Marrakech. Post (a l e s) Urbanas.
por David Assael
Marrakech (مراكش) es una ciudad de cuentos, donde todo el tiempo da la sensación de estar en otro planeta: un idioma diferente, una cultura distinta, y lo mismo sucede con la religión, apariencia, olores, colores, música, la vestimenta, las costumbres, etc.
Es la entrada al norte de Africa desde el desierto del Sahara y el lugar donde históricamente se producía el intercambio comercial con las caravanas que venían del sur. Eso explica en gran medida existencia del mercado más grande de Marruecos y de la plaza Djemaa el Fna, famosa por sus encantadores de serpientes, cuentacuentos y charlatanes. La plaza en sí da como para hacer un artículo completo ya que tiene actividad las 24 horas al día con múltiples funciones: desde ser el gran centro de entretención durante el día, que se transforma con la entrada de cientos de carritos durante la tarde que la convierten en un inmenso patio de comidas para todos los gustos, rodeada por el mercado y múltiples restaurantes y hoteles que le dan un singular sello turístico.
Marrakech se divide claramente en 2 áreas de tamaños similares: la Medina o ciudad histórica, rodeada por una gran muralla que mantiene intacta la arquitectura islámica milenaria, y fuera de la muralla, la Ville Nouvelle, herencia reciente de cuando Marruecos fue protectorado Francés. El contraste es evidente y muy interesante: mientras la Medina tiene una trama muy densa conformada por miles de casas de apariencia similar que se localizan en torno a estrechos y laberínticos pasajes que claramente son una amenaza para un turista desorientado, la Ville Nouvelle es como cualquier ciudad francesa moderna, con grandes avenidas, ejes y casas con jardines y edificios de baja altura. Al interior de la Medina da la impresión que la vida no ha cambiado nada en milenios, en cambio afuera de ésta es lo más normal del mundo sentarse en un McDonalds a pasar la tarde.
Los grandes contrastes son la principal característica de esta ciudad… la pobreza más precaria coexiste con lujosos hoteles 5 estrellas donde grandes bares hacen caso omiso de la prohibición islámica que rige sobre las bebidas alcohólicas que llevan a que el hashish sea ampliamente aceptado por la sociedad. O los inmensos palacios del Rey todopoderoso (hay que recordar que Marruecos es un reino, donde el rey es a la vez el jefe de gobierno, presidente, jefe de la religión y el jefe de las fuerzas armadas, y tiene poder divino heredado de su padre…) coexisten con miserables casas localizadas en las afueras de sus fortalezas amuralladas. La prohibición tácita que rige para que las mujeres circulen de noche por la medina, se contrasta con las miles de mujeres que cada fin de semana llenan las discotheques de la Ville Nouvelle, y así la lista de contrastes es larguísima.
Sin duda lo más interesante fue descubrir cómo algunas formas contemporáneas de expansión de ciudades occidentales eran reinterpretadas en Marruecos. En Santiago ya es común ver cómo condominios cerrados de casas de alto estándar se localizan en áreas pobres de la ciudad aprovechando los bajos valores de suelo, y mediante un gran muro perimetral generan la seguridad y exclusividad necesarias para poder vender las casas a precios similares a los del barrio alto. En Marrakech ocurre algo similar, pero más interesante: según lo que recuerdo de la ley islámica (aprendido en primer año de Arquitectura, en curso del profesor Ricardo Abuauad), la ciudad está hecha a semejanza de la relación del hombre con Alá, mientras Alá es uno, único e irrepetible, el hombre es todo lo contrario, y su ciudad también lo debe ser. Eso explica la conformación de las ciudades islámicas y de la arquitectura de éstas, y por este motivo en apariencia todas las casas exteriormente son iguales, las calles no permiten identificar hitos o lugares singulares, los espacios no pueden tener un único ambiente, sino que se generan múltiples espacialidades por distintos tipos de luz, etc.
El asunto es que un día al salir del muro que encierra la Medina, por el lugar menos turístico de la ciudad, y por cierto bien pobre, me encontré con un condominio recién construido, rodeado por una gran muralla, al más puro estilo Viña Cousiño-Macul. Sus vecinos eran una poblaciones muy pobres, mucho más parecidos a una toma que a vivienda social. Al interior de la muralla se podía encontrar una suerte de réplica contemporánea de lo que es la Medina: un condominio de casi 1000 casas, mercado, mezquita, baños árabes, colegio, guardería infantil, y en general todo lo que pueda ser necesario para no tener que salir de ahí en bastante tiempo. Pero lo más impresionante fue, sin duda, encontrarme con todas las normas islámicas de construcción de ciudad aplicadas, pero con una reinterpretación contemporánea: todas las casas parecían iguales, a pesar de que habían muchos tamaños distintos, los espacios estaban separados por filtros de luz, y así con el resto de las cosas… la diferencia es que ahora todo era ortogonal, tal como se puede ver en la foto aérea.
El Chile el fenómeno se llama segregación residencial, no sé si en Marruecos ya le pusieron nombre, pero sin lugar a dudas es una realidad tan normal como los ricos conviviendo con los pobres a escasos metros de distancia, al igual que en Santiago, Rio de Janeiro o tantas otras ciudades. Dicen que eso a eso se le llama globalización…
http://video.google.com/videoplay?docid=2702528507236526037
Para más información sobre Marrakech:
Marrakech en wikipedia
Marruecos en wikipedia
Djemaa el Fna en wikipedia