Destrucción de Patrimonio: Talca se une al baile.
Por Germán Valenzuela, desde Talca.
Si la ciudad se ha vuelto un tablero de mera especulación basta mirar la foto para terminar de convencerse. Lo que se ve en la imagen es la casa de la familia Cuadrado en Talca, en momentos de la demolición.
No se trata de cualquier casa. Era una de las más antiguas que se mantenían en pie, construida en 1834 para José Antonio Del Solar Vial, y que terminó arrasada por la mala gestión de los propietarios, la desidia de las autoridades y la inexistente voluntad de los avecindados en esta ciudad.
A ello agreguemos una legislación que prácticamente congela los bienes que son declarados Patrimonio Arquitectónico y que se constituye prácticamente en una maldición para los propietarios de estos inmuebles que ven cómo su patrimonio económico se desvanece frente a sus narices.
Frente a ello lo obvio: demoler, dejar caer, incendiar, en el momento menos esperado, sorpresivamente, de manera que nadie pueda salir al paso de la tragedia.
Para la casa de 1 Norte N° 1015 la estrategia no fue diferente. Bien calculado el cronograma, producto de una buena (o macabra) asesoría, la excavadora de veinte toneladas entró por la esquina de la casa poco antes de las nueve de la mañana del Domingo. Cuando comenzaron a llegar los curiosos ya no quedaba nada del primer patio y antes de que terminara el día la casa había sido completamente trasladada en calidad de escombros al botadero.
La velocidad requerida en la demolición no permitió rescatar absolutamente nada de ella. Tejas, vigas de roble, pisos de baldosas, puertas, ventanas, mamparas, todo se tradujo a escombros, obviamente por la voluntad expresa de hacer el trabajo lo más rápido posible.
Una semana antes el alcalde había firmado el decreto de demolición y declaraba que lo hacia para defender el patrimonio (¿?) bajo un supuesto acuerdo verbal con la familia de que lo ocuparían para presionar la compra por parte del Estado.
Hoy todos opinan de la tragedia que significa para la ciudad de Talca y sus habitantes, de lo factible de haberla salvado, de lo brutal de la medida, sin embargo esta historia llevaba años en discusión y frente a la oferta de particulares los propietarios no lo pensaron más.
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Para los que hoy construyen la ciudad estas esquinas son más valiosas así, baldías, esperando inversión, transformando las ciudades en no más que la suma de esquinas de especulación.
Cuando tengamos la legislación adecuada y la cultura suficiente para valorar aquello que constituye la ciudad no quedará nada por proteger y haremos como los viejos de hoy que recuerdan las maravillas que desaparecieron en su momento arrasados por brutales terremotos y probablemente nos avergonzaremos de nuestra abulia.