La recuperación del Río Cheonggyecheon: Una excusa perfecta para hacer ciudad
Escrito por Dánitza Karzulovic*
La restauración de Cheonggyecheon, en Corea del Sur, se trata de la vuelta de un histórico canal a la ciudad que había sido sepultado por una gran autopista. Haciendo una revisión a Santiago, nos ha faltado que ciertos proyectos de gran envergadura se posen sobre la capital integrando todas las zonas intervenidas, hasta el punto en que todos los ciudadanos se sientan beneficiados. Cheonggyecheon nos demuestra un efecto contrario; en una actitud visionaria ha logrado proyectar dando un vuelco a la ciudad en un intento de beneficiar a la comunidad como total, integrando todas sus partes y a todos los ciudadanos. Entonces, ¿Qué es lo que falla en nuestro país en el momento de integrar un plan urbano? Dado que se ha visto la incapacidad de proyectar a gran escala beneficiando a la comunidad en su total mientras estos a su vez no se involucran con el proyecto ni se identifican con el desarrollo de la ciudad. Es al otro lado del mundo donde se posa un ejemplo claro de cómo Chile debe lograrlo.
El proyecto de Cheonggyecheon es una renovación urbana en el corazón de Seúl que nace de un negativo diagnóstico realizado a la autopista principal Cheonggye Expressway. A pesar de beneficiar a 160.000 autos diariamente, la autopista estaba en una obsolescencia absoluta, ya que su mantenimiento tenía un costo altísimo, su estructura ya no permitía el tránsito de grandes vehículos y causa de una mala calidad de vida debido a la contaminación. Como consecuencia, el centro se despoblaba y desvalorizaba, transformándose en un lugar cada vez menos llamativo.
Lo que se propuso entonces fue hacer reaparecer el histórico canal Cheonggyecheon que había sido enterrado por debajo de la autopista; contradictorio, ya que la autopista había significado un gran paso de una cultura agrícola a una industrializada, por lo que destruirla en una primera instancia parecía la medida menos convincente. Entonces ¿Cómo se llegó a pensar y planificar la restauración? El proyecto responde a una planificación estratégica donde los principales gestores fueron en primer lugar el alcalde de Seul, Lee Myung Bak, y en segundo lugar, no menos importante, la ciudadanía, organizada en un comité ciudadano dirigida por el urbanista a cargo del proyecto, Kee Yeon Hwang. Vemos que el rol del urbanista más que solo diseñar el proyecto, es de partícipe de la integración con los ciudadanos, haciéndolos formar parte de la gestación y diseño del mismo.
La gracia del proyecto es que no se queda en sólo ‘destapar’ el canal, sino que visualiza un proyecto total, tomando en cuenta cada pieza que va a ser afectada y como disponerla en el sitio que encaje para lograr una mejor calidad de vida y sea beneficioso para la ciudad.
Se va desencadenando así una serie de acciones, las cuales hay que saber abordar para que ningún elemento quede aislado y luego haya que buscar una solución parche para ella.
Por ejemplo, una de las problemáticas más importantes y que desencadenó una serie de decisiones fue solucionar la congestión vial que sufrían los usuarios de la carretera. Esto llevó a la ampliación de calles, pero además a un incentivo del transporte público, por lo que este también se modificó, dejando claro que el principal tráfico iba a ser peatonal, se mejora su señalización, nuevos cruces y facilidades para el transeúnte.
Una de estas piezas, quizás la fundamental, fue la importancia que se le dio a la participación ciudadana al respecto. El gobierno realizó audiciones públicas y sesiones representativas para recoger opiniones y se realizaron más de 4000 entrevistas con comerciantes antes de comenzar las demoliciones. A partir de éstas, se tomaron otra serie de medidas, como por ejemplo, minimizar ruido y polvo de los trabajos, utilización de un estadio para el traslado del comercio ambulante y estacionamientos a puntos específicos que se adecuaron para recibirlos.
