Desarrollo Humano en Chile 01: La obsesión por el orden y el temor al caos
Foto Vía Flickr por Desierto Atacama
Este artículo pretende ser el primero de una serie de reflexiones en torno a los Informes de Desarrollo Humano que realiza anualmente el PNUD [Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo] en nuestro país, y sus posibles lecturas en torno al desarrollo local y los problemas urbanos en Chile. El PNUD realiza periódicamente estudios de validez estadística para conocer el nivel de Desarrollo Humano de las distintas zonas en el mundo, entendiendo como Desarrollo Humano aquel proceso por el cual la persona se hace sujeto y beneficiario efectivo de los cambios en curso. Actualmente el PNUD trabaja en el “Informe Mundial de Desarrollo Humano 2007/2008. La Lucha contra el Cambio Climático: Solidaridad frente a un mundo dividido.” El último informe desarrollado para Chile fue el del año 2006, cuyo enfoque y principal conclusión radicó en que “las nuevas tecnologías no aseguran por si solas un avance cualitativo en el desarrollo humano”.
El estudio e informe desarrollado por PNUD sobre Desarrollo Humano, abarca una serie de aspectos que intentan ir definiéndonos como sociedad e individuos Chilenos desde una mirada plural y analítica. Partiendo de la premisa de que, como dijese François Ascher “las formas de las ciudades, tanto si han sido pensadas específicamente como si son el resultado más o menos espontáneo de dinámicas diferentes, cristalizan y reflejan las lógicas de las sociedades que acogen“ resulta interesante entrar al problema de nuestras ciudades desde la comprensión de la sociedad que las construye y habita, y pareciese que algunas de las claves para esta prematura comprensión estaría en los mencionados informes.
Dentro del amplio espectro de temas que abordan estos informes, quisiera referirme en esta ocasión a un capítulo titulado “La obsesión por el orden y el temor al caos” del Informe del año 2002 (Versión editada por LOM, Eugenio Ortega R., Pedro Güell V., Norbert Lechner B., Rodrigo Márquez A., Soledad Godoy M.), abordando la relación con éstos -el orden y el caos- como elementos centrales de la construcción política de los imaginarios colectivos.
“La especificidad del imaginario chileno parece radicar en la sacralización del orden como una unidad determinada desde su origen, a la vez que constantemente amenazada por el desorden. Este imaginario saca fuerza del imaginario antónimo: la omnipresencia de fuerzas oscuras al acecho. Es el miedo al “Otro”, al otro diferente y desconocido”
Ahora bien, esta condición al parecer inherente a la sociedad chilena, exacerbada con una historia reciente conflictiva y por ciudades altamente segregadas, ¿de qué manera influye en los procesos de diseño y en la construcción de ciudad? Una primera y apresurada respuesta podría estar dada por la influencia de éstas características en la definición de agendas públicas de carácter político, y la repercusión de éstas, a su vez, en la construcción de una agenda disciplinar vinculada a las necesidades de la ciudad; si bien esto es cierto, parece ser una vinculación demasiado generalista. La noción de “miedo al caos”, y la constitución de una población temerosa, y muchas veces por lo mismo extremadamente conservadora, determinará la demanda por una ciudad que se enmarca en esos espacios de control de lo propio y de escasa toma de riesgos a la hora de diseñar el medio físico, escasez de osadía también presente en el diseño de nuestras estructuras políticas y sociales.
Al respecto resulta interesante el planteamiento hecho por el mismo informe en torno a las paradojas que se dan al existir esta condición en el actual contexto de neoliberalismo desenfrenado en el país:
“En las últimas décadas del siglo XX se observa una ruptura con la construcción político-estatal de un imaginario público, desplazado por un imaginario privado. […] Un primer dilema se presenta al extenderse un imaginario social que otorga una mayor relevancia al deseo de “ser sí mismo”. Buscando afirmarse a sí mismo, choca una y otra vez contra las “leyes naturales” del orden. Desea “soltarse las tranzas”, pero lo frena la memoria traumática del pasado. A la par que quisiera “vivir su propia vida”, recuerda que el deseo de libertad socava el orden y lleva al conflicto. Por temor a sí mismo, al desorden que podría provocar su subjetividad, el individuo se disciplina. Y lleva una vida a contrapelo.”
“[…] si el miedo al conflicto se proyecta al futuro, podría restar vitalidad a la democracia, porque obliga a una delimitación estrecha (no conflictiva) de lo posible. […] El mercado, como imaginario colectivo, despeja la mirada sobre los desafíos de la individualización, pero sin facilitar al individuo una imagen de sociedad. Lo social aparece como un orden natural al que habría que adaptarse.”
La dificultad planteada en esta paradoja en torno a la difícil construcción de “lo social” en el Chile actual, sin duda repercute en la construcción de “lo público”, y entendiendo la ciudad como el principal enclave de lo colectivo, se nos presenta una problemática importante, que no debiésemos perder de vista en vista frente a los objetivos de desarrollo del país (tales como la inserción en la Economía del Conocimiento , el fomento a la innovación y la contingente mejora la educación) y sus repercusiones en el medio social y físico.
Foto vía Flickr por ratiti
*PNUD, “Desarrollo Humano en Chile Vol.1. Nosotros los chilenos: un desafío Cultural”. Eugenio Ortega R., Pedro Güell V., Norbert Lechner B., Rodrigo Márquez A., Soledad Godoy M. Santiago, LOM Ediciones, 2004.
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