Consultas ciudadanas: participación, democracia y/o populismo
Vitacura. Año 2006. Dos grupos de vecinos se enfrentan con opiniones dispares ante la eventual modificación del plan regulador, que permitiría la densificación de Monseñor Escrivá de Balaguer. El mayor desacuerdo: quienes quieren vender sus casas a inmobiliarias y quienes no. La exigencia al municipio: un Plebiscito para zanjar el tema. La postura del alcalde, igualmente categórica. “Yo podría ser muy popular y hacerle caso a un 10% de las personas que han hecho el esfuerzo de plantear una idea y decirles sí, hagamos un plebiscito, con el costo que significa, con las preocupaciones que significa, con el trabajo que implica a toda la comuna. Pero no está de acuerdo con la ley.” (ver entrevista)
La generación de numerosas agrupaciones que reúnen a vecinos exigiendo ser escuchados, proviene sin duda de la conciencia de que se puede (y debe) ser parte de las decisiones tomadas por las autoridades políticas y económicas, que al fin y al cabo tendrán su gran repercusión en quienes habitan los sectores en cuestión. En la medida que los ciudadanos han ido tomando parte de la discusión de la ciudad, las autoridades se han visto en la obligación a su vez de incorporarlos en la toma de decisiones, generando mecanismos adecuados para que la participación sea real, ya sea por un interés ciudadano por parte de las autoridades o por acciones para captar votos de los mismos…
Sea por populismo o interés en escuchar a los vecinos, muchas municipalidades han tendido a actuar en este línea; El caso de la municipalidad de Providencia genera diversas posturas en cuanto a participación. Por una parte, se ha desarrollado un ejemplar mecanismo de participación a través de las consultas realizadas (antiguamente con papel y lápiz, hoy mediante encuestas electrónicas) para definir el destino de los cuantiosos fondos de la municipalidad; además de esto, la alcaldía ha mostrado interés en mostrar a la comunidad el desarrollo del nuevo plan regulador de la comuna, mediante asambleas abiertas. Sin embargo, una porción importante de la población de Providencia observa que, si bien todos pueden opinar, estas reuniones tendrían un carácter “informativo” por sobre “participativo”, ya que existen evidentes diferencias con lo planteado por el alcalde; estas diferencias se centrarían sobre todo en aspectos de densificación [en equipamiento, áreas verdes, cultura, etc., Providencia es una comuna a la que poco se le puede criticar]. Así lo manifiestan grupos como Defendamos Providencia o los vecinos de la Plaza Las Lilas, que han llevado a cabo una larga lucha que ha encontrado, según ellos, una nula respuesta por parte del alcalde; hay que mencionar además al emblemático grupo de vecinos de Pedro de Valdivia Norte, que ha conseguido a la fecha tener voz en importantes decisiones.
El caso de la municipalidad de Las Condes es distinto; el mecanismo de participación utilizado con mayor frecuencia por la alcaldía se centra no en tanto en la definición de la utilización de los fondos, sino en la resolución de conflictos puntuales mediante plebiscitos. Recordemos la reñida situación vivida entre los vecinos, el alcalde y la intendencia al prohibir el ingreso de automóviles al barrio el Golf durante la noche, para erradicar la prostitución del lugar, tras una consulta ciudadana que aprobó la medida; así mismo, tras un plebiscito en que la ciudadanía manifestó su apoyo, todo va en marcha para la construcción de un mall en Padre Hurtado con Colón. Si bien la participación y consulta ciudadana siempre es un bien valorado, en estos casos en particular se ha acusado al edil De la Maza de realizar actos con fines mediáticos y populistas, poniendo en duda por lo demás, la real representatividad de las consultas realizadas.
De esta manera, las declaraciones del alcalde de Vitacura, Raúl Torrealba, pueden ser consideradas como un acto de autoritarismo o de sensatez, dependiendo del punto de vista que se les mire. Lo que está claro es que las municipalidades tendrán que adaptarse a esta efervescencia ciudadana por participar en las decisiones, si quieren tener vecinos orgullosos de sus comunas y satisfechos con el actuar de la alcaldía.
Los tres casos presentados aquí corresponden a comunas adineradas, posiblemente tres de las más ricas del país y que poseen los medios para generar mecanismos de participación eficientes. Sin embargo, esto no es algo que se quede en la clase alta; a modo de referencia y para no limitar la discusión en ámbitos elitistas, cabe mencionar la existencia de grupos que exigen participación en comunas de diversas condiciones socioeconómicas, como Quilicura, San Miguel, Ñuñoa, Pudahuel o Lo Espejo.
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