Pabellón de Chile en Shangai
(El Mercurio, 26/05/2009)
Señor Director:
Soy un convencido de que los concursos de arquitectura no son necesariamente la única o mejor manera de asignar un proyecto. Sin embargo, en el caso de un encargo directo, el mandante debe tener una idea clara de lo que está encargando y, basado en esa idea, seleccionar al arquitecto que le parezca más idóneo para darle respuesta.
Pues bien, a raíz de la publicación -en la revista Vivienda y Decoración de “El Mercurio”, el sábado recién pasado- del proyecto para el pabellón de Chile en Shanghai, está claro que el mandante, en este caso un “comité asesor” nombrado por el Gobierno (siempre un comité), no tenía una cabal noción de lo que estaba encargando, pues, sin desconocer la calidad del arquitecto Juan Sabbagh, costaría encontrar a alguien que establezca relación alguna entre su propuesta arquitectónica y nuestro país, incluso desde el punto de vista de la declarada intención de los autores de “pensar la ciudad desde la ‘calidad’ del espacio público”.
Es realmente un desperdicio lamentable que nuestro país, en el bicentenario de su independencia, y además en China, país en las antípodas del planeta y primer destino de nuestras exportaciones, esté representado por un pabellón tan vistoso como irrelevante.
Christian de Groote
Arquitecto