La Fundación Rockefeller selecciona 33 ciudades para el desafío de resiliencia

El concepto de resiliencia ha tomado rumbos que no se esperaban.
Hoy se habla de “Plan de resiliencia”, como si se aceptara de antemano el hecho de que las tragedias TIENEN QUE OCURRIR INEVITABLEMENTE.
Veo con preocupación que sistemáticamente se está abandonando el concepto de PREVENCIÓN Y SEGURIDAD, por el cual las tragedias se consideran más como algo a EVITAR y no algo para RECUPERARSE.
Para que no se me interprete mal, aclaro que no se trata de evitar un tifón o un tsunami, sino de evitar LAS MUERTES que ellos pueden producir si no se toman las medidas de prevención y seguridad a que me refiero.
La resiliencia no resucita muertos; la prevención evita muertes.

¿A quién favorece este cambio de concepto?
A los mismos que se favorecen al promover el cambio climático como el enemigo N° 1 y tratan de ocultar la contaminación que es cien veces peor y ya rebasó límites tolerables: los fabricantes de agroquímicos, la minería extractiva, las generadoras de electricidad por energía nuclear y las fábricas que arrojan desechoa a la atmósfera y a los ríos en todo el mundo.
Recientemente, durante un evento celebrado en Colombia, un científico argentino expresó su preocupación porque notó más interés local en recuperar zonas devastadas que en reubicar OPORTUNAMENTE poblaciones que se instalan en zonas de riesgo (laderas empinadas, orillas de ríos caudalosos).

Cuidado con la resiliencia: puede ser sinónimo de resignación y dejar aún más desprotegida a la población más vulnerable.

Saludos.