¿Qué hacer con EFE?
(El Mercurio .12/06/2009)
Editorial
Tras el costoso descalabro que significó el proyecto de desarrollo de EFE durante el gobierno anterior, el actual presidente del directorio tiene una nueva visión de esa empresa, que parece viable. Si lo fuere, se abriría la posibilidad de que Ferrocarriles del Estado no siga siendo un tonel sin fondo de recursos nacionales. En una muestra de loable realismo, la empresa ha discutido este plan en reuniones transversales, que incluyen a diversos sectores políticos y especialistas.
Una de las propuestas es su reestructuración organizacional, en parte ya llevada a cabo: se han separado las unidades operativas de pasajeros en sociedades anónimas, lo que permite transparentar las pérdidas y transferencias de recursos a las distintas divisiones. Si esto se asume con consecuencia, ayudaría a determinar qué líneas deben cerrarse, por no entregar beneficios sociales, y cuáles podrían concesionarse en el futuro. Se busca que, eventualmente, EFE sólo se dedique a la administración del tráfico y de las vías, cobrando un derecho a los usuarios de éstas.
Otra idea es reorientar ferrocarriles hacia la carga, opción correcta, dadas las características geográficas del país: aparte de Santiago, no existen grandes ciudades en el Valle Central, a cuyo respecto el ferrocarril pueda llegar a ser competitivo con los buses o el transporte aéreo. Una posible excepción es Chillán, que se encuentra a la distancia ideal para pasajeros en tren, pero adolece de baja demanda, lo que limita las frecuencias y, por tanto, la conveniencia del ferrocarril. El contraste con España, por ejemplo, es evidente: Barcelona y Madrid son ciudades con varios millones de personas con ingresos de país desarrollado, lo que asegura la demanda por transporte ferroviario; eso permite muchas frecuencias diarias de un tren rápido, con un tiempo de viaje razonable. Estas condiciones se darían eventualmente en Valparaíso, en cuyo caso se requeriría un costoso nuevo trazado.
El futuro ferroviario chileno debe buscarse en la carga, con los pasajeros sólo como negocio secundario. El transporte de grandes volúmenes, tales como concentrados de cobre, ácido sulfúrico, madera, carbón y otros similares, es mucho más eficiente mediante trenes que con camiones, como lo muestra el ejemplo de Estados Unidos, donde el 40 por ciento de la carga se desplaza por ferrocarril. Estos trenes, que no van a gran velocidad, requieren poco mantenimiento de las líneas, y eso reduce sus costos. Lo importante es tener muchos ramales a los centros de generación de carga, para estructurar un sistema eficiente y que genere recursos.
Esta propuesta concuerda con las opiniones de especialistas, pero el fracasado plan de transporte de pasajeros hasta Puerto Montt ha dejado a EFE con una deuda superior a los mil millones de dólares, cuyo servicio le impide ahora invertir para recuperar las vías. Además, los servicios de pasajeros siguen causando grandes pérdidas. EFE desea que la deuda se traspase al Estado, pero esto ya se hizo en 1991, y hoy no parece ser políticamente sostenible.
Si, no obstante, se forzara al Estado a asumirla una vez más, deberían exigirse a cambio condiciones severas y creíbles, que garanticen que el costo de este proceso no recaerá después, nuevamente, sobre todos los chilenos. Esto significa, entre otros, que los beneficios de los trabajadores se adecuen a la realidad de una empresa que ya no es esencial como en el pasado; que se eliminen los servicios no rentables o que el Estado no esté dispuesto a subsidiar en forma directa para alcanzar objetivos sociales, y que se concesionen los demás servicios de pasajeros.
Una real dedicación a la carga y la separación funcional de esta empresa podrían lograr hacerla viable, y constituirla, por fin, en un aporte al país.