Por qué ganó el No en Vitacura
(La Nación, 18/03/2009)
Por Patricio Herman, Fundación Defendamos la Ciudad
OBSERVATORIO CIUDADANO
Los ciudadanos inscritos en los registros electorales de Vitacura dieron un ejemplo de civilidad y compromiso con su territorio, al rechazar en forma contundente la propuesta municipal destinada a facilitar los negocios inmobiliarios de empresas constructoras interesadas en comprar viviendas unifamiliares en tres sectores de esa comuna con el propósito de demolerlas. La idea, si ganaba el Sí en el plebiscito, era que en esos terrenos se emplazaran edificios en altura, lo que generaba la automática plusvalía patrimonial a todos los dueños de esas casas de uno y dos pisos. Según hemos sabido, ya se habían suscrito promesas de compraventa supeditadas al resultado de la consulta.
A tal grado llegó el interés inmobiliario para que se modificaran las reglas del juego, que incluso sus promotores llegaron a publicar en los diarios inserciones a página completa y en colores los domingos, para que en la zona de Alonso de Córdova se aprobara el Sí. Estimamos que sólo en esos avisos publicitarios se tienen que haber gastado unos 40 millones de pesos. En la víspera de la elección se produjo una áspera polémica entre los especuladores del suelo, apoyados por ciertos arquitectos en búsqueda de contratos, y los vecinos, que propugnaban el concepto de barrio residencial de densidad baja, quienes también tenían el sustento de otros tantos arquitectos que poseían una visión más sustentable de la ciudad.
En una carta publicada el 6 de marzo en El Mercurio, Pamela Ortiz, asesora urbanista de Vitacura, por quien tenemos respeto, cometió el error garrafal de asegurar que el crecimiento en altura no generaba la incorporación de un mayor número de personas y vehículos motorizados en la comuna. Dijo, textualmente, “entre 2002 y 2008 la población ha decrecido en -0,7%, no pudiendo las propuestas en cuestión alterar esa tendencia” (sic). Es decir, para ella, impulsora del Sí, los nuevos edificios estarían vacíos, como le contestó un avispado lector en ese medio. Por otro lado, el conocido urbanista de la Universidad Católica Pablo Allard, en la columna “Lo que se vota hoy”, publicada el domingo en La Tercera, cometió el exabrupto de aseverar que “el hecho que Vitacura terminara votando sus modificaciones en un plebiscito vinculante, más que un triunfo de la participación ciudadana, es una distorsión lamentable” (sic).
Recordemos que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestros escritos y palabras, y estos dos profesionales serán recordados como simples iluminados tecnócratas que no creen en la voluntad ciudadana.
El resultado refuerza el espíritu democrático y una postura antioportunismo de parte de quienes votaron. La presión ejercida por los poderes fácticos inmobiliarios y la abundancia de dinero en propaganda no les sirvió de nada a aquéllos que proponían las permisivas modificaciones urbanísticas en esos tres sectores. Lo anterior es una voz de alerta que los políticos profesionales tienen que tener muy en cuenta, más aún si a fin de año tendremos elecciones presidenciales y parlamentarias. Los vecinos que conformaron el referente Salvemos Vitacura dieron una lección de compromiso con la verdad y la transparencia, las que fueron aquilatadas en su mérito por la ciudadanía. Este magnífico ejercicio democrático del domingo nos indica que las autoridades centrales -recordemos que la ministra Patricia Poblete apoyó al alcalde Raúl Torrealba- y locales tienen criterios distintos de quienes expresan sus opiniones en las urnas y por ello la figura del plebiscito se tendrá que replicar en todas las comunas, partiendo por las más saturadas, como Ñuñoa, para que los vecinos puedan defender sus estilos de vida en la mira de que el desarrollo urbano sustentable debe ser el norte en las políticas públicas sectoriales.
Pero para que esto suceda, será necesario que los parlamentarios modifiquen el artículo 100 de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, porque el plebiscito convocado por la ciudadanía exige que firmen ante notario, con los consiguientes gastos, 10% de los inscritos en los registros electorales de cada comuna y ello es muy difícil.
La gente de Vitacura lo logró porque se articularon ejemplarmente y tienen recursos económicos. Hace dos años, el diputado Esteban Valenzuela propuso en la Cámara reducir ese porcentaje a 5%, pero sus colegas rechazaron esa facilidad para ejercer la democracia participativa. Esperamos que ahora, cuando pedirán el voto para sus reelecciones, estén motivados para efectuar ese cambio legal y así sus electores puedan opinar.