Editorial – Desminado y conectividad fronterizos
(El Mercurio, 16/10/2008)
Al programa de mejoramiento de los pasos cordilleranos con Argentina y a la próxima licitación del Ferrocarril de Arica-La Paz, se agregan ahora nuevos avances en la extracción de minas antipersonales y antitanques en las fronteras vecinas, en particular en las cercanías de Chacalluta, en el límite con Perú. El conjunto de estos planes merece aliento y profundización. Aún hay mucho camino por recorrer y cantidades considerables por invertir hasta completar estas metas. Son tareas constantes, de mediano plazo, que requieren mantener la eficaz coordinación entre los ministerios de Interior, Hacienda, Transportes, Obras Públicas y Defensa. El grueso de las obras corresponde a la Dirección de Vialidad, pero su materialización depende de los recursos que se le asignen. En el desminado también se observan el cumplimiento de tratados internacionales y la cooperación de los Estados Unidos con maquinarias para llevarlo a cabo, y es demostrativo de la creciente confianza entre las instituciones castrenses a los dos lados de los Andes.
La integración física vecinal no es posible sin infraestructura apropiada y segura, pero secuelas de anteriores tensiones con los países limítrofes y bajas inversiones impiden contar con una adecuada conectividad. De hecho, varios pasos fronterizos se encuentran en malas condiciones y expuestos a continuos cierres por factores climáticos. Cerca de la mitad de los kilómetros correspondientes a esas vías carece de pavimentos, y el principal paso cordillerano, Cristo Redentor, permanece cerrado cerca de 30 días al año, y se insiste en el descartado túnel de baja altura, de costos millonarios, mientras se posterga la alternativa viable de utilizar el trazado del ferrocarril transandino para el transporte terrestre.
De acuerdo con el plan expuesto ante el Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales, el ministro de Obras Públicas está empeñado en corregir deficiencias que impactan en el intercambio, las relaciones regionales y, especialmente, la conectividad de Bolivia. Además, no es serio pretender servir de plataforma de negocios entre Asia Pacífico y Latinoamérica si no hay accesos físicos con las naciones adyacentes.
Junto con mejorar los caminos internacionales y desminar, debe considerarse la modernización de los controles y trámites en los complejos aduaneros. Paralelamente, corresponde mejorar la seguridad de la frontera. En estas demandas hay tareas pendientes muy evidentes. Sería interesante conocer un programa para abordar estas fallas, cuya coordinación ministerial corresponde a la cartera del Interior, y la vigilancia, a las instituciones de la defensa y a las policías. No hace mucho se registraron incidentes bochornosos de ingresos de militares peruanos y bolivianos, y hay comprobación de un continuo tránsito de indocumentados, con implicancias en el narcotráfico y otros delitos. Asimismo, se suceden los reclamos por demoras y redundancias en las tramitaciones en los pasos fronterizos.
Chile entrega una señal positiva a la comunidad internacional al dar prioridad a la comunicación con sus vecinos. Por eso, la Cancillería, a través de la Dirección de Fronteras y Límites, está permanentemente interesada en impulsar la conectividad con Argentina, Perú y Bolivia. Estas obras son muestras de confianza en el entendimiento con las naciones limítrofes, favorecen los lazos políticos bilaterales y tienen consecuencias importantes en el comercio, las exportaciones, el turismo y una variedad de otros servicios de recíproco interés.