Puente Alto, la prensa, y los estigmas al no mirarnos las caras
“Puente Asalto” y “Puente Alto: Vivir y morir en esta comuna” son los títulos que los programas que En la Mira de Chilevisión e Informa Especial de TVN dedicaron a esta comuna de la capital el día lunes recién pasado. Los reclamos por la estigmatización a la comuna partieron desde los propios vecinos, incluso antes de que salieran los reportajes al aire, por el evidente contenido de éstos dado los títulos de los programas que ya hemos mencionado; a estos les siguió el propio Alcalde de Puente Alto, y más vecinos se sumaron a través de distintos medios.
Y es que no es para menos cuando, en horario estelar y a través de dos canales abiertos, se vuelve a estigmatiza a una comuna completa. Frases como “por algunos delincuentes queda marcada una comuna entera de gente trabajadora” se leen en todos los foros a propósito del tema por estos días; más aún cuando el tono de los reportajes es el mismo para referirse a la Franja de Gaza, la Guerra de Irak, y Puente Alto. Pero este no es un cuento nuevo en esta ciudad; bien lo saben los habitantes de comunas como La Pintana, poblaciones emblemáticas o el mismo Puente Alto, que a diario se encuentran con el prejuicio delante de quién sea, con los estigmas de una población delincuente, antisocial y marginal.
Ahora, ¿Cómo es posible que tales estigmas sean tan fuertes como para que dos canales de televisión coincidan tan fervientemente en esto, y para que a la mayoría no le parezca especialmente extraño? Basta con mirar un plano de la distribución socioeconómica de Santiago para encontrar algunos caminos fáciles para responder esta pregunta:
Plano de Santiago, según Grupos Socioeconómicos Predominantes. Revista Foco 76 n. 5. Cartografía original OCUC, de José Rosas, Margarita Greene y Luis Valenzuela
En Santiago, sin duda, ricos y pobres, (dicho así, brutamente) pueden vivir una vida entera sin toparse, sin conocerse, sin verse las caras; y si no nos conocemos, lo único que tenemos frente al otro son prejuicios. Difícilmente viviendo concentrados entre iguales y separados de los distintos podemos esperar percepciones más precisas y desprejuiciadas que las mostradas en estos programas de televisión, cargadas de generalizaciones y categorizaciones. Y no es de extrañar que hacia ambos lados sea igual, mirándonos los ricos a los pobres y los pobres a los ricos desde una imagen más parecida a los caricaturescos personajes de una telenovela, que a cualquier atisbo de realidad. Es para ambos lados, sí, pero se vuelve más grave y evidente cuando viene desde grupos de poder como la prensa.
Vivimos en una ciudad desigual y acciones públicas como esta no ayudan a que esto cambie; todo lo contrario. La construcción de una ciudad polarizada (para una sociedad igualmente polarizada), acentúa las diferencias, y mientras quienes vivimos arrinconados a un lado no hagamos el intento por entender a través de menos lugares comunes al otro, difícilmente se saldrá de esta trampa. El poder de la prensa es un pilar importante de esta discusión, el poder político es otro. En año de elecciones y mientras las campañas municipales comienzan de a poco desde distintos sectores, hechos como el ocurrido el lunes en la noche en miles de televisores dan luz acerca de la importancia de la pregunta por la integración entre los candidatos de las elecciones que se acercan. Si no a los periodistas, a lo menos podemos elegir a nuestros gobernantes.
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