Poder, Ciudad y Arquitectura
A veces más, a veces menos, se ha discutido el entendimiento de la naturaleza de las ciudades como un construcción espontánea, es decir, una compleja realidad generada a partir de las acciones individuales [principalmente privadas] de una cantidad inabarcable de individuos, versus las grandes acciones que a partir de la decisión tomada por una autoridad [normalmente pública], determinan un entorno urbano. Hubo un momento de la historia de las ciudades, durante el s. XIX, cuando todos miraron al París que el barón Haussmann había logrado generar a partir de una ciudad enferma. Entonces, las transformaciones que generaron “la ciudad luz” sólo fueron posible gracias a la autoridad central que le otorgó Napoleon III, en momentos en que un antiguo régimen vivía sus últimas resurrecciones.
Cuando ya no existían reyes, el Movimiento Moderno en arquitectura sostenía una ideología del progreso que durante décadas confió en la definición que podía hacerse a través de un diseño de ciudades completas, a partir de esquemas formales basados en la racionalidad que con el tiempo probaron ni ser viables. Incluso [y tal vez aún más] en países del tercer mundo, ciertos proyectos llevados adelante por el estado llevaban a la escala de un gran edificio la voluntad de transformar la ciudad y la sociedad a la que da cabida mediante. Tal fue el caso del edificio para la UNCTAD III, construido por el gobierno de Salvador Allende en Santiago de Chile, durante tres meses entre 1971 y 1972. El edificio fue un emblema, no solo de un gobierno que buscaba la transformación de la sociedad, sino incluso de todo el mundo privado relacionado con la construcción; la más grande hazaña de la que todos, desde los productores de acero, las empresas constructoras, hasta quienes hacían el mobiliario, estaban orgullosos de participar. Publicaciones de la época están llenas de inserciones pagadas por los diferentes participantes para destacar su labor en el proyecto de arquitectura más heroico, y su construcción está llena de historias míticas, como los 1000 voluntarios que ayudaron en los trabajos, hasta la recordada presencia del cartel que llevaba la cuenta de los días que faltaban para el término de las obras.
La historia se encargó de de echar por tierra los sueños [o voluntarismos] de quienes creían en este tipo de intervenciones – una especie de deus ex machina en el caótico teatro de las ciudades. Hoy en día, cuando algunos creen en el fin de la historia, cuando se han ganado [y perdido] batallas que son aún previas a la discusión sobre la ciudad [pero que la determinan enormemente], solo parece existir un camino hacia el anhelado desarrollo, y solo algunos matices diferencian el debate respecto a la planificación de las ciudades. Santiago de Chile es un buen ejemplo de una ciudad que ha decidido [o han decidido por ella] creer sin reparos en el libre mercado de suelos, planteando una posible expansión hasta varias veces el tamaño de su mancha urbana actual – mientras las autoridades públicas generan la infraestructura [sobre todo del tipo vial] para que esto pueda ocurrir.
En esta situación, y cuando faltan pocos días para la entrega del Concurso de Arquitectura para el nuevo centro cultural que ocupara el incendiado Edificio Diego Portales, hay quienes, sobre todo entre los arquitectos, recuerdan los tiempos en que un gran edificio era el símbolo del progreso de una ciudad y de una sociedad entera. Entonces dicen: el edificio de la UNCTAD fue posiblemente el último proyecto urbano heroico en Santiago… pero ¿lo es?
A quien piense en eso, probablemente las antiguas concepciones del poder estatal, el progreso y la modernidad, e incluso los Estados-Nacion, le están nublando la cabeza. O, posiblemente, quien diga eso no vio al entonces Presidente de la República Ricardo Lagos Escobar poniendo apaleando tierra bajo las ordenes de Horst Paulmann para instalar la primera piedra del “Edificio que revolucionará Santiago”: el Costanera Center.
La irónica parafernalia de éste, el proyecto que hoy lidera la fuerza de nuestro empresariado heroico que cambiará la ciudad e incluso la sociedad, supera por mucho a su “predecesor” de hace 36 años. Ventanales para observar el progreso de las obras mientras aún se instalaban pilas de socalzado en la excavación, carteles mucho más numerosos y vistosos anunciando la llegada del nuevo proyecto; y sobretodo las 12 grúas, esa grúas que hoy son el símbolo del progreso.
(imagen de Flickr de arturolizaya)
Este tipo de proyectos son la más directa relación de la arquitectura con el Poder. El jueves 11 de Octubre a las 18:00 hrs. en el Auditorio SLGM del Campus Lo Contador PUC lanzaremos el número 6 de la Revista Cientodiez que lleva por título “Política 1: Poder”; se trata de un arduo trabajo realizado por el equipo editorial en una exploración sobre la relación entre arquitectura y estos temas.
Quedan todos cordialmente invitados a una discusión que contará con interesantes invitados.
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