Parque Forestal
(El Mercurio. 11/06/2009)
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La Municipalidad de Santiago, con el apoyo de la Presidencia de la República, proyecta renovar el Parque Forestal para el Bicentenario. Esta iniciativa está en etapa de diseño y se contemplará en el sistema de inversiones del gobierno regional, para que destine a ese efecto mil 600 millones de pesos. Las obras comenzarían en septiembre, como parte de un plan urbanístico para revitalizar el barrio Lastarria y el cerro Santa Lucía, y, según el alcalde Zalaquett, persiguen una renovación urbana que atraiga capitales privados y fortalezca un “polo de atracción”.
La maqueta del proyecto muestra una trasformación de la calle José Miguel de la Barra, que se integraría a una explanada que serviría como lugar de encuentro ciudadano, frente al Museo de Bellas Artes; otra ampliación similar frente a la Fuente Alemana, y el diseño de ciclovías en la avenida Cardenal Caro.
Transformaciones de tal envergadura deben ser estudiadas con la máxima detención y -como en las capitales de países desarrollados- consultadas con la comunidad. No todos los cambios urbanísticos que ha sufrido nuestra capital han sido afortunados y bienvenidos, sea porque afectaron áreas verdes, el desplazamiento vehicular o peatonal, la densidad poblacional de algunas comunas o, simplemente, por su resultado estético. Esto último fue el caso de la remodelación de la Plaza de Armas de Santiago, hace 10 años, que aún motiva apreciaciones contrapuestas, por haber llevado a un sector arbóreo discutible, con incorporación de palmas; a otro vacío, en que el pavimento adquirió desmesurada fuerza, con uso de la piedra en áreas muy importantes, y varios traslados de monumentos, igualmente debatibles.
En el Parque Forestal, de 171 mil m{+2}, diseñado por Georges Dubois a principios del siglo pasado, un cambio de estructura repercute en uno de los ejes geográficos y culturales de mayor importancia urbana. Desde luego, no parece conveniente que se convierta en un sitio para concentraciones masivas, que alteran la vida del sector -sus habitantes ya protestan por los desórdenes, desaseo y bullicio durante los fines de semana- y atentan contra su estilo de “bosque jardín”. En la actualidad, el cuidado de los árboles no es prolijo y su renovación no ha sido suficiente, haciéndole perder su identidad botánica. Es la mayor concentración arbórea de la ribera urbana del Mapocho, y ése es el perfil que debe mantener. Restarle superficie para destinarla a encuentros ciudadanos vulnera su finalidad, que es entregar a la población un lugar de prados, jardines y arbolado para recreo y ornato.
Además, podría afectar al monumento donado por la colectividad francesa en 1910, así como la remodelación de la Plaza Baquedano (o Italia) llevó a una mala reubicación del donado entonces por la colectividad italiana, y, peor aún, a destruir su pedestal original, que perdió parte de sus piezas y fue malamente reemplazado por otro por entero fuera de estilo.
La preocupación por este parque debería comenzar por solu-cionar los problemas existentes y mejorar su cuidado.
Transformaciones de tal envergadura deben ser estudiadas con la máxima detención.