¿Energía Nuclear para Chile?

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Imagen: Planta Nuclear en España. Foto vía Flickr por Tony

El tema de la crisis energética y su repercusión en la construcción y las ciudades ha sido abordado numerosas veces en Plataforma. Esto se ha visto acentuado en nuestro país con las discusiones en torno a la construcción de centrales hidroeléctricas en la zona austral, y al elevado precio del suministro de energía. En este contexto, apareció ayer una noticia en La Tercera con declaraciones del ministro de Energía en torno a la posibilidad de ampliar el espectro de suministro energético hacia la Energía Nuclear; básicamente, se trata de ponerle fecha de tope a la decisión: el 2018. ¿Por qué fijar una fecha límite?

Según las recomendaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el proceso de implementación de una planta nuclear capaz de suministrar energía a un país, debe tomar cierta cantidad de años, y tomando en cuenta que a mediados de la década del 2020 se prevé que se amplíe la “brecha” entre los proyectos de generación energética actualmente en carpeta, y las necesidades del país, la necesidad de nuevas fuentes de energía se volverá inminente.Al respecto el ministro de Energía, Marcelo Tokman, declaró lo siguiente: “Uno requeriría, tomando en cuenta además lo apretado de los mercados, al menos entre 10 y 15 años desde donde estamos ahora, hasta tener generación de núcleo-electricidad, eso significa que, siguiendo todo el proceso, si se tuviese que apurar mucho, uno podría tomar la decisión hasta el 2018 [..] Si es que se hace de acuerdo a los pasos más recomendados, estamos hablando de 2023, y lo que hemos visto estos días es que desde el punto de vista de los requerimientos, probablemente, si es que no se llega a alguna alternativa, el 2025 o incluso más adelante, con lo cual la conclusión es que tenemos el tiempo para hacer esto de manera sumamente responsable”.

La pregunta acerca del futuro energético del país es abierta y contingente. La creencia en la necesidad de implementar fuentes de energía limpia y renovable se contrapone con quienes ven en la urgencia del problema el imperativo de una respuesta rápida y eficiente. Distintos movimientos ambientalistas se manifiestan al respecto, y la perspectiva de ciudades chilenas convertidas en Springfield asusta a muchos. Por todo esto, y sin ánimo de exacerbar posiciones, en importante que este debate se abra ya. El propio ministro lo ha entendido así, asumiendo que sin una decisión de consenso, un proyecto como este es inviable.

“Una decisión donde se invierte esta cantidad de recursos, para una planta que en estos momentos están durando 60 y hasta 80 años, y si nosotros queremos que un inversionista esté dispuesto a asumir este riesgo, tiene que ver no solamente con un convencimiento de un gobierno en un momento, sino que hay una visión mayoritaria de la sociedad a favor (…) se requiere un consenso, un amplio consenso, pero en ningún caso se va a esperar contar con una unanimidad”, declaró el ministro, entendiendo que dicho consenso debe ser además de ciudadano, político, dado los plazos y los alcances de esta decisión, que inevitablemente atravesará varios períodos de gobierno.

La importancia de presentar estos temas se debe a que la apertura del debate es inevitable si se quiere llegar al añorado consenso planteado por el ministro, ahora con fecha límite. La importancia de debatir al respecto radica en las consecuencias de una u otra decisión en el medio ambiente, en los bolsillos de los ciudadanos y el país, y por supuesto también en el desarrollo de nuestras ciudades.