Valparaíso, realidades paralelas
Se podría decir que hay dos maneras de apreciar una ciudad: a partir de sus características objetivas y a partir de sus características subjetivas. Se podría decir también, que las características objetivas son los hechos consumados que la conforman, y que, de acuerdo a nuestros estilos de vida, nos acomodan… o no. Su geografía, equipamiento, calidad ambiental, etc. Las características subjetivas, por otro lado, estan asociadas a lo que nuestro inconciente acredita, y su calificación depende de cuan extrovertidas sean estas apreciaciones… Se podría concluir que si dependiese de tan solo estos factores, la distribución de la población en nuestro país sería más variada y descentralizada. Pero claro, están los factores sociales, que tienen que ver con redes afectivas y oportunidades laborales, entre otras. Este planteamiento en políticas de planificación más actuales y transversales, subyace como un pilar elemental de operación, y es básicamente, como el ciudadano se relaciona con su ciudad.En Valparaíso, todos sabemos que se están llevando a cabo una serie de proyectos de enorme relevancia urbana. Inversiones exorbitantes para financiar proyectos emblemáticos, Borde Costero, remodelación Muelle Prat, Ex Cárcel, Nudo Barón, Mercado Puerto, dentro de otros tantos van a posicionar a esta ciudad como uno de los focos nacionales de esfuerzos y despliegues tanto público como privado… Si bien estos proyectos auguran un inminente y vertiginoso cambio a la grandiosa escala de las propuestas, existe también una realidad paralela, la realidad banal que afecta a una escala doméstica e inmediata…Desde una perspectiva que humildemente se asume como la de un ciudadano flotante, me atrevería a decir que en el universo de lo banal e inmediato un problema evidente es el de la basura. ¿Por que la ciudad celebrada, patrimonial, visitada y cultural tiene tan poco apego por su aseo y ornato? Nuevamente realidades paralelas, por un lado la sede de la cultura, con su respectivo Consejo de la Cultura y sus actividades y reductos culturales varios, y por otro una completa falta de la misma en cuanto a preocupación por el entorno se refiere.
Museo Cielo Abierto, ruta patrimonial Bellavista (mural de Eduardo Pérez)
Se podría deducir que la configuración socio espacial determina este efecto. Esto es entendible en los sectores mas pobres de la ciudad, coincidentemente los mas alejados del plan, se podría justificar que la dificultad de acceso y precarias condiciones de las vías de conectividad contribuyen a una menor mantención del aseo. O también el estigma de ciudad puerto, lo cual determinaría que sectores como el barrio Echaurren sean simplemente vedados pese a sus nominaciones internacionales (paradigma, el Instructivo de Restricción para la zona Típica).
Pero los problemas de aseo (y ornato) no se concentran necesariamente ni en los sectores más pobres ni más portuarios. Me aventuraría a plantear que mas son focos problemáticos sectores asociados a actividad nocturna…pasaje Elías, escalera Pastuer, subida Ecuador, entre otros constantes reclamos por parte de la comunidad… ¿Tendría sentido pensar que la población flotante propia de una ciudad con una vocación universitaria no ha sabido hacerse cargo o responsabilizarse como ciudadano, o más aún, concientizarse de la existencia de una comunidad?
Sin duda son la suma de factores los que determinan un resultado complejo. Pero en cuanto al universo de realidades paralelas se refiere, un desafío es encontrar el vínculo que permita que la característica objetiva se cualifique con la subjetiva, la intervención exorbitante se enriquezca con la experiencia inmediata y la utilización abrasiva e irrespetuosa se consientice con la valorización de lo comunitario, lo doméstico.
* Fotos: Felipe Guillon
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