Ciudadanía Rural ll // Pisco Elqui y el Campo Contemporáneo

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*Por Camila Cociña Varas y Nicolás Valenzuela Levi 

El origen y la identidad del pequeño pueblo de Pisco Elqui podrían pertenecer tanto a una novela de realismo mágico como al registro más riguroso del desarrollo agrícola del territorio latinoamericano. Su nombre actual reemplazó a La Unión cuando, en la primera mitad del siglo pasado, se tomó la decisión de que Chile tuviera su propio “Pisco” para sobrellevar el problema de la denominación de origen del licor que lleva el mismo nombre.

Los poco más de 800 habitantes de Pisco Elqui forman parte de la ciudadanía de la Comuna de Paihuano (IV Región, en el Norte de Chile), compuesta por distintos poblados similares, como Paihuano y Montegrande, esparcidos en el Valle del Elqui, unidos por delgados hilos de agua, la vid, las montañas secas y un cielo (casi) siempre despejado. Las complejidades del territorio rural que en países como Chile ilustra las problemáticas y atractivos de un paisaje en desarrollo se ven ejemplificados en este territorio.

Como ya comentamos anteriormente, en Chile ha surgido transversalmente en las agendas políticas el tema de la Potencia Agroalimentaria. Podríamos decir que la Comuna de Paihuano forma parte del territorio asociado a ese objetivo de desarrollo; el Valle del Elqui ha sido tradicionalmente un lugar de explotación de la vid, lo que se ha visto incrementado en los últimos años producto del desarrollo económico de todo el país y la inserción de nuevos capitales. Por otro lado, el Valle del Elqui se ha posicionado como un destino turístico pasando a formar parte de los imperdibles para extranjeros de nuestra geografía, tal como San Pedro de Atacama o las Torres del Paine.

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La Exhuberancia del valle como destino turístico y el cultivo de la uva. 

Haciéndose moderno

Del valle provienen nombres que han pasado a formar parte del vocabulario nacional, como es el caso de CAPEL. Se trata de marcas asociadas a territorios locales de nuestro país que poseen una identidad propia asociada a una actividad productiva particular, como es el caso de la vid y el pisco. El nombre proviene de un régimen de propiedad y producción llevado a cabo a través de la Cooperativa Agrícola Pisquera Elqui. Como el nombre lo indica, el desarrollo del producto fue posible gracias a la actividad conjunta de muchos pequeños y medianos propietarios que juntaban su producción en la cooperativa, en vez de individualmente, para así hacer viable la producción a mayor escala.
Hoy en día la situación va cambiando. Al avanzar dentro del valle impresiona el nivel de explotación de los terrenos disponibles, al punto de ocupar las laderas de las montañas secas que a simple vista parecen paredes verticales inhabitables que encajonan el verde del valle abajo. Esta explotación es posible gracias a la inyección de nuevos capitales asociada a la compra de la mayor parte del territorio explotable por parte de entidades de mayor envergadura, como es el caso del grupo Luksic.

La explotación de la uva de mesa, de las viñas y la materia prima de las destilerías, trae hoy un crecimiento económico explosivo al valle, pero tras el cual se esconden problemáticas sociales, ambientales y políticas graves.

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Localidad de Paihuano. Al fondo, la explotación de las laderas del valle.

Medio Ambiente

En primer lugar, hay un riesgo ambiental considerable. Existen quienes afirman que se ha excedido la capacidad ecológica del Valle, lo que se puede apreciar ya en el camino que une el Valle con La Serena y Coquimbo, al ver los intentos por utilizar hasta el último centímetro cuadrado de superficie. El caso de las laderas es el más impresionante, pero no menos preocupante que la eliminación de extensos humedales para ser reemplazados con parras.
En segundo lugar, en el último tiempo se han visto enfrentados la comunidad y los dueños de la tierra; se llevan adelante acciones legales para enfrentar el uso de fertilizantes y pesticidas que han acarreado a los habitantes del sector molestias físicas, llegando a provocar enfermedades, e incluso casos recientes de malformaciones congénitas.

Un nuevo tejido económico y social

La mayor parte de la población del Valle del Elqui trabaja como temporero en la uva. El desarrollo en este ámbito ha demandado nuevos empleos, sin embargo, es prácticamente la única fuente de trabajo posible, además del turismo; a ambos vienen asociadas situaciones de precariedad que parecen inevitables: a la dependencia del trabajo agrícola se le suma lo corto del período de alta en el turismo.

La situación social del valle es complicada. Comunas como Paihuano son de las más pobres del país, lo que es aún más complejo cuando aparecen conflictos que requieren una definición en torno al bien común. Un caso evidente en este sector es la privatización prácticamente absoluta de toda la ribera y los accesos al río. Frente a casos como éste, o a problemas como el de los pesticidas, aparecen desigualdades peligrosas en cuanto a la capacidad de negociación de los distintos habitantes del valle. Por ejemplo, el paso de un régimen de varios co-propietarios productores en la cooperativa ha dado paso a la centralización del capital y, por lo tanto, un desequilibrio de poder. La antigua situación de la tenencia de la tierra aseguraba, al menos, una distribución de la propiedad y el capital repartida en este territorio y, en cuanto al tejido socio-político, aseguraba que quienes fueran los dueños, patrones, motores del desarrollo y generadores de puestos de trabajo fueran parte, en algún grado, de la comunidad local. Hoy en día, la irrupción de grupos económicos provenientes de fuera del Valle ya han generado desequilibrios de intereses que se han manifestado en algunas situaciones que afectan el bien común, como es el caso de algunos terrenos cedidos hace 50 años en comodato para equipamiento comunitario que hoy serían ocupados con fines turísticos.

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Vivienda Social en Pisco Elqui.

¿Ciudadanía Rural?

El objetivo de desarrollo en torno a la Economía del Conocimiento y la Industria Primaria, nos impone como sociedad el deber de hacernos cargo de la compleja relación entre la capacidad productiva de estos territorios y su tejido social. En un país en que la ciudad es uno de los problemas de mayor relevancia en la agenda política, poner la mira del desarrollo en nuestro campo, implica enfrentar nuevos desafíos en lo social, en lo económico, en lo político, en lo cultural y en lo ambiental, por lo menos. Pisco Elqui ejemplifica parte del esfuerzo histórico por vivir gracias a la tierra; hoy parece incluso ser parte de nuestra alternativa para el desarrollo. Parece pertinente plantearse la pregunta de cómo nos haremos cargo de este territorio, sin olvidar de que en ellos también construimos nuestra sociedad.