Inmobiliarias recurren a las viviendas sociales ante la crisis
Frente a un escenario recesivo y en silencio, constructoras como Socovesa, Senexco, Salfa, el grupo Hurtado Vicuña y otras están afinando sus estrategias hacia las obras sujetas a subsidios. Por Francisca Vega W.
No les gusta del todo, pero muchas ya lo tienen asumido. Las grandes inmobiliarias están apostando a construir viviendas sociales para evitar que su negocio se siga debilitando o, en muchos casos, caiga en la agonía financiera.
“Algunas han optado por volver al colegio”, dice entre risas Daniel Löwener, presidente ejecutivo de la Constructora 3L, que lleva más de 20 años en el sector y construyó unas 800 viviendas sociales en 2008. El resultado fueron utilidades. Y lo logró en un escenario donde las grandes del sector arrojaron pérdidas, al punto que la mayoría mantiene un silencio sepulcral.
En el mercado se da por hecho que Socovesa, el empresario Vicente Caruz, Tecsa, Salfa, el grupo Hurtado Vicuña, Senexco y Moller y Pérez-Cotapos son algunas de las que miran el jugoso presupuesto público destinado a las viviendas sociales y obras públicas (ver recuadro), con estrategias comerciales delineadas para un año recesivo. “La mayoría nació en lo público y migraron a lo privado”, dice un ejecutivo del sector. “Con la crisis cada una mira en su pasado la tabla de salvación”.
“La tendencia es un hecho y generalizada”, dice Vicente Domínguez, director ejecutivo de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI).Y es lógico. En términos de inversión, el presupuesto del Ministerio de Vivienda es de más de un billón de pesos para construcción de viviendas, y se darán 196 mil subsidios en 2009.
“Entrar a la construcción de viviendas sociales es una de las maneras de mantener el núcleo duro del negocio”, dice Domínguez. Pero muchas ya habrían comenzado en la carrera de asociaciones estratégicas para echar manos a la obra. Ello además explica que muchas jamás se hayan desprendido de su filial pública, como es el caso de Geosal de Salfa. Tampoco Socovesa, Bio Bio y Avellaneda han abandonado su rama pública.
“El hecho de que las viviendas sociales se hagan por etapas es una de sus gracias”, dice Andrés Tocornal, socio de la Constructora Ignacio Hurtado, ligado a la familia Hurtado Vicuña. “La parte más ancha de la pirámide siempre se mantiene activa y demora más en parar, pero no tenemos nada… Estamos en pañales, se analiza y nada más que decir”, dice. En Senexco -con Ricardo Senerman a la cabeza- sólo indican que están apostando fuerte a este sector. Otro de los interesados sería Paz Corp. “Lo está mirando fijo”, dice una fuente, pero al parecer no tendrían paños de tierra.
Capeando la ola
Comienza así a dibujarse un nuevo cuadro para capear el temporal. “Estamos atentos a ver cómo se reordena”, dice Paulina Saball, ministra (s) de Vivienda y Urbanismo.
En todo caso, las compañías se van a tener que acostumbrar a rentabilidades menores, muy menores. Por ejemplo, mientras en las obras privadas las rentabilidades fluctúan entre 10% y 15%, en viviendas sociales van desde 5% a 6%. “Pero sí hay trabajo y eso es lo que prima”, dice Domínguez.
A ello hay que sumar lo que algunos llaman “no sufrir humillaciones bancarias (…) A nosotros, al menos, nos reciben con las puertas abiertas”, dice José Miguel Barros, socio de GPR Constructora, que posee terrenos en La Serena, Coquimbo y Puerto Varas. Otro de los que está satisfecho es José Antonio Araneda, gerente comercial de Grupo Inmobiliario Beltec. “Estamos abocados en esta área hace años y nos disponemos a buscar más terrenos”. Por lo pronto, está por construir 288 viviendas en Quintero y otras 490 en Quilpué. “Demanda cautiva hay”, dice.
Y algunos estuvieron a pasos de caer en la tentación del explosivo crecimiento inmobiliario privado. “Casi apostamos en el auge 100% a lo privado”, cuenta Barros, de GPR. “Pero en agosto nos adjudicamos contratos por 1.000 nuevas viviendas sociales”.
Todos quieren una parte del billón de pesos
Comenzó la carrera de muchos inmobiliarios por agarrar los subsidios que entregará el Estado. En términos de inversión, el presupuesto del Ministerio de Vivienda (Minvu) 2009 era de $850 mil millones. A esta cifra se sumaron en enero $250 mil millones para las nuevas medidas pro empleo, totalizando más de un billón de pesos. Y todos quieren una parte de ese monto. En total, se entregarán 196 mil subsidios para este año, de los cuales 76.400 son para viviendas del sector más vulnerable. Por ejemplo, como parte de la medida extraordinaria, se entregarán 25 mil subsidios para viviendas hasta 950 UF, el rango de una vivienda social, cuenta Paulina Saball, ministra (s) del Minvu. “Y si antes teníamos proyectado 159 empleos al año 2009, con las medidas extraordinarias aumentó en 69 mil empleos en construcción”.
“Debo reconocer que en el Minvu lo han hecho muy bien”, dice Ricardo Posada, presidente del comité gremial de vivienda de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC). Él, como todos, tiene prohibición de hablar del actual sobrestock de viviendas. Vicente Domínguez, de la ADI, dice que en el nuevo mapa “hay espacio para todos”. Unos dan por hecho que tendrán que acostumbrarse a construir casas sociales; otras, a pavimentar calles y algunos van por grandes obras públicas. “Pero difícilmente podrá absorber todo el desempleo”, dicen en la ADI.
Foto de: Manuel Herrera