Fin del Glaciar Echaurren, sed para Santiago
Normalmente el calentamiento global lo vemos tan lejano que no tenemos claro cómo nos afecta. Podemos creer que el derretimiento de las masas de hielo significará un alza en el nivel del mar que afectará a las urbes costeras
. Pero cuando entendemos que la gran mayoría de las provisiones de agua potable viene de glaciares actualmente en retroceso, el problema se le viene encima prácticamente a todas las ciudades. Santiago no es la excepción, el glaciar Echaurren, responsable del 70% del agua potable de Santiago, presenta claros síntomas de agonía. ¿Diagnostico? No más de 50 años.
El calentamiento global está de moda, y da para todo. Desde la morbosa creatividad desplegada en Lilypad hasta la nueva especulación urbana mediante las ciudades verdes como Dongtan. Pero antes de pensar en las oportunidades laborales que esta crisis (la ambiental, no la financiera) nos puede generar, es necesario que comencemos a incorporar sus efectos, que a veces por ser lentos y de una escala muy grande, nos parecen ciencia ficción, pero que inevitablemente nos comenzaran a golpear.
El derretimiento de las masas de hielo no es sólo un problema para esos tiernos osos polares que navegan a la deriva en un trozo flotante de nieve, ni otra oportunidad de inundar ciudades para los guionistas de Nat Geo, si no que es algo real y grave que está pasando en todo el mundo, y que ahora los Santiaguinos tenemos la oportunidad de sentir su amenaza.
Santiago está a los pies de Los Andes, y desde su fundación hemos aprovechado el agua proveniente de la cordillera para sembrar y tomar. El Glaciar Echaurren es la principal fuente de agua del Embalse El Yeso, que a su vez nutre al Maipo quien es el principal río para la agricultura y el aprovisionamiento de agua potable de toda la Región Metropolitana. Por eso, la noticia de que El Echaurren está retrocediendo 12 metros por año, nos debería preocupar.
Está bien, 12 metros por año, para algo que mide miles de m2 y que queda por allá entremedio de los cerros, ¿por qué preocuparse? Porque a ese ritmo, significa que a Santiago no le quedan más de 50 años de agua fresca y abundante, con lo cual tendremos que pensar en traer agua de otro lado o desalinizar en la costa. Esto, a su vez significa agua más cara, y por ende, la migración de todos aquellos que no les alcance a ciudades de agua más barata.
Quizás creamos que siempre podremos encontrar soluciones o transformar los problemas en oportunidades, pero es extraño asumir que todo será más difícil si es que podemos hacer algo para evitarlo. Es como jugar a favor de Muphy. Estamos recién comenzando a tomar conciencia del tema, y queda mucho por avanzar antes de convencernos de que es inevitable. Esta noticia, al igual que la polémica en torno al glaciar Pascua Lama, reactiva la necesidad de que como país decidamos qué hacer con, o cómo cuidar nuestros glaciares (como lo plantea Roxana Bórquez ) al igual que todos nuestros recursos medioambientales, sociales y económicos. Como país tenemos una poco discutida agenda energética y nos estamos haciendo famosos a nivel mundial por nuestras emisiones de CO2. La pregunta de fondo es cuánto estamos dispuesto a sacrificar hoy, para asegurar un futuro mas sustentable?
Fuente imágenes: 1) Greenpeace y 2) googlemaps 3)tvn.cl 4)emol.cl