“Santiago piensa más en pavimentar que en plantar”
Según el arquitecto y experto en paisajismo, Teodoro Fernández, la capital ya se rindió a la cultura del automóvil y mira cómo le arrebatan los paisajes. “El último impulso a las áreas verdes en Santiago fue el San Cristóbal.” Por Ricardo Ahumada
“¿El pronóstico para Santiago? Gris, así como vamos, no hay mucho que hacer. Dime tú, ¿dónde ponemos más árboles si ya no queda espacio?”, dice Teodoro Fernández, arquitecto UC, experto en paisajismo.
Teodoro suena como un hombre rendido. Aun cuando reconoce que es una misión de sus colegas cambiar el panorama de la capital, pocas esperanzas ve en una conversión de una metrópolis, a estas alturas, casi sin espacio para la reforestación. “Si uno ve, la verdad es que en los últimos cien años en Santiago se ha hecho poco y nada respecto a las áreas verdes. Yo diría que el último verdadero y gran impulso a las áreas verdes en Santiago fue el Cerro San Cristóbal, en 1910”, asegura Fernández, quien dice que, en parte, la culpa también la tenemos nosotros.
“La sociedad en general prefiere llegar más rápido a su casa. Nos dedicamos a contemplar cómo nos echan a perder la ciudad y no decimos nada”, explica el arquitecto, quien inició un foro sobre este mismo tema a propósito de la XVI Bienal de Arquitectura, inaugurada hoy en el Museo de Arte Contemporáneo.
La muestra de este año, llamada “Hacia una arquitectura que cuide nuestra tierra”, discutirá precisamente éste y otros puntos, pero principalmente, saber cuál es la ciudad que queremos.
Según el experto, cuando se compró el cerro San Cristóbal, se pensó que al igual como se había hecho anteriormente con el Santa Lucía o el Parque Metropolitano, a medida que la ciudad fuera creciendo los cerros iban a pasar a ser áreas verdes. Para él, el tema pasa por no dejar que estas carreteras se transformen en barreras gigantes, y peor aún, sin devolverle a la tierra los árboles que le quitaron. “La realidad es que ni los cerros de Renca ni los de Lampa se han transformado. Ni la precordillera ni el Manquehue ni el cordón nororiente. Ninguno se ha convertido en un verdadero espacio verde.”
La preocupación del académico UC lo llevó a incentivar el diálogo para referirse sobre este tema, acentuado en los sectores más periféricos y menos acaudalados de la ciudad.
Plano regulador
Según la propuesta del Plano Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), que se discute actualmente, la capital podría tener 4.379 hectáreas más para áreas verdes, aunque en el mismo trazado once mil serán destinadas a mayor cartografía, cinco mil a expansión condicionada y casi mil hectáreas más para reconversión industrial. Es decir, apenas un 20% del nuevo Santiago será verde. A opinión de Fernández, una clara muestra de que la ciudad piensa más en pavimentar y construir que en arborizar.
Para Fernández, el tema pasa por obligar a las autopistas y grandes construcciones que intervienen la ciudad a mitigar. “Cuando se propusieron las vías concesionadas se habló de corredores ecológicos. Se pensaba que iban a ser como ríos que entraban a la ciudad. Pero no hay territorio para plantar árboles. Nunca se plantaron ni se hizo nada. Al revés, yo creo que el acceso sur a Santiago y el cinturón Vespucio no tienen terrenos para los lados. No hay dónde plantar”.