Recuperan en San Felipe otro símbolo del patrimonio religioso
Más de $2.600 millones se inyectaron al proyecto de rescate y puesta en valor del convento e iglesia del Buen Pastor, conjunto de 1876. En abril iniciará una nueva vida.
Se ubica en el punto de encuentro de las tradicionales alamedas Yungay y O’Higgins, muy cerca del centro histórico de San Felipe. Su torre de 20 metros es un punto referencial de la ciudad, que se puede ver incluso desde el otro lado del río Aconcagua.
Es el convento y la iglesia de la Congregación del Buen Pastor, conjunto arquitectónico de 1876, que hoy se encuentra en la última etapa de un proyecto de rescate impulsado por el Ministerio de Obras Públicas, con financiamiento de $2.678 millones provenientes del gobierno regional, y cuyo diseño llevó a cabo la oficina del arquitecto Humberto Eliash. A mediados de abril se entregará a la comunidad.
“Todo el conjunto tenía una manzana completa, que estas religiosas de origen francés fueron vendiendo en su momento. Hoy cuenta con su templo, la casa matriz de la congregación, las dependencias del antiguo convento, el cementerio, residencia, huerto y el colegio, que hoy es municipal”, enumera Eliash. La restauración intervino 3.600 m {+2} .
Investigaciones realizadas por el académico Fernando Riquelme atribuyen su diseño al italiano Eusebio Chelli, autor de muchísimas iglesias, como el Templo de la Recoleta Dominica en Santiago. “La de San Felipe es una iglesia imponente. Sus muros de adobe tienen 1,80 metros de grosor. La altura de sus muros son de doce metros hasta el inicio de la bóveda, construida en madera y pintada a mano”, dice Eliash.
El proyecto se inició en 2009 y por entonces pretendía recuperar el templo y el convento -Monumento Histórico desde 1989- simplemente del deterioro del tiempo y la falta de mantención. Un año después, el terremoto modificó el perfil del rescate. Hubo que reunir nuevos fondos y se debió replantear el estudio de cálculo. A los arreglos “parche” que se le habían realizado tras el terremoto de 1985, se sumaron los daños del 27-F.
“La iglesia no se cayó, pero sí acusó el impacto. Lo más grave fue el desprendimiento de la cara de la fachada principal respecto de las laterales. Los muros se separaron hasta en 10 cm. Eso afectó a la torre y el coro. Un sismo posterior inclinó la torre hacia adelante”, dice el arquitecto.
Para resolver la separación de los muros se instaló una cadena de hormigón armado a lo largo de todo el perímetro, sin retirar el techo. Los muros se recubrieron con un exoesqueleto de madera y malla para completar el amarre, que luego se rellenaron con material. Así se consolidó la estructura. La torre se logró reubicar en su posición mediante sistemas de gatas.
La recuperación del conjunto incluyó, además, nuevas dependencias. Una biblioteca de arquitectura moderna de 120 m {+2} , con doble altura y sala de lectura, se anexó a una antigua ala de adobe siguiendo la línea original. Allí se encuentra el museo de la congregación, que reúne abundante material de la congregación, iconografía, objetos religiosos, pinturas, figuras de madera tallada y altares, que hoy están conservados en bodegas.
En la parte posterior del templo se construyó una pérgola de 80 metros y un jardín de silencio y descanso, además de zonas habilitadas para talleres de restauración y sala de actividades y eventos, parte del plan de autosustentabilidad. “Con este rescate patrimonial estamos ayudando a que la comunidad de San Felipe vuelva a conectarse con este emblema de más de 150 años y se apropie de este espacio, no solo para el culto, sino también para actividades sociales y culturales”, concluye el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga.
Protección de la mujerEn marzo de 1855, siete religiosas arribaron a Valparaíso tras un largo viaje en el navío “Costa Rica” para instalarse en San Felipe e iniciar la misión encomendada por la Congregación del Buen Pastor. Creada en 1835, en la ciudad francesa de Angers, se ha dedicado al trabajo con mujeres vulneradas por la sociedad. Hoy tienen 101 religiosas entre Iquique y Temuco. En San Felipe solo residen cuatro.
“Acompañamos los procesos de vida de las mujeres en tiempos donde existe mucho maltrato, falta de dignidad y femicidio. Trabajamos en la evangelización en las cárceles y acompañamos a mujeres migrantes”, dice la hermana Nelly León, presidenta de de la Fundación Buen Pastor San Felipe, que además administra el patrimonio religioso y arquitectónico de la congregación.