Editorial – Protección de parques públicos
(El Mercurio, 22/03/2009)
La inquietud por el deterioro urbano y de seguridad del Parque Forestal ha hecho resurgir el proyecto de instalar un cierre perimetral o enrejado del mismo, que impida el ingreso nocturno, como ocurre en otras áreas verdes y parques de Santiago y diversas ciudades del mundo. Al respecto, al menos en el Gran Santiago, por la diversidad cultural, demográfica, de diseño y de funciones de cada parque o área verde, no es conveniente fijar una política pública única. Más bien correspondería un estudio caso a caso y la adopción de medidas que respondan a la especificidad de cada situación. Lo anterior es particularmente válido para el Parque Forestal. El primer parque de Santiago posee un valor patrimonial e histórico único -con algo más de 171 mil m{+2}, diseñado por George Dubois a instancias del entonces intendente Enrique Cousiño, realizado en los primeros años del siglo pasado en razón de ubicarse en uno de los ejes geográficos y culturales de mayor importancia urbana-. Cualquier intervención mayor y definitiva en el mismo debe ser objeto de la máxima reflexión y amplio debate público.
En todo caso, su cierre a ciertas horas por razones de seguridad y para evitar destrozos y desórdenes implicaría reconocer una derrota en la capacidad de mantener el orden público en el corazón de la capital. Además, ese parque constituye un lugar de encuentro ciudadano muy valioso, por la diversidad social, de edades y culturas. Por cierto, es preciso armonizar los intereses públicos con los legítimos derechos de sus vecinos. En lo inmediato, sería obviamente conducente una mayor fiscalización policial y municipal del cumplimiento de las normativas vigentes en materia de venta y consumo de alcohol y drogas, y de aquellas que establecen los máximos niveles permitidos de ruido. La permisividad de la autoridad, sobre todo los fines de semana, alcanza niveles tales, que amenaza destruir la calidad del parque y su beneficiosa diversidad, ya que ciertos grupos se apropian del espacio público, expulsando a los demás.
A más largo plazo, deben continuar las políticas de consolidación y crecimiento de parques y áreas verdes. El Parque Forestal, como otros, es víctima del desborde de santiaguinos que buscan un lugar de esparcimiento que no encuentran en sus comunas: el Gran Santiago posee cerca de 4,5 m{+2} de áreas verdes por habitante (y no todas son parques), pero la Organización Mundial de la Salud recomienda alrededor de 10 m{+2}. De llevarse a cabo el nuevo plan regulador de la ciudad, esa cifra mínima se alcanzaría sólo hacia 2020. Las deficiencias mayores se hallan en las populosas comunas del sector sur y norte. Es indispensable, pues, acelerar la ejecución de los proyectos de seis nuevos parques, sobre todo el Parque Bicentenario, que sumará 70 nuevas hectáreas.
El cierre del Parque Forestal a ciertas horas por razones de seguridad reconocería una derrota en la capacidad de mantener el orden público en el corazón de la capital.