200 mil vecinos viven como rehenes de los narcos en los barrios peligrosos del país
Niños “soldados” para alertar los operativos policiales, temor a las represalias por las denuncias y el cobro de peajes para ingresar caracterizan a estos sectores del país. Por Equipo de Regiones
Doscientos mil vecinos viven en los barrios más peligrosos del país, donde cunde el miedo que tiene una causa común: el narcotráfico y la delincuencia los amenaza cuando caminan por calles y en cada jornada diaria.
No se atreven a denunciar a los traficantes, porque si lo hacen, los integrantes de estas bandas se encargarán de cobrar revancha, con alto riesgo de lesiones graves y hasta de muerte.
Las poblaciones más peligrosas parecen “tomadas” por los narcos. Varios menores de edad son reclutados como “soldados” para vigilar cada esquina de los sectores en los cuales se produce el tráfico; los choferes del transporte público se rehúsan a entrar a las zonas conflictivas por temor a ser asaltados y hasta los bomberos tienen problemas.
Los vecinos exigen que con urgencia se refuerce la vigilancia preventiva de Carabineros y que haya más acciones de Policía de Investigaciones (PDI) en el decomiso de sustancias ilícitas.
Hasta ahora se han aplicado planes de Gobierno, que apuntan básicamente a los jóvenes sumidos en el consumo de drogas, pero el flagelo parece ser cada día más fuerte.
Õ Arica: vecinos amenazados
La población San José de Arica tiene 5.600 habitantes, que en un 30% son inmigrantes aimaras. Sufre una cesantía crónica, que alcanza al 12%, y posee la mayor tasa delictiva en la comuna.
Pidiendo ocultar sus nombres, debido a las constantes amenazas que reciben de los traficantes, los vecinos del Comité de Desarrollo han entregado datos a Carabineros, “pero no siempre los traficantes son detenidos”, señalan.
En la 3ª Comisaría de Carabineros, el mayor Luis Amaya explica que la coordinación con los vecinos es buena, pero que siempre es difícil eliminar el tráfico de droga debido a que éste se oculta y hay muchas personas amenazadas, que callan.
Õ Copiapó: miedo constante
“Los carabineros ni se atreven a venir para acá y el Gobierno es poco lo que hace”, explica Adriana Alfaro, presidenta de la junta de vecinos de Villa Esperanza Alto, una de las poblaciones más afectadas por el narcotráfico en Copiapó. Junto al comercio de drogas, la deserción escolar, la prostitución adolescente y la falta de oportunidades de trabajo para los jóvenes son los principales factores que suman a este sector en una permanente desesperanza para sus habitantes.
Los narcotraficantes tienen amenazados a los pobladores, por lo que ahora nadie se atreve a denunciarlos. La mayoría de los habitantes de Villa Esperanza, que en total cuenta con 5.000 personas, son mujeres jefas de hogar y temporeros que pasan 4 ó 5 meses sin trabajo.
Õ Rancagua: tres poblaciones
Según las policías y el municipio, en las poblaciones Vicuña Mackenna, René Schneider y Manuel Rodríguez, que reúnen una población de 40 mil personas, es donde se concentra el tráfico de drogas. Tanto el municipio como los vecinos y dirigentes poblacionales del sector coinciden en que las policías cumplen con su labor, pero no se les puede pedir más. Los vecinos desconfían y no dan sus nombres por temor y expresan sus dudas sobre el combate al flagelo, porque sólo se detiene a jóvenes que portan cantidades mínimas de droga.
Õ Temuco: atacan a bomberos
El tráfico y la presencia de delincuentes fuertemente armados son los principales focos de inseguridad que Carabineros debe combatir en las poblaciones Lanín, Vegas de Chivilcán y El Salitre, en el macro sector de Pedro de Valdivia, en Temuco. Se calcula que allí viven cerca de ocho mil personas.
Otro punto complejo son los frecuentes ataques con piedras y elementos contundentes que sufre personal del SAMU y de Bomberos, que incluso deben ser cubiertos por Fuerzas Especiales de Carabineros.
Õ Santiago: seis poblaciones intervenidas por Interior
En la Región Metropolitana seis poblaciones fueron intervenidas por el Ministerio del Interior, a través del programa “Barrio Seguro”, para aumentar los niveles de seguridad de los vecinos de sectores considerados vulnerables, afectados por la delincuencia y el tráfico de drogas.
Se trata de las poblaciones La Legua (en la comuna de San Joaquín), la Victoria (Pedro Aguirre Cerda), Santa Adriana y José María Caro (Lo Espejo), e Intendente Saavedra y Sara Gajardo (Cerro Navia).
La implementación de “Barrio Seguro” aportó un entorno más atractivo para la convivencia de los vecinos, más oportunidades de recreación y expresión para los niños y jóvenes, mayor seguridad en calles y pasajes e impulso a proyectos comunitarios para la prevención de drogas.
Õ La Serena: delincuencia “multicausal”
Mil 200 personas viven en la población “17 de septiembre”, en el sector La Antena, de La Serena. La mayoría de los residentes son personas de esfuerzo, ajenas a actividades ilegales. Ellos son los más afectados, porque aseguran que son amenazados por los traficantes, y además son discriminados. “A veces los colectivos ni entran a la población por el temor a los asaltos”, explican.
