habitables.
A continuación podrás conocer los seis desafíos que Maddox postula para conseguir las ciudades resistentes + sostenibles + habitables.
Por ejemplo, se pueden imaginar que las ciudades sostenibles podrían mantener los recursos, la energía y el equilibrio ecológico, pero son frágiles a los golpes y las grandes perturbaciones. Es decir, no son resistentes y por ende, no son verdaderamente sostenibles, lo que se explicaría por razones ajenas a la definición usual de este término.
También se pueden imaginar ciudades resistentes, pero que para Maddox no son sostenibles desde el punto de vista del consumo de energía, la seguridad alimentaria, la economía, entre otros.
Se pueden imaginar ciudades habitables que no son ni flexibles ni sostenibles. Y, es fácil imaginar las ciudades resilientes y sostenibles que no son habitables, y por lo tanto, no son realmente sostenibles.
¿Su barrio o ciudad entran en las dimensiones de la resiliencia, la sostenibilidad y la habitabilidad?
Según Maddox, se deben concebir y construir las zonas urbanas basándose en una visión de futuro con ciudades resistentes + sostenibles + habitables. Sin embargo, ninguno de éstos términos es suficiente para las ciudades del futuro soñadas, aunque normalmente sea correcto hacerlo. Pero a menudo se encuentran estos tres elementos en pistas independientes, con agencias gubernamentales apartes que persiguen uno u otro, y las ONG’s y organizaciones comunitarias se dedican a una sola. Por supuesto, muchas ciudades de todo el mundo en realidad no tienen los recursos para avanzar en cualquiera de los tres conceptos.
¿Cómo avanzar? Maddox elaboró seis desafíos en torno a resistencia + sostenibilidad + habitabilidad, que proponen cómo se podría trabajar en este sentido.
Nº 1: Tomar los conceptos de resiliencia, sostenibilidad y habitabilidad más allá del aspecto metafórico, es decir, se deben poner en práctica.
¿Resistencia a qué? ¿Resiliencia para quién?
Según Maddox, la gran mayoría puede estar de acuerdo con que la “resiliencia” es un buen elemento, pero una definición de operacionalización es más notoria cuando se hace en torno a decisiones difíciles. Es necesario ser específico acerca de las decisiones que intervienen en casos de mayor capacidad de recuperación, primero preguntando qué es lo que motiva a las ciudades a querer ser resistentes. ¿Las tormentas? ¿Las oleadas de calor? ¿Las sequías? Algunas de las cosas que se podrían hacer para crear ciudades más resistentes son acciones que se deben hacer de todos modos. Otras implican sacrificios o requieren enormes compensaciones. En las sociedades actuales se tiene que ser explícito acerca de estas compensaciones y sus consecuencias.
Al hablar de capacidad de recuperación, lo que se quiere demostrar es que se evita enfrentar y discutir la posibilidad de que existen compensaciones reales involucradas y que tales decisiones pueden producir ganadores y perdedores.
Para Maddox, este desafío es tan rico, en parte, porque cada una de estas palabras tiene muchas definiciones, las que varían según el contexto, la profesión y la comunidad.
Nº 2: Reconocer y afrontar las diferencias entre la resiliencia, la restauración y la resistencia.
Las definiciones clásicas de la resiliencia ecológica y la resiliencia personal varían tanto en el enfoque como en la idea central, pero cuando se aplica a un sistema coinciden en que frente a la tensión se doblan, pero no se rompen, porque los sistemas son lo suficientemente elásticos para deformarse, absorber la presión y luego “rebotar” al estado anterior. A cierto nivel, sin embargo, los nudos de estrés del sistema hacen referencia a un nuevo estado o nuevo equilibrio que ciertas personas no comparten. Según Maddox, los sistemas resilientes son aquellos que pueden tener una gran cantidad de estrés antes de que cambiaran a un nuevo estado.
Los neoyorquinos mostraron una gran cantidad de resistencia personal y psicológica después del huracán Sandy, puesto que se levantaron y comenzaron, en algunos casos, la reconstrucción de sus vidas en el mismo lugar. Esto demuestra que la gente es resistente a tiempos difíciles.
Sin embargo, los ciclos de daños y la reconstrucción no es la resiliencia ecológica o del sistema. La restauración es un acto comunitario y puede requerir cuantiosos recursos. La sociedad puede optar por reconstruir, pero no como parte de la resiliencia ecológica o del sistema (aunque ciertamente sugiere resiliencia social). Los sistemas resilientes son aquellos que por la naturaleza de su diseño y funcionalidad, absorben los choques y en algún momento vuelven a su estado original sin cambios. Esta es la razón por la que la infraestructura verde es a menudo considerada como clave para la resiliencia urbana: la infraestructura verde, tanto la construida como la natural, absorben el agua, calman las olas, moderan el viento y el calor, y se recuperan. En el caso de las ciudades que no cuentan con el dinero para construir su infraestructura, esta elección es crucial.
Nº 3: ¿Se puede contribuir a las comunidades y a los movimientos sociales que incluyen y se dedican a las personas de los lugares en que se desarrollan?
En palabras de Maddox, el compromiso es clave en todos los niveles. Todas las personas saben que los árboles en las calles tienen un conjunto conocido de beneficios biofísicos, desde la captura de agua de lluvias para aires de enfriamientos hasta la biodiversidad del hábitat. Pero para el científico quizás el mayor enganche de los proyectos de plantación masiva de árboles, como Million Trees en Nueva York y otros en las ciudades de EE.UU., Europa y el resto del mundo, es la construcción de la comunidad a través de las actividades de gestión. Sus beneficios son bien conocidos y parte de este tipo de programas. Por ejemplo, los informes de GreenPop, un plan de plantación realizado en Ciudad del Cabo, da cuenta en su página que han plantado 18.000 árboles con la ayuda de 3.000 voluntarios. Esto quiere decir que 100 mil personas se han visto beneficiadas con este programa que sólo lleva un par de años en práctica.
