Habitando Espacios Públicos: Los niños en el territorio
Imagen original del Daily Mail. Click para agrandar
Quiero mostrar un reportaje aparecido en el Daily Mail sobre cómo en 4 generaciones las libertades de los niños para moverse en el territorio en el que viven se veían reducidas prácticamente a cero. El ejemplo se enfoca principalmente a la relación entre la salud mental de los niños y su contacto con las áreas verdes, pero podría permitirnos introducir temas mucho más complejos y atingentes.
Cuando George Thomas tenía ocho años iba a todos lados caminando.
Era 1926 y sus padres no podían pagar otro transporte, tampoco el costo de una bicicleta, así que él caminaba regularmente seis millas hasta sus lugares preferidos para pescar, sin ninguna supervisión adulta.
Fast forward al 2007, y Edward Thomas, el bisnieto de ocho años no puede disfrutar nada de esa libertad.
Lo llevan en auto en el viaje de cinco minutos a la escuela, es igualmente acarreado hasta un lugar seguro para andar en bicicleta y no puede caminar a más de 300 yardas (273 mts) de distancia de su casa. Incluso si él quisiera jugar afuera, ninguno de sus amigos se aleja de su casa o jardín sin supervisión.
El contraste entre la infancia de Edward y George fue destacada en un informe que advierte que la salud mental de los niños del siglo XXI está en riesgo porque se están perdiendo la exposición al mundo natural disfrutado por las generaciones pasadas.
En el reporte se utiliza a cuatros generaciones de la familia Thomas en Sheffield para ejemplificar este cambio de actitudes. Al miembro más Viejo, George, se le permitía moverse hasta a 6 millas (10 km) de su casa sin compañía adulta cuando tenía ocho. Su casa era pequeña y sobrepoblada, así que pasaba la mayor parte del tiempo afuera, jugando y haciendo escondites.
Mr. Thomas, quien terminó por convertirse en un carpintero, no ha abandonado muchos de sus hábitos adquiridos de niño y hoy, a la edad de 88 años, sigue siendo un entusiasta caminante. Su yerno, Jack Hatterley de 63 años, también tenía libertades para moverse. Tenía ocho en 1950, y se le permitía caminar alrededor de una milla (1,6 km) solo hasta los bosques locales. Por supuesto, caminaba hasta su escuela, sin jamás moverse en auto.
Para 1979, cuando su hija Vicky Grant tenía ocho años, había signos de que la independencia de los niños estaba viéndose disminuida. “Me dejaban salir con bastante frecuencia – tomaba mi bici y andaba en el barrio, jugaba con mis amigos en el parque y nadaba en la piscina de la escuela”, dice Mrs Grant de 36 años. “Había bastante menos tráfico entonces, y las familias tenían un solo auto; la gente no los ocupaba para hacer todos esos viajes cortos”.
Hoy en día, su hijo Edward pasa poco tiempo solo afuera de su jardín en su tranquila calle suburbana. Ella lo lleva en auto a su escuela para poder llegar a tiempo a su trabajo. La madre declara: “el puede salir donde los vecinos pero no lo intenta porque los otros niños no lo hacen. Subimos la bici al auto y nos vamos al campo, donde todos podemos andar juntos”.
“No se trata sólo de tiempo. El trafico es una consideración importante, como lo es el miedo de secuestro o algo parecido, pero no estoy tan segura de si es algo real o sólo una percepción”. Y agrega: “En cuatro generaciones, nuestra familia está a mundos de distancia en términos de ingresos. Pero no estoy segura de que nuestras vidas sean más ricas”.
Los autores del reporte creen que la salud mental a largo plazo de estos niños se encuentra en riesgo. Se ha logrado compilar evidencia de que la gente es más saludable y mejor adaptada si sale al aire libre, parques o jardines. Los niveles de stress caerían en unos minutos simplemente al poder mirar y estar en áreas verdes. Incluso adornar un hogar con flores y plantas puede mejorar la concentración y disminuir el stress. “Si los niños no han tenido contacto con la naturaleza, nunca desarrollan una relación con el medio ambiente natural y no son capaces de manejar su stress en estas maneras”.
“Estudios han demostrado que la gente privada del contacto con la naturaleza se encuentra bajo un gran riesgo de depresión y ansiedad. Los niños están teniendo cada vez menos tiempo sin supervisión en un entorno natural. Ellos necesitan jugar al aire libre, en parques y jardines donde pueden explorar, escavar en el suelo y construir guaridas”.
El reporte fue publicado por Natural England y la Royal Society for the Protection of Birds.
Si es que se puede extrapolar los antecedentes apuntados respecto a las diferencias entre las generaciones en torno a sus libertades de acceso a los espacios abiertos (verdes), aparecen discordancias tremendas en torno a lo que la sociedad ofrece para sus niños, por un lado, pero además a lo que nuestras ciudades, llevándolo específicamente al caso chileno, son capaces de entregar. La descripción de la vida del bisabuelo – quien pasaba la mayor parte del tiempo afuera porque su casa era pequeña y estaba sobrepoblada – podría compararse a la de muchos chilenos que viven en la importante tajada de nuestras ciudades que corresponde a conjuntos de vivienda social. Hay muchos temas por discutir en torno a la apropiación de los espacios públicos, la existencia y calidad de éstos, el entorno psico-social y así seguiríamos. Espero abordarlos en futuros posts, pero por mientras les dejo el artículo.