Metro cumple 40 años con tres proyectos de expansión y el desafío de sostener sin fallas operativas al Transantiago
Por Manuel Valencia y Sebastián Sottorff, El Mercurio.
En cuatro décadas, incrementó 12 veces su red; y en 67, sus pasajeros:
El sistema comenzó como una obra futurista y de élite. Hoy se prepara para estrenar las líneas 3 y 6 y corregir problemas operativos derivados de su sobredemanda.
“Deslizándose como una gran serpiente, el Metropolitano recorre el interior de la ciudad sin dificultades, lo cual permite que se gane un precioso tiempo para la ciudadanía”. Así narraba “El Mercurio” del 15 de septiembre de 1975 la inauguración del Metro de Santiago.
Esa misma mañana, el general Augusto Pinochet cortaba la cinta, instalada en la estación La Moneda, en medio de ministros, embajadores y alcaldes. También un sacerdote bendecía uno de los flamantes trenes NS-74, importados desde Francia. Más tarde, ese mismo día, en Estación Central, los primeros santiaguinos descendían sorprendidos por las escaleras futuristas y por “los diseños policromos que destruyen la sensación psicológica de estar bajo tierra”, según narraba la crónica.
Esos primeros pasajeros hacían parar los trenes con el dedo e ideaban, como gran panorama dominical, recorrer la naciente red de 8,2 kilómetros entre San Pablo y La Moneda.
De esos primeros días del tren subterráneo se cumplirán 40 años el próximo martes. En cuatro décadas, la flota inicial de 55 coches aumentó a 1.070, y, si en un comienzo recorrían 8,2 kilómetros, hoy transitan por 103. En el mismo período los pasajeros aumentaron de 35.645 diarios (julio de 1976) a los actuales 2,4 millones por jornada (ver línea de tiempo).
Los 40 años de metro también han evidenciado cambios radicales en el servicio. Los iniciales trenes semivacíos que movilizaban a una élite pasaron a ser la columna vertebral del transporte público capitalino. De los 4,6 millones viajes que se hacen a diario en transporte público, casi la mitad se realizan en el servicio, en alguna de sus etapas.
“Metro ha logrado consolidarse como el eje estructurante del transporte público (…). A 2020, tras la puesta en servicio de las líneas 6 y 3, y la extensión de la Línea 2 hacia el sur, la red contará con 148 kilómetros y 143 estaciones”, señala el presidente de Metro, Rodrigo Azócar.
En sus 40 años, el tren urbano también ha enfrentado desafíos. Desde un atentado de bomba en junio de 1986 en la estación Tobalaba a otra “bomba”: el debut de Transantiago. La integración con los buses significó para el metro duplicar sus pasajeros: de 331 millones transportados en 2006 a 600 millones en 2007. Con este incremento, las fallas de servicio se hicieron más recurrentes y llegaron a una cúspide el año pasado. Así evidenciaron la sobreexigencia y un déficit de mantención del servicio.
En medio de las críticas de los usuarios, el metro también ha sido objeto de estudio. La estadounidense Andra Chastain (29), del Doctorado en Historia de la U. de Yale, quien realiza su tesis en la historia del metro, dice que el sistema “es moderno, limpio y fácil de usar. Comparado con el de Nueva York, es un mundo completamente diferente y agradable, incluso con los problemas de congestión. Los chilenos tienen una opinión muy crítica, sobre todo con su integración al Transantiago. Pero cumple su función original”.
El francés que inauguró el proyecto y aún trabaja en Metro: “Nos veían como si fuéramos de la NASA”Jean-Pierre Curial (66) arribó a Santiago en noviembre de 1973 junto a un grupo de ingenieros franceses contratados por la empresa gala Alstom. El objetivo de la comitiva era asesorar a los técnicos chilenos en la implementación definitiva del tren subterráneo, pero luego de permanecer cinco años en Santiago y de una serie de viajes por otros países, en 2006 Curial decidió radicarse en Chile.
“Llegué para la puesta en servicio y garantía de los trenes. En un principio la gente nos veía como si fuéramos de la NASA, pero eran todos muy amables con nosotros y se esforzaban por hablar francés”, dice, riendo, desde el taller Neptuno del Metro, donde todavía realiza su labor y hasta donde llegaron también los primeros coches NS74 desde el puerto de San Antonio.
Orgulloso del trabajo que realizó junto a sus compañeros y el personal chileno del tren subterráneo, Curial asume que la tarea de poner en funcionamiento los convoyes no fue fácil, sobre todo por el clima político imperante y el retraso de las obras generales.
“Pensar en el Metro como lo conocimos al principio y verlo ahora es como si hubieran pasado muchos siglos. Pero creo que después de todo este tiempo, todos los chilenos deben estar orgullosos de lo que finalmente se logró”, agrega.