Ruta Costera 2020: aciertos y desaciertos
A comienzos del presente año, publicamos un artículo sobre el megaproyecto de la nueva ruta que unirá la costa chilena como alternativa a la ruta 5. Su discurso argumenta la posibilidad de abrir entre Arica y Los Lagos potenciales turísticos que han perdido presencia principalmente debido a la falta de conectividad en los tramos del litoral costero. A pesar de que su implementación se ha traducido en beneficios prospectivos para el atractivo turístico nacional, se ha desencadenado una serie de trabas en distintos tramos donde se imposibilita la proximidad al litoral. Ya se han manifestado comunidades afectadas como huilliches quienes plantean su desacuerdo frente a la presunta carretera que dotaría de fácil acceso a intereses que no necesariamente los representan.
Nuevos Atractivos:
La proyección de nuevos tramos que componen la ruta en su extensión ha permitido el acceso a playas y balnearios poco conocidos. Entre estos, Cifuncho ya cuenta con un seccional para realizar proyectos turísticos. A unos 30 kilómetros al sur de Antofagasta, en Cabo Jara, se ha proyectado un complejo turístico asociado a las nuevas playas accesibles. Por la zona de Atacama, en el tramo Huasco-Bahía Inglesa, se permite un acceso expedito a playas de arenas blancas como La Virgen, Bahía Salada, Barranquilla o Bahía Cisne. Dentro de la Región de O’Higgins, 37 kilómetros al sur de Pichilemu se encuentra Bucalemu, pueblo pesquero de un poco más de mil habitantes. En la octava región, destaca el potencial de surf de la playa de Buchupureo.
El trabajo de los 3.346 kilómetros de pavimento hacia el 2020 logrará su objetivo en la medida que sea capaz de potenciar y asociarse a una gran costa chilena integrada en lugar de una serie de playas y balnearios aislados e inconexos.
Sin embargo, se han presentado ciertas dificultades para materializar la propuesta de una ruta exclusivamente costera, debido a problemáticas tanto topográficas como sociales. Entre Arica e Iquique, los acantilados de casi 800 metros de altura han impedido su trazado próximo al litoral debido al alto costo que esto significaría. En el sur, comunidades huilliches de la cordillera de la Costa de la Región de los Lagos defienden sus derechos ancestrales sobre los terrenos que habitan, ante la expropiación para cubrir con ripio trechos que aún no han sido intervenidos por el ser humano. Las autoridades nacionales y regionales postulaban que la ruta lograría sacar a comunidades mapuches y hulliches del aislamiento y la consiguiente pobreza, pero los supuestos beneficiarios no han sido debidamente informados y consultados. Dado que se trata de una intervención con efectos tanto en el ecosistema como sobre comunidades locales, es fundamental incorporar en la planificación del megaproyecto un diálogo con las comunidades afectadas, quienes ya se han adelantado con debates en actividades como la denominada “Las Comunidades Huilliches de la Cordillera de la Costa de la décima región y el Proyecto Ruta Costera Sur”.
En la X Región, organizaciones y coaliciones han planteado un cambio de trazado para reducir sus impactos ambientales en una redacción que incluye 38 motivos fundamentados. En esta línea, el tramo Chaihuín-Hueicolla se encuentra paralizado desde marzo del 2005, por la oposición de dichas agrupaciones ambientalistas.
Se trata de un proyecto de gran envergadura que compromete un capital espacial y social, en la búsqueda por una operación extensiva en el territorio. Como tal, es fundamental mantener una relación retroalimentativa con las comunidades involucradas para ejercer una acertada gestión ambiental y conservar dicho capital. Por su parte y alejadas de los centros decisionales, nuevos actores como comunidades huilliches, coaliciones medioambientales, entre otras agrupaciones, ya se encuentran en debate, introduciendo nuevas pautas y alternativas para no comprometer el ecosistema y las comunidades que lo habitan.