¿Quién pagará por Transantiago?
Imagen original: lapiezacreativa.cl
No, no estamos hablando de búsqueda de responsabilidades. Este mes de Abril y contra todo lo que se viene anunciando desde hace un tiempo el déficit de operación de Transantiago aumentó un 6.4% con respecto al mismo mes del año 2008. En apariencia una alza menor, pero que se contradice con la baja en el precio de los combustibles y la “normalización” del sistema lo que induciría a pensar que el déficit tendería a la baja.
Desde hace un tiempo el Metro de Nueva York viene arrastrando una deuda similar: unos US$1.200 millones1, debiendo cerrar líneas, reducir horarios de funcionamiento, subir las tarifas en un 25% y otras medidas para evitar la quiebra y frenar el colapso financiero de un sistema que es responsable de 8.5 millones de viajes diarios.
Mientras tanto en Chile Transantiago, con sus 6.4 millones de “bips” diarios, acumula a Abril del 2009 un total de US$ 1.124 millones, una suma -por decir lo menos alarmante- considerando que inicialmente debió autofinanciarse y que a nadie parece importarle los 30.000 millones de pesos que se pierden… ¡cada mes!
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El caso del Metro de Nueva York esta viviendo momentos difíciles y no sólo debido a la crisis. La vida útil de los trenes está legando a su fin y es necesario reemplazarlos por carros más nuevos que requieran menos mantenimiento y eviten que el déficit operacional siga aumentando. Sin embargo los 1.200 millones de dólares de deuda que mantiene la MTA (Autoridad Metropolitana de Transporte por sus siglas en inglés) hacen inviable un plan de inversión acorde al tamaño del más grande sistema de transporte de Estados Unidos.
Las líneas Z y W dejarán de operar y el pasaje único de metro pasará de US$ 2 a US$ 2.5 en un aumento del 25% de las traifas. Se reducirán servicios nocturnos y se eliminarán recorridos de buses. Esto para evitar la quiebra y anticiparse a un posible rescate financiero por parte del gobierno.
Fuente: La Nación, en “Cortázar: Cada peso de Transantiago ha sido bien gastado“
Mientras tanto en Chile, Santiago para ser más precisos, el déficit operacional de Transantiago ya se equipara con su par del norte, pero a diferencia de norteamérica acá las alarmas están apagadas.
Con una situación totalmente diferente: precio de los combustibles por los suelos si se le compara con el que había al momento de echar andar al plan (y al cual se le culpó mucho tiempo de este déficit) y un sistema que se vanagloria de tener ya una mayoría de máquinas nuevas y pronta a renovarse completamente con la licitación del troncal 3; cuesta entender que el déficit siga aumentando.
Medidas para mejorar el servicio han existido y numerosas. Desde el momento que René Cortázar asumió se le encargo la tarea prioritaria de normalizar el servicio. Hoy se podría hablar de normalización, pero en un sentido diferente: ya es normal que 3 o 4 buses de un mismo recorrido se peguen unos a otros y luego haya que esperar 20 minutos por el próximo “trencito”, sólo por poner un ejemplo. Lo más grave que esta normalización se hizo a crédito de fondos que en algún momento dejarán de existir, no puede usarse el 2% constitucional para una catástrofe permanente, y nadie parece preveer que pasará cuando se corten los dineros a Transantiago.
¿Se suprimirán líneas de recorridos como en el caso del metro de New York? ¿Se elevará la tarifa en un 25% llegando a los 500 pesos o más? ¿Se estatizará -como señalan algunos candidatos
– negociando con las empresas su participación en el sistem?
Parece que tal como está sucediendo con el caso de Chaitén, el actual gobierno les “sacó el acelerador” y los deja de tarea para el próximo gobierno.
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