Los mismos beneficios se evidencian en otros programas de infraestructura verde y azul que promueven la resiliencia, la habitabilidad, la sostenibilidad y la participación: la gente se dedica a los proyectos que los benefician de múltiples maneras.
Por ejemplo, el arquitecto y activista PK Das lleva ese esfuerzo en Bombay mediante la construcción de canales abiertos o nallahs. Open Bombay es el nombre de este proyecto que consiste en construir estos canales que funcionan, en gran medida, como alcantarillas en las calles de los barrios marginales. Los diseñadores y administradores de estos nuevos canales son las personas que viven allí, lo que representa un gran beneficio en una ciudad de 24 millones con menos de 1 metro cuadrado de espacio abierto por habitante.
Nº 4: ¿Crear mosaicos de comunidades y elementos de diseño que en conjunto sumen “resistencia + sostenibilidad + habitabilidad”?
Si hay una clase de elemento de diseño que incorpora estos tres valores -resiliencia + sostenibilidad + habitabilidad- es un jardín comunitario, según Maddox. Éstos contribuyen a la resiliencia de una ciudad y a la captación de agua de las tormentas que, de otra manera, podrían fomentar las inundaciones y la sobrecarga de los sistemas de alcantarillado. Además, producen alimentos que, de otra forma, tendrían que ser importados de otros lugares. Por lo general, son lugares atractivos, donde la gente se reúne y fortalece el sentido de una comunidad, su identidad y cohesión.
Por supuesto, no todos los tipos de infraestructuras son útiles a las funciones de un proyecto en estos tres niveles. Pero las áreas-barrios, zonas o cuencas hidrográficas, etc., deberán tener varios proyectos que sumen todas estas funciones. Paul Downton, habló de los fractales: para que cada escala geográfica tenga un mínimo de funcionamiento (por ejemplo, en un barrio) debe tener todos los elementos deseables de la naturaleza y lo que la infraestructura representa. Lo mismo es aplicable en este contexto, según Maddox. Cada barrio se debe planificar con toda la capacidad de recuperación + sostenibilidad + elementos de habitabilidad: jardines comunitarios, parques, árboles en las calles, transporte mixto, rompeolas (si se trata de una ciudad costera), paseos peatonales, etc.
Este punto se remite al desafío Nº 1: ¿Para quién es la capacidad de recuperación? Si se planifica cada barrio o zona con un conjunto completo de capacidad de recuperación + sostenibilidad + valores habitables, entonces tal vez es menos probable encontrar que los proyectos que crean más resistencia para un grupo de personas significa menor capacidad de recuperación para otro.
Nº 5: ¿Qué se tienen que decir entre sí distintos tipos de ciudades?
Hay un montón de ciudades de todo el mundo que pueden crear o comprar, estructuras o recursos, y contratar a los expertos que necesitan para resolver sus problemas de resistencia, sostenibilidad y habitabilidad. Pero en función de cómo se cuente, hay más de 3.000 ciudades en el mundo con más de 150.000 habitantes.
¿Cómo puede la gente en estas ciudades encontrar la información e inspiración que necesitan para llevar a cabo los planes urbanos y las soluciones verdes para la resistencia, la sostenibilidad y la habitabilidad? Según Maddox, las ciudades suelen tener más problemas -y soluciones- en común con las demás, incluso a través de las fronteras que con sus propias zonas rurales. Las reuniones internacionales y las consultoras están más allá del alcance de la mayoría de las comunidades. Entonces, ¿cómo van a compartir el conocimiento y las mejores prácticas? ¿Cómo van a aprender lo que funciona bien en otras ciudades?
Frente a esto, Maddox sostiene que las soluciones a los problemas urbanos deben ser adaptadas y aplicadas según el contexto local. Debido a que los problemas urbanos a menudo tienen sus raíces en los conflictos mundiales y éstos son ampliamente compartidos, es fundamental intercambiar conocimientos e ideas mediante una plataforma accesible y práctica. Esta plataforma tiene que ser el equivalente de una persona a otra para que las personas puedan aprender y compartir y así el conocimiento se pueda propagar y difundir. En tanto, las soluciones locales pueden ser compartidas a nivel mundial y después re-localizadas en lugares nuevos.
Nº 6: ¿Se puede crear una definición unificada de la resistencia + sostenibilidad + habitabilidad?
En esencia, Maddox postula que la clave está en la puesta en práctica de una capacidad de resistencia, sostenibilidad y habitabilidad, sacando de la metáfora pura la conexión entre los términos. En muchos lugares ya se están realizando programas que involucran a uno de los conceptos y sus triunfos se tienen que ser dar a conocer y multiplicar. Puesto que hay un número creciente de ejemplos, el progreso real se puede acelerar cuando la gente, las redes de difusión y los gobiernos siguen apoyando las acciones y los proyectos locales.
Muchas de las características naturales que proporcionan amortiguación y protección, es decir, la capacidad de recuperación, son también aspectos que mejoran la calidad de vida, como los parques, árboles en las calles, jardines, techos verdes, etc. Estas características naturales sin duda reducen los costos económicos del cambio y sus beneficios se extienden mucho más allá, en la misma idea de la clase de ciudad que se busca crear, en la que la gran mayoría quiere para vivir.
Vía The Nature of Cities.