Litoral Central de Chile Siglo XXII: ¿Se viene la HIPERDENSIFICACIÓN?

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Edificios, autos, torres, carreteras, no estacione, restaurantes, taco de ida y vuelta, visite piloto, paseos y departamentos aterrazados: sin duda es la secuencia que llama la atención al pasear por las playas del litoral central de Chile. Por un lado se pone en evidencia cierta bonanza económica demostrada por la enorme oferta inmobiliaria y el subsecuente y creciente consumo del que hemos llegado a ser capaces en el mercado de la segunda vivienda. Por otro lado salta a la vista la evidente e ilimitada saturación del borde, que llena todos sus rincones posibles de vistas para la venta. Pero al ver lo que tenemos y la demanda posible cabe preguntarnos ¿Cómo será esto en 50 años más?


El borde costero de la Región de Valparaíso, adyacente a la Región Metropolitana de Santiago, la más densa del País, y sumado esto a la propia población de la Región, es capaz de absorber hoy cerca del 50% de la población de Chile y por lo tanto sus 245 km. de costa “litoral central” estadísticamente son los mas densos del país; esto sin considerar la población flotante y el turismo nacional e internacional que migra cada verano a esta zona.

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Aparece entonces una nueva posibilidad de cuestionamiento a los instrumentos de planificación territorial y al conflicto de intereses entre la autoridad reguladora y las iniciativas de cierta parte de la ciudadanía, llamadas empresas inmobiliarias, que van en búsqueda de rentabilidad a cualquier costo, incluso el de agotar el territorio que les da sustento, y que afectan finalmente a todos los habitantes-usuarios-compatriotas que tienen igualitariamente derecho a disfrutar de su entorno natural y aunque cueste creerlo también, construido.

La situación de la “delicada franja costera” descrita en la Política Nacional de Borde Costero sólo hace más evidente el problema que vemos hoy y mañana para la ocupación de la costa, considerando la superposición de servicios públicos que la regulan y que en casos como el de Francia, se ha normado ya en favor de zonas no intervenibles, que el Estado adquiere para el disfrute de las futuras generaciones en una especie de desarrollo sustentable para el paisaje.

Se viene el Bicentenario, se viene el Tricentenario. Y si no levantamos el debate y la proposición seria y respaldada nos
permitiremos seguir siendo una sociedad sin planificación y reactiva a los errores, reparándolos después de cometidos. Busquemos entonces una buena razón para celebrar algún día lo que somos, lo que hemos progresado y sentirnos constructores del lugar que hemos elegido para habitar.