La carrera por levantar el edificio más alto del mundo

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(El Mercurio, 07/09/2008)

Dubai y China van a la cabeza con las torres más espectaculares, producto de su creciente poder económico. Por Alberto Rojas Moscoso

Cuando todavía no se apaga el eco de los espectaculares Juegos Olímpicos de Beijing, China ya va en busca de su nuevo récord: el Shanghai Center. Los trabajos para levantar esta megatorre de 580 metros de altura y 118 pisos ya comenzaron, y cuando esté terminada, en 2014, será el edificio más alto de China.

Sin embargo, a nivel mundial ya es un hecho que este rascacielos será superado por los 807 metros del Burj Dubai, cuya construcción en Emiratos Árabes Unidos culminará en 2009.

Hoy existe una verdadera carrera por levantar la torre más alta del mundo (o al menos estar en el “top ten”). Si bien esta tendencia parece concentrarse en Asia y la zona del Golfo Pérsico, también se aprecia en países como Rusia, Estados Unidos y México. E incluso en Chile, como lo muestran los proyectos Costanera Center y la Torre Titanium.

Un edificio como el Shanghai Center no es una novedad en China. En Shanghai, puerto cosmopolita de 20 millones de habitantes e importante polo económico, ya existen dos gigantes: el Shanghai World Finance Center y la Torre Jin Mao, ubicados en el distrito financiero de Pudong. Precisamente donde se levantará este nuevo rascacielos.

El edificio más alto del planeta todavía es el Taipei 101, en Taiwán, con 509 metros. Pero en cuestión de meses quedará superado por el Burj Dubai.

“Hay un prestigio como país en tener el edificio más alto del mundo, y por eso el gobierno taiwanés aprobó la construcción del Taipei 101. China busca algo similar (con el Shanghai Center); algo de lo cual las personas se sientan orgullosas”, dice John Tkacik, analista en temas asiáticos de la Fundación Heritage.

Pero la carrera por llegar cada vez más alto no es nueva. Desde el Empire State hasta las Torres Petronas, pasando por el edificio Chrysler o las desaparecidas Torres Gemelas, éstos y muchos otros proyectos han buscado convertirse en sinónimo de modernidad y progreso. Así como en imanes turísticos que generan millones de dólares al año.

“La tendencia de los rascacielos en Asia y el Golfo Pérsico expresa el ascenso de las nuevas economías, lo que se está traduciendo en el rediseño de sus ciudades”, asegura a este diario Christopher Johnson, director general de la oficina en Londres de Gensler, el estudio de arquitectos estadounidense a cargo del Shanghai Center. “Por eso, países como China y Dubai hoy tienen una concentración de edificios de gran altura”, agrega.

Son muchos los factores que influyen en la viabilidad y costo de uno de estos megaproyectos. Desde el valor de la mano de obra o el terreno, hasta el tipo de materiales y la complejidad (o el riesgo) de la construcción.

En opinión de Frederic Levrat, profesor de Arquitectura en la Universidad de Columbia, “para levantar estos rascacielos primero se necesita una gran concentración de capital, luego leyes que permitan este tipo de edificios y, por último, la tecnología para terminarlos de manera exitosa”, dice a “El Mercurio”.

Pero según Levrat, experto en el diseño de torres y que hoy está trabajando en varios edificios de gran altura en Dubai, la globalización también es un elemento que favorece esta tendencia.

“La mayoría de los rascacielos en Dubai y Shanghai están siendo diseñados por firmas estadounidenses, como SOM, KPF o FxFowle, mientras que la construcción queda en manos, por ejemplo, de compañías surcoreanas, como Samsung”, dice.

Aunque todo indica que pasará un buen tiempo antes de que algún proyecto logre rivalizar con el Burj Dubai, eso no significa que esta carrera se detenga. Muy por el contrario, los países siguen buscando nuevos e impactantes diseños que reflejen su prosperidad. Porque el único límite es el cielo.

PUJANTE

SEGÚN UN ESTUDIO de la minera Rio Tinto, China construirá entre 20.000 y 50.000 rascacielos antes de 2025, lo que sería “el equivalente a 10 ciudades de Nueva York”.