Nuevo tramo de Costanera Norte, otra gran pérdida para Santiago
escrito por Carolina Katz
Al igual que varios santiaguinos recorrí con entusiasmo las nuevas conexiones viales que la inauguración del tramo Vitacura – Lo Barnechea de la carretera Costanera Norte nos ofrece hoy. De hecho pude llegar de manera más expedita y rápida a diferentes destinos. Lamentablemente también me decepcioné una vez más al ver que Santiago ha perdido otra gran oportunidad de dotarse de espacio verde público y por ende de acciones reales de descontaminación como son nuevos árboles y sistemas de transporte pasivos (peatón y bicicleta).
Desde ya hace un tiempo que ansiaba ver este tramo inaccesible del río Mapocho, pensaba en la importante vegetación que crecía en la ladera sur del cerro Alvarado, me imaginaba un lugar grato con características tan simples pero ricas como son las del valle central: sombra bajo los árboles, el ruido del viento, el ruido del agua y flores que crecen solas en primavera y verano. No hablo de un paisaje utópico sino de uno real y típico de ribera fluvial de esta zona, como el del mismo Mapocho en El Arrayán, como el del río Clarillo, como el del Maipo en Pirque. No nos olvidemos que además pronto las aguas del Mapocho escurrirán limpias.
Hoy gracias a este nuevo tramo de carretera este paisaje ya no es inaccesible, lamentablemente sólo para el automóvil, para el peatón y el ciclista sigue siendo igual y lo peor: la oportunidad de dotarnos de nuevos y gratos espacios para nuestra ciudad, en este caso, la perdimos.
Mucho se ha hablado en Chile y en el mundo de la capacidad de las infraestructuras de ser entendidas como grandes oportunidades de desarrollo capaces de urbanizar y civilizar nuestras urbes como sus ciudadanos merecemos. Me parece inconcebible entonces, que hoy en Chile se sigan gastando millones de dólares en carreteras sin destinar ni siquiera un minuto, ni un peso a pensar como aprovechar esta inversión no sólo para transporte en automóvil sino también para mejorar la deficiente calidad urbana de nuestro Santiago.
El Arrayán
¿Cómo? Muy simple: bastaba destinar unos pocos metros para un paseo peatonal y una ciclovía al borde del río y del cerro, bajo árboles nuevos y existentes, rodeado de flores y de cara al viento. Desde este paseo se podría haber subido al cerro, cabe señalar que éste al desarrollarse tendrá que destinar un 7% de su superficie a espacio público. Esta superficie bien aprovechada y estratégicamente ubicada podría constituirse en un circuito de recreación entretenido y bonito con paseos y espectaculares miradores hacia la ciudad. Lamentablemente con este nuevo error urbano ya no podremos acceder ni al cerro ni al río, una vez más perdemos la posibilidad de un proyecto amable y sustentable. ¡Qué lastima! Hemos perdido una vez más, la oportunidad de ayudar a construir un Santiago menos contaminado y un mundo más sustentable en pos del calentamiento global.
Carolina Katz Gaudlitz
Arquitecto UC
Master Gestión Urbana, ENPC, París
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