Chile: ¿Nuclear o Descentralizado? 2.0
Hace bastante tiempo ya que en Plataforma Urbana discutíamos el tema de la descentralización en Chile. Al respecto, en la Revista Universitaria 96 fue publicado el artículo “Sueños para el 2050”, de Federico Arenas – Geógrafo UC y Doctor en Ciencias Económicas y Sociales, mención en Geografía, por la Universidad de Ginebra, Suiza y Director del Instituto de Geografía UC.
El asunto que se discute es la descentralización , y parte declarando: “a quién no le gustaría tener un país con un sistema urbano más equilibrado, en donde no sea necesario recorrer grandes distancias para acceder a ciertos servicios; un país que pudiéramos recorrer de norte a sur y de mar a cordillera por buenas rutas o ferrocarriles, con independencia de la estación del año, de la latitud o de la longitud; en donde las ofertas universitarias de calidad, las posibilidades de desarrollo personal y colectivo no se centraran en unas pocas ciudades”.
Sin embargo luego, y por eso el nombre del artículo, recalca que ya es tarde para este tipo de desafíos pensando en el Bicentenario. A pesar de las promesas realizadas en materia de descentralización durante el gobierno de Ricardo Lagos, en el documento “El chile descentralizado que queremos: un proyecto de todos”, los mayores gestos en este sentido son la creación de las dos nuevas regiones, pero que replican la estructura político-administrativa de las existentes. Para Arenas, no sería necesario tanto una enorme reforma, sino que bastaría con ocupar instrumentos políticos que están a la mano para lograr los cuatro principios que en el artículo se plantean como claves: solidaridad territorial, complementariedad, prevención, y subsidiaridad.
Estos principios serían una manera factible de avanzar en temas de descentralización [ver la propuesta en profundidad], dado que el fin de los gobiernos regionales no es sólo servir de unidades para la generación de estadísticas o para la destinación de fondos públicos; “se trata –a partir de la ley que dio origen a los Gore y les asignó funciones muy claras en materia de fomento productivo, desarrollo social y cultural y ordenamiento del territorio – de un traspaso de responsabilidades que permite acercar el gobierno a la gente e incorporar la diversidad geográfica del país de manera más efectiva que cuando el Estado central instala respuestas únicas en estas materias”.
En materia urbana, por ejemplo, se resalta la necesidad de que los gobiernos regionales asuman la responsabilidad política del Plan Regional de Desarrollo Urbano (Prdu), actualmente en manos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), también de los Planes Reguladores Intercomunales (o Metropolitanos), teniendo en consideración que ellos sobrepasan la autoridad municipal y sectorial.
Puntos a Discutir
Cabe señalar que la propuesta de Arenas es consecuente con una visión subsidiaria incorporada en las encíclicas papales citadas en el artículo, donde resalta que “ni el Estado ni ninguna sociedad deberían sustituir la iniciativa y la responsabilidad de las personas y de los grupos sociales en los niveles que éstos actúan, destruyendo el espacio necesario para su libertad, o bien tomado en el sentido de no entregar la responsabilidad de un tema a un nivel superior de la administración si el nivel inferior es capaz de resolver”. Esta postura puede ser entendida de manera bastante neutra en abstracto, pero no lo es, en absoluto. Las ventajas del modelo del Estado subsidiario pueden ser fácilmente relativizadas a la hora de evaluar su impacto sobre la realidad chilena; lo importante no es un rechazo por si solo, pero si lo es la conciencia de las implicancias de tal modelo; en el sentido planteado por Arenas, tal principio de condice con la voluntad de apertura para las regiones y su participación en la economía globalizada. El mismo Arenas plantea la vulnerabilidad que esto puede acarrear por la dependencia directa de ciertos territorios a factores externos. El principio es generar las “condiciones necesarias para que las regiones hagan frente de la mejor manera posible a los desafíos de la apertura. Sobre las ventajas comparativas preexistentes y aún en ausencia de ellas, lo fundamental se asocia a la construcción de condiciones que permitan una respuesta rápida frente a las posibilidades que surgen en materia de desarrollo”. Al respecto, es interesante recordar a Saskia Sassen, quien apunta que hoy “es posible concebir al Estado como una capacidad técnica administrativa que, por ahora, ninguna otra institución logra generar”; la discusión sobre la descentralización también implica una postura respecto al rol del Estado y a la naturaleza de las instituciones. Es pieza clave en la agenda del desarrollo e implica una importancia que el proyecto del Bicentenario abandonó escandalosamente.
Con todo, resulta interesante el entendimiento de que “la ayuda a las personas muchas veces tiene sentido sólo si se acompaña de ayuda a los lugares”, asunto contrastable a la inmediatez ya no solo en materia de estrategias de marketing político sino incluso en materia de políticas públicas aplicadas últimamente durante las últimas administraciones. La visión integral de proyectos como éste fue abandonado por el efectismo del enfoque con miras al 2010, marcado principalmente por la construcción de infraestructura, inaugurados precisamente por la misma administración Lagos que redactó el documento “El chile descentralizado que queremos: un proyecto de todos” .
La preunta es, tomando un párrafo del artículo original; ¿queremos la transformación de las regiones en colectividades territoriales con capacidad real de decidir su futuro, naturalmente en el marco de un Estado unitario tal como ocurre en países como España o Francia?
Esto, porque como bien apunta Arenas, “por alguna razón estructural, casi nada de todo esto ha ocurrido. La responsabilidad es compartida, tanto por el gobierno como por el parlamento, los partidos políticos e incluso los ciudadanos, quienes nos hemos limitado a observar el estancamiento en el que se ha sumergido el país en esta materia”.