El incierto futuro del primer jardín botánico de Santiago
La falta de financiamiento ha impedido el desarrollo de este recinto del cerro San Cristóbal.
La idea que en 2000 tenían en mente la historiadora Antonia Echenique y un grupo de profesionales, era que los habitantes locales pudieran conocer y apreciar la rica vegetación que posee la zona central sin salir de la ciudad.
Dos años después, ese plan comenzó a tomar forma, cuando en 45 hectáreas de la ladera sur del cerro San Cristóbal -frente al Parque Bicentenario de Vitacura- se creó el Jardín Botánico Chagual, el primero de su tipo en Santiago.
Ocuparon los terrenos del vivero Leliantú, que desde hace décadas provee de árboles al Parque Metropolitano. Y entonces, comenzaron a plantar ahí especies nativas y también a crear jardines.
Luego, el proyecto tomó un nuevo impulso en 2005, cuando dos arquitectos de la U. Católica, Cristina Felsenhardt y Hans Muhr -creadores también del área verde que se levanta junto al complejo de oficinas Parque Titanium-, elaboraron el plan maestro del recinto, que contemplaba jardines temáticos, un centro cultural y un restaurante (ver infografía).
La idea es que éste se desarrollara por etapas, a lo largo de 30 años. Sin embargo, a una década de su partida la ejecución de ese plan apenas ha avanzado. La directora de Chagual, Antonia Echenique, explica que a esta fecha contemplaban contar con 15 ha plantadas y senderos, tener construido el centro cultural y estar abiertos al público en general. “Pero hoy tenemos siete hectáreas”, cuenta. “Todavía funcionamos en las oficinas del vivero Leliantú y sólo estamos preparados para recibir grupos pequeños, como estudiantes”, asegura Echeñique.
El factor ausente
La razón de la complicada puesta en marcha del primer jardín botánico de la ciudad es la falta de financiamiento. Tan crítica es la situación, que el año pasado incluso evaluaron cerrar el jardín. Finalmente, decidieron continuar.
Hoy, reciben recursos de la Municipalidad de Vitacura, entidad de la que depende la corporación cultural a cargo del jardín botánico; del Parque Metropolitano y del Ministerio del Medio Ambiente.
Según la directora, estos dineros sólo alcanzan para financiar el funcionamiento del lugar y para algunos proyectos específicos. Por esa razón, no han podido construir infraestructura, como los jardines temáticos, senderos y miradores, ni habilitar el acceso principal, diseñado junto al acceso P. de Valdivia Norte del Parque Metropolitano.
El desarrollo completo del plan requiere una inversión de $ 5.000 millones, de los cuales $ 1.000 millones corresponden a la construcción del centro cultural. Ahí, además, funcionarán las oficinas administrativas.
Echenique cuenta que en el último tiempo han buscado recursos estatales y privados para financiar lo que falta, pero los resultados han sido infructuosos.
“Ciudades como Nueva York y San Francisco tienen jardines botánicos preciosos, pero ahí el Estado los apoya. Aquí al gobierno no le interesa impulsarlo, por eso nuestra supervivencia es incierta”, crítica la directora.
Sí han avanzado con la que será la zona principal del lugar, la que replicará los ecosistemas de la zona central chilena. Ahí ya se plantaron siete ha de especies como litres, quillayes y palmas, financiados con aportes de privados, como Gerdau Aza y la Clínica Las Condes.
Este año, además, se plantarán otras cuatro ha, las que se sumarán a las siete actuales. “Será un bosque espinoso y habrá algarrobos y espinos, entre otras especies. Ya estamos preparando el terreno para eso”, detalla Echenique.
Unico en la ciudad
Miguel Laborde, urbanista y académico de la U. Diego Portales, cuenta que el primer intento por dotar a Santiago de un jardín botánico data del siglo XIX. “Era el del invernadero de la Quinta Normal, con su hermosa y famosa estructura. Pero en los años 20 comenzó a morir”.
“Además, podría unirse al sendero rústico que se está construyendo en la base del San Cristóbal. Así, las personas podrían llegar desde Recoleta hasta ahí”, plantea el experto.
La arquitecta que diseñó el plan maestro del recinto, Cristina Felsenhardt, afirma que es “una pena” la compleja puesta en marcha de este proyecto: “Ha sido difícil implementarlo, pese a que en su momento el gobierno lo puso dentro de las iniciativas del Bicentenario. Ojalá que se desarrolle completo, porque sería un aporte para la ciudad”.