Carta- Ciudad Parque Bicentenario
(El Mercurio. 1/06/2009)
Señor Director:
Me refiero a cartas de la señora Adriana Delpiano y de Luis Eduardo Bresciani acerca de las dificultades con que se ha encontrado la ejecución del proyecto urbano Ciudad Parque Bicentenario.
La falta de debates técnicos en temas relacionados con los asuntos de interés público y también la ausencia de especialistas titulados en urbanismo transforman la construcción de la ciudad en un cúmulo de contradicciones. En primer lugar, estas contrariedades provienen del vulgar estilo de rellenos de viviendas con que se han ocupado los suelos vacantes disponibles, desconociendo las características estructurales de la ciudad, su funcionamiento y también los valores climáticos y ambientales propios del suelo, de ese suelo que se quiere ocupar.
El resultado no puede ser otro que la ocupación de las interesantes cuñas naturales que en otro tiempo penetraban el tejido de Santiago (Apoquindo, San Ramón, Peñalolén, Macul, Pajaritos, Cerrillos), mediante pobres viviendas, con pobres materiales, pobres arquitecturas y pobres urbanismos, obedeciendo más a razones económicas y sociales momentáneas que a las razones que imponen las restricciones naturales del suelo y a la calidad urbana y climática resultante que debiésemos obtener.
Como urbanista titulado, vecino de Cerrillos y sin ninguna voluntad opositora, yo quiero una mejor ciudad, tal como la quieren los personeros citados, pero discrepo de los estilos y de las estrategias utilizados para su consecución.
La comentada reconversión del aeropuerto se instala entremedio de graves problemas sociales y ambientales, sin llegar siquiera a identificarlos ni menos corregirlos, transformando la segregación, esa que declaran resolver, en el resultado final del proyecto urbano. Olvidan que esta segregación es un problema real que padecen, por ineficacia de las políticas públicas, muchas de nuestras “poblaciones”. Si existe interés ministerial en su resolución, es menester mejorar la oferta de calidad en donde se carece de ella, y no inventando un nuevo loteo instalado en una zona ya de por sí altamente segregada.
Si realmente existe voluntad de la autoridad en hacer algo que valga la pena, que tome la decisión de construir por sí misma la ciudad que queremos, con buenos equipamientos sociales, buenas arquitecturas y mejores viviendas, y no se siente a esperar el interés de los desarrolladores inmobiliarios, loteando los terrenos del aeropuerto a quienes, tal vez aduciendo la crisis económica y el alto número de viviendas sin vender, no tengan ningún interés en su desarrollo.
JONÁS FIGUEROA
Profesor Usach