De vuelta al almacén

Almacén en Los Sauces, La Florida

Cómo no tenerle cariño al almacén de la esquina que tantas veces nos ha sacado de apuros, donde te encuentras con la vecina que te pone al día con las noticias del barrio, del “tío” que te fía y que te pregunta por tus hermanos. Aunque muchos nos asustemos con la idea de que éste pueda desaparecer, lo más probable es que tengamos almacén para rato.

¿Sabían ustedes que las ventas de los almacenes representan más del 40% de la participación total del sector Comercio, Restaurantes y Hoteles de la economía nacional? ¿O que venden el 60% de las Coca-Colas del país? El 2004 los almaceneros vendieron más de 2.400 millones de dólares, cifra equivalente a lo facturado por las grandes cadenas de supermercados como Líder o Jumbo. Nada despreciable a la hora de considerar que ocupan una porción tan pequeña del territorio de nuestros barrios.

Tras el boom de los hipermercados en los 90’s que buscaban concentrar el mayor número de productos en un gran galpón ubicado estratégicamente en un punto de la ciudad, los supermercadistas se dieron cuenta que la gente seguía gustando del formato chico. (Es absurdo tener que subirse al auto para tener que comprar la salsa de tomates que te faltó para el almuerzo.) Bajo este concepto han proliferado las empresas dedicadas al rubro que como estrategia comercial han reducido su formato. Ejemplo de esto son los nuevos Ekono (de Líder), los Big John, la panadería Los Castaños y, a una escala intermedia, los ya popularizados strip centers.

Más allá del formato chico, la función que cumple el almacén de barrio es fundamental en nuestras ciudades. No sólo porque podemos ir a comprar las cosas que necesitamos caminando, desincentivando el uso del automóvil y todo lo que ello conlleva, sino porque son fuente de empleo para numerosas familias del país. Otra manera más de activar la economía nacional y de superar la pobreza.

Los almaceneros han logrado constituirse como una comunidad sólida en Chile. Un claro ejemplo de ello es el portal web Club Almacen, un punto de encuentro para los comerciantes minoristas que buscan apoyo técnico y entre sus pares. De aquí un fragmento:

“(…) Porque nuestro almacén mejora la calidad de vida del barrio que atendemos. Porque damos crédito a chilenos que no tienen crédito en otras partes. Porque damos más empleo que los Supermercados. Damos empleo a nuestra familia, a los empleados que atiende el mesón, a los cargadores, a los cuidadores de autos, a grandes distribuidoras, a pequeños y grandes industriales, a pequeños y grandes agricultores. Nuestro trabajo da sustento a más personas de las que usted cree.”

Pero, ¿de qué manera están apareciendo estos almacenes en la ciudad? Por lo menos en la mayoría de las nuevas urbanizaciones para clase media y media baja de Santiago, que se ha constituido a partir del desarrollo inmobiliario en base a casas, no existen lugares bien definidos para que los almacenes se instalen. Es así como las familias adoptan el espacio de sus viviendas, transformando la reducida zona del estacionamiento o antejardín en almacenes, bazares, peluquerías, cibercafés y cuántos otros tipos de negocios.

Almacén en Jardín del Sur, Maipú

Sin embargo este hecho, que sin duda detona un mucho mejor uso del barrio, ha impactado fuertemente en la imagen de la ciudad. Por una parte el mercado inmobiliario insiste en usar el modelo de ciudad jardín exclusivamente residencial, de viviendas –aparentemente- aisladas (el “chilean dream”), pero sus usuarios terminan usándolo de otra manera. Así, el barrio que se termina viendo, en términos de imagen, no es ni chicha ni limonada: ni barrio residencial, ni barrio comercial. Al final, sin una identidad propia.

¿Tarea para quienes se encargan de construir ciudad? Anticiparse a este fenómeno, incorporarla como una realidad propia de la dinámica urbana, para que las futuras urbanizaciones sean capaces de albergar de mejor manera, todos los cientos de negocios de barrio que se van a instalar.

 

 

Este artículo está basado en la Tesis de Magíster (a punto de ser entregada!) de Gabriela Villalba. Todas las fotos son de la autora.