Como parte de la planificación estratégica, se estipularon medidas para que el barrio de Cheonggyecheon tuviera un desarrollo sostenido en el tiempo. Se combinan así las acciones públicas y privadas, en donde el gobierno, a través de su gestión inicial de restaurar el río, impulsa el desarrollo de inversiones privadas en el sector siguiendo la planificación estipulada.
Como resultado final, se obtiene este gran espacio público que se transforma en el pulmón de la ciudad, y que aparte de traer una serie de externalidades positivas, como buena calidad de vida, valorización del terreno y turismo, se espera que traiga consigo beneficios a largo plazo que repercutan a nivel mundial, transformando a Seúl en una nueva capital de desarrollo económico internacional.
Por lo visto, el éxito del proyecto se debe a que se toman en cuenta todas las piezas que le influyen y lo crean finalmente. Los cambios y externalidades están analizados con profundidad por los gestores del proyecto, donde se balancean todas las variables y efectos posteriores a escala urbana. Al contrario a como pasa en otros países donde “la planificación urbana ha fallado ya que se ha concentrado en normar un estado futuro ideal de usos de suelo, densidades, vialidad y equipamientos; y no ha abordado el desafío de conducir los procesos de cambio.”1.
Una de estas piezas fundamentales es la participación ciudadana, impulsada por el gobierno que desde sus inicios involucró a toda la ciudad en una acción recíproca, informándoles y a la vez recibiendo opiniones en cuanto a desarrollo y consecuencias que traería el proyecto.
Esto es lo que se hecha de menos en Santiago, donde a veces pareciera ser que se toman decisiones unidireccionalmente y apresuradas, o se comienzan proyectos sin haber estudiado todos los factores que traen consigo y como va a afectar a la ciudad. Ejemplo de esto es en Nueva Las Condes, donde existió una preocupación mayor por el diseño de cada torre que del espacio que conforma en conjunto las cinco de ellas, quedando “conectadas por extensas superficies de suelos duros, que resultan ser los espacios residuales entre los edificios. No hay animación ni intensidad del espacio público, sólo espacios vacíos y grandes explanadas de nada”2.
Otro claro ejemplo, son los resultados obtenidos por el sistema de transporte público del Transantiago, que ya casi a un año de funcionamiento, todavía no se pueden llegar a soluciones definitivas. A su vez, cabe preguntarse si el Costanera Center está preparado para ser la nueva cara de Santiago.
Se nota en estos casos que con un poco más de interés y menos crítica por parte de nosotros, los ciudadanos, y una mayor organización y cooperación, por parte de las instituciones (públicas y privadas), muchos de los errores se podrían haber previsto y omitido.
Por lo visto, la respuesta a la pregunta inicial no es tan complicada como parece; no es que a Chile le falten piezas como tecnología o capacidad para lograr un gran proyecto: las tenemos, sólo que no las encajamos bien, dejando puzzles a medio terminar. Cheonggyecheon deja en evidencia que la participación ciudadana es una pieza fundamental en el encaje de cualquier proyecto urbano y la que da cuenta de otros factores fundamentales que tienden a pasar desapercibidos. En Chile, se trata de ignorar al usuario, desinformado, pero quien vive la ciudad día a día.
Bibliografía
- Greene, Margarita y Soler, Fernando; Santiago en la globalización: ¿una nueva ciudad?, Santiago: de un proceso acelerado de crecimiento a uno de transformaciones; Ed. Carlos de Mattos et al., Ediciones Sur y Eure, Santiago, 2004.
- Cheonggyecheon en la página del Gobierno metropolitano de Seúl: Cheonggyecheon, the Heart of Seoul
- Video: The historic significance of Cheonggyecheon Restoration!
Plataforma Urbana:
- Regeneración Urbana: demoliendo autopistas y construyendo parques
- Nueva Las Condes: la ilusión del espacio público
* Este Post corresponde a un paper escrito en el marco del ramo CTMA2 de Arquitectura en la UC, el segundo semestre de 2007.
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