La última extravagancia del hermano empresario de Osama Bin Laden
Proyecto “Al Noor” unirá África y Asia y contempla construir dos ciudades a ambos lados del Canal de Suez. En el lanzamiento, al que asistió “El Mercurio”, Tarek deja hablar a los ejecutivos. Cuando le preguntan sobre su hermano fugitivo, dice que es difícil seguir la pista a los 53 que tiene. Por Gustavo Orellana, enviado especial a Djibouti
Tarek, el hermano empresario de Osama Bin Laden y un grupo de inversionistas hablan de cifras que cuesta dimensionar: US$ 200 mil millones para levantar un proyecto que llaman “Al Noor”.
En Medio Oriente, donde las platas del petróleo fluyen a la misma velocidad con la que se disparan los precios del crudo en el resto del mundo, elementos de todo tipo se pueden juntar. Y hacer maravillas.
En el país africano más cercano a la península arábica, Djibouti, se planean el “Hong Kong” del siglo XXI. Lo medular es levantar un puente, que unirá Yemen, en Asia con este país de África y que incluye, a ambos lados, la construcción de gigantescos centros financieros, con rascacielos, aeropuertos internacionales, áreas de recreación y todo, absolutamente todo lo que los petrodólares puedan pagar.
El puente costará cerca de US$ 60.000 millones. El resto será gastado enlas ciudades, que debiera comenzar en los próximos cinco años.
Es difícil describir lo ambicioso de la idea. De acuerdo al máximo ejecutivo de Al Noor, el saudí Ahmed Al Ahmad, el paradigma de “mercado emergente” ha ido desapareciendo y las que el llama “ex” estrellas del mercado no han tenido recambio. A eso apuntan las ciudades que debieran llamarse tal como la empresa: Al Noor Djibouti y Al Noor Yemen.
“Los inversores institucionales están a la espera del siguiente tren de las oportunidades. Las oportunidades de inversión en los mercados emergentes como Brasil, Rusia, India y China aún es patente, pero ya no son los mercados de antes”, señaló en suelo djiboutiense el principal ejecutivo del grupo a “El Mercurio”.
“La competencia por construir un puente sobre el mar Rojo, que una la península de Arabia con África ya está en marcha”, fue todo lo que señaló, Tarek Bin Laden, en la única frase que pronunció en la presentación del proyecto.
Consultado un asesor sobre si sabe algo de su hermano que lidera la organización terrorista, dijo que no es fácil para él estar al tanto de la vida de sus 53 hermanos.
El problema es que, por ahora, un proyecto de esta envergadura y tal nivel de ambición no podría imaginarse en las calles de la capital del país, que lleva el mismo nombre y que une mar, desierto y pobreza. Sus habitantes ni siquiera se imaginan cambiando su actual vida de pescadores y dejar de depender de una vez de la ayuda internacional, que es hoy la principal fuente de ingresos del país.
En Al Noor, la mayoría de sus ejecutivos -casi todos europeos o norteamericanos- tiene una fe ciega en el proyecto, pese a que, más del puente y de las ciudades, tanto en Yemen como en Djibouti la actividad económica es escasa y ni siquiera existe la infraestructura necesaria como para aprovechar semejante obra.
¿Apoyo político?
No hay una línea de ferrocarril activa que conecte el resto de África con Asia. Según el editor de un diario nigeriano, casi todas las carreteras africanas no son aptas para el transporte de camiones de alto tonelaje y pocos se arriesgarían a cruzarlas, por temor a algún ataque en el camino.
Tampoco se ha dilucidado cómo conseguirán la autorización de ambos gobiernos, porque todavía no está zanjado quién mandará en las ciudades y la idea de Al Noor es que sea la compañía la que se haga cargo de su administración. La presencia del premier de Djibouti, Mohamed Dileita, en el evento, fue una señal.
La mayoría de los ejecutivos son europeos y norteamericanos y aseguran que los inversionistas ya no ven tantas oportunidades en los tradicionales países en desarrollo.