Bajo los rellenos de Barón: La UNESCO, el Plan Portuario y el patrimonio subyacente.
En el último tiempo, el puerto de Valparaíso ha sido el protagonista de muchos titulares de prensa que exponen una gran cantidad de deficiencias procedimentales en el ámbito urbano, que van desde una Autoridad permisiva y descuidada, pasando por una ciudadanía reactiva y muy desconfiada, hasta grupos empresariales que trabajan por sus propios intereses sin detenerse en los reclamos ciudadanos para buscar un consenso de una visión de ciudad conjunta. Todas estas situaciones, que superpuestas logran un preocupante contexto, para el destino formal y funcional de nuestra extraordinaria y única Ciudad Puerto, Patrimonio de la Humanidad.
Hace unos meses y justo cuando la UNESCO elaboraba el informe evaluativo que hemos conocido por estos días, se realizaba una accidentada visita a nuestro polígono patrimonial, mientras al mismo tiempo un juzgado suspendía las obras del mall Puerto Barón para inspeccionar, por un reclamo ciudadano, los hallazgos de ruinas y que el concesionario temporal en una omisión lamentable, desconocía o más bien tal vez preferiría no conocer.
Y es que el informe de recomendaciones entregado por ICOMOS-UNESCO ha sido claro en reconocer las falencias de dos de las propuestas/proyectos de intervención en la ciudad, que no casualmente resultan del Plan de Desarrollo Portuario de la EPV y su desconsideración contextual monofuncional -a decir el Terminal 2 y el centro comercial en Barón-, evidenciando desde una mirada externa los impactos paisajísticos, visuales y operacionales de ambos, con claros y negativos efectos en la zona patrimonial, incluyendo las despreocupadas acciones para con el patrimonio subyacente/submarino y una inaceptable posibilidad de minusvalía de las propiedades del sitio/polígono.
Respecto a esto, reaparecen las voces críticas que han venido cuestionando la calidad de las intervenciones en el borde costero y que el informe UNESCO ratifica. Para la expansión portuaria: el impacto visual de los contenedores, el flujo de camiones por el muelle Prat y la exclusión de la ciudad del borde marítimo son temas ya advertidos repetidamente a la autoridad, que incluso desestimó defender alternativas propuestas desde la academia y la ciudadanía, pese a que parecían prever de mejor modo las mismas observaciones ya indicadas, incluso mejorando las condiciones de abrigo y accesibilidad para una operación portuaria verdaderamente competitiva. A continuación exponemos una de ellas, defendida por algunas organizaciones locales y analizada por la Delegación Zonal del Colegio de Arquitectos, que reconociendo la necesidad de un puerto más eficiente, propuso un diseño urbano mejorado y compatible con las valiosas condiciones del Valparaíso protegido.
Por otra parte, -entre otra amplia documentación de registro- aparece un estudio que reconstruye las líneas de costa original de Valparaíso, constatando con precisión el polígono de relleno que determinó hace más de un siglo lo que hoy llamamos el sector Barón. La investigación, liderada por el arquitecto Alberto Texido, financiada por FONDART y patrocinada por la FAU U.de Chile y la Armada, se preparar para ser publicada, exponiendo más detalles desde la cartografía histórica. Pero además de entregar información sobre la costa, expone la ubicación de la seguidilla de muelles del carbón, anteriores al muelle que Pearson & Son levantaron en 1912, entregando información valiosa de lo que se pudiera encontrar bajo las obras que se realizan por la Bodega Simón Bolivar. En definitiva, la información sobre los vestigios previos existe, pero junto al expediente patrimonial complementario municipal, no han sido bien consideradas por la Autoridad correspondiente.
Aclarando parte de estas desconsideraciones, cabe preguntarse una vez más si será capaz la sociedad porteña -y la nueva autoridad regional y nacional que se instala- de lograr un acuerdo y una propuesta que asumiendo estas recomendaciones, permita compatibilizar sus diversos intereses. Lamentablemente sorprende aún los intentos de validar estos proyectos bajo lógicas de invasión a la legalidad interna, recomendaciones no vinculantes, externalidad del polígono y contratos firmados, como si la autoridad hasta hoy observante, pidiese se declare patrimonio en riesgo, para recién tomar acciones correctivas.
Valparaíso se (des)encuentra en la dicotomía de un informe UNESCO que entre desabrigos, inaccesibilidades y juicios deberá encontrar la oportunidad de ajuste para el mejor resultado urbano-portuario posible, lo que implicará la corrección retroactiva de los proyectos que se estaban por iniciar y del Plan que hoy EPV aún supone acertado, obras que tendrían efectos por décadas en el futuro, eternizando un lamentable “statu quo de conveniencias”, habitante principal de la ciudad monofuncional y excluyente que pretendemos evitar.