La encargada de seguridad pública de la Intendencia, Inés Ortiz, quien trabaja con los pobladores, explica que “estamos trabajando en atender las vulnerabilidades de las personas del sector, porque la delincuencia es multicausal (…) Además, hay un acercamiento entre los vecinos y las policías para que no las vean como al enemigo”.
Õ Talca: apedreos contra Carabineros
El sector norte de Talca es una zona considerada conflictiva para Carabineros, con 34.116 habitantes. En la población Padre Hurtado se registran múltiples casos de violencia intrafamiliar y consumo de drogas o alcohol.
Los pobladores son violentos y los vehículos policiales han sido reforzados ante constantes apedreos que sufren.
Una de las integrantes de la junta de vecinos, que prefiere resguardar su identidad por temor a represalias, dice que la deficiente iluminación del lugar aumenta la inseguridad ciudadana de noche y madrugada, cuando las personas vienen o van a sus trabajos. Estima que ha aumentado la cantidad de Carabineros, pero es insuficiente. Ya no cobran peaje en las calles, porque la mayoría de los jóvenes del sector están detenidos; además, asegura que la reciente Navidad fue la primera celebración que viven tranquilos. Sin embargo, siguen bajo amenaza de los narcos.
Õ Concepción: abundan los “soldados”
En la población “18 de Septiembre”, ex La Emergencia, de Hualpén, “el tráfico de drogas es una realidad y no podemos tapar el sol con un dedo”, dice un poblador bajo anonimato. Nadie se atreve con nombre y apellido a comentar cómo es vivir en este barrio. Son 672 hogares y 3.500 personas, la mayoría gente de esfuerzo, que carga con el estigma de residir en este lugar. En el sector hay una iglesia católica, nueve evangélicas y tres clubes deportivos, a los que “los patos malos les tienen respeto, pero la acción de ellos es limitada”, comentó otro poblador.
Muchos menores son reclutados como “soldados” de los narcotraficantes y alertan de la presencia de extraños y de policías por celular.
Õ Antofagasta: guetos de Bonilla y Arenales
Una veintena de animitas en un radio de 10 cuadras a la redonda da cuenta de los “caídos” en enfrentamientos entre bandas rivales. Al consumo de drogas en las poblaciones Bonilla y Los Arenales (20 mil personas), se suma que en la noche las micros y colectivos no ingresan por temor a asaltos o al “pago de peajes”.
Casi no hay denuncias con nombre y apellido, porque “son verdaderos guetos y los que no están en el ‘negocio’ simplemente tienen que hacer la vista gorda por temor a las represalias”, señaló un dirigente vecinal que pidió no identificarse.
Las denuncias a las policías son anónimos, pero igual son investigados.
Õ Valparaíso: no van médicos
Desde las 22:30 horas la movilización colectiva no entra a la población Montedónico, en Playa Ancha, por el temor de ser víctimas de un asalto. Viven unos 3.500 vecinos, cerca de la cárcel. Coinciden en que uno de los problemas principales es la droga y las amenazas de quienes venden y consumen.
“Hay mucho consumidor. Los jóvenes les piden peaje a los choferes de los buses de la línea 17, que es la única movilización que llega acá. Ni los médicos quieren venir, porque es muy peligroso”, explica un vecino.
La presidenta de la junta de vecinos, Virginia Fernández, solicita que se instale un retén, porque “no estamos en un lugar donde hay mucha seguridad. Nadie quiere invertir, porque se roban los materiales”.
“Pedimos la urgente intervención de la Presidenta Bachelet para erradicar la pobreza”, remarca.
Õ Puerto Montt
Los vecinos de la población O’Higgins viven en constante amenaza por los traficantes de drogas y los delincuentes, quienes se disputan territorios para sus ilícitas actividades. “Casi todos los negocios han sido asaltados”, relataron.
Lo mismo ocurre en Padre Hurtado, donde pobladores que prefirieron mantener sus nombres en reserva confirmaron que existe una constante sensación de inseguridad. “Traficantes y delincuentes cobran peaje, se cometen asaltos y hay desórdenes en las calles durante las noches”, expresaron. La presidenta de la junta de vecinos, Margarita Montiel, manifestó que “tenemos un sistema de alarmas comunitarias, pero los delincuentes de la población cometen asaltos sin importar la hora”, concluye.
Õ Alto Hospicio: protegen a los narcotraficantes
En la población Raúl Rettig, de Alto Hospicio, cercano a Iquique, los jóvenes cuidan las esquinas que frecuentan los “grandes” vendedores de droga, que esperan el momento para realizar transacciones, y amenazan a los “sapos”.
El pastor evangélico Patricio Salas (45), que vive en el sector desde hace 11 años, asegura que “ellos cuidan a los de su mismo pasaje”, al referirse a consumidores y microtraficantes. Advierte que el problema es serio y que se necesita un trabajo a diario.
Foto de: Harold Castillo