Transantiago: ¿Para dónde va la micro?
Foto original de Caglieri, vía Flickr.
El 10 de febrero del 2007, se daba inicio al esperado plan estrella de transportes capitalino. El Transantiago aparecía como un sistema digno de un país de primer mundo. Grande fue la sorpresa cuando en vez de solucionar los problemas que las “micros amarillas” tenían, vino a traernos un descalabro mayor. Largas filas, horas y horas de espera y miles de usuarios que descargaban su ira contra los buses, el gobierno o Iván Zamorano.
Mucho ha pasado desde entonces, y las últimas semanas, distintos sucesos han llenado las páginas de los diarios nacionales con noticias en torno al Transantiago. El pasado 5 de septiembre, los ministros de estado firmaron el decreto para hacer uso del 2% constitucional. Las últimas dos veces que esta medida se usaba fue para dos terremotos. ¿Qué significa esto? El gobierno aceptaba que su sistema de Transportes era un fracaso, una “tragedia nacional”. El “terremoto” Transantiago.
Sin embargo, creo que hasta el más enojado de los usuarios del Transantiago puede decir que el sistema no es lo que era en febrero del año pasado. Si bien está lejos de ser lo que pretendía, mejoras ha tenido.
“Las mediciones de temperatura indican que el enfermo está mucho mejor. Si se compara con el año pasado, la mejoría es radical”, declaraba a La Nación, el ingeniero en transportes Juan Enrique Coeymans, quien a su vez, cree que el sistema puede regularizarse en 6 meses más y funcionar de forma perfecta en dos años más.
Lo cierto es que el sistema si ha mejorado, y da para pensar, ¿puede convertirse el Transantiago en el sistema de transportes que todos queremos para la ciudad? Yo creo que sí. Claro que el sistema fue un fracaso, claro que se implementó mal en todas sus líneas, claro que probablemente todos los que formaron parte en su elaboración e implementación tienen responsabilidad. Pero sí, sí se puede mejorar. Y sí, estoy de acuerdo con Coeymans, en que eventualmente, puede funcionar bien.
Pero para lograrlo, es muy importante un primer paso. Mucha razón tiene Pablo Allard, diseñador urbano, en que el Transantiago se ha convertido en un problema político y no técnico. Mientras el gobierno y la Concertación continúan tratando de inyectarle más y más fondos a modo de salvavidas, la derecha insiste en botar todo a la basura, volver a las micros amarillas lo antes posible, y empezar de cero.
Y claro, cuántos votos ganará la oposición si el gobierno da por perdido su proyecto estrella, si lo “bota a la basura” y con junto a eso, miles de millones invertidos en la solución del sistema. Sin duda alguna, sería un inmenso golpe a la izquierda, y claro, una victoria para la derecha.
Pero, ¿es una victoria? Tantos millones tirados a la basura, miles de horas de espera de los usuarios, cientos de recorridos, corredores (algunos recién inaugurados) a la basura. ¿Será eso una victoria? No señor. Y aquí es donde el señor Allard le da al blanco. El Transantiago se podrá solucionar cuando deje de ser un problema político y nos pongamos a remar todos al mismo lado.
Da la impresión que a veces se vota en contra de algún subsidio “porque sí”. Y razón para estar enojados tienen. El plan no fue bien implementado y mucho dinero se ha perdido en solucionarlo. Pero no por eso no va a tener arreglo alguno. Llámenme optimista, pero no creo que todo está perdido, no creo que haya que tirar todo el plan a la basura y volver al precario sistema de micros amarillas. Pero primero, pongámonos todos de un mismo lado.