Remodelación del Estadio Nacional
(El Mercurio. 10/07/2009)
Señor Director:
La relevancia que tiene el fútbol para la ciudadanía y los buenos resultados que este deporte ha obtenido últimamente -no sólo los de la selección, sino que también a nivel de los clubes profesionales- constituyen una muy buena oportunidad para mejorar mucha infraestructura deportiva, en especial nuestro Estadio Nacional.
Afortunadamente, así lo han entendido nuestras autoridades, quienes, con una muy buena cobertura de prensa, han anunciado la remodelación de las instalaciones de Ñuñoa, lo que a todas luces es una excelente idea, ya que las mismas son íconos de nuestra capital.
Sin embargo, no deja de llamar la atención la premura con que se desea realizar estos trabajos, pues los mismos son de gran envergadura y en algunas áreas de mucha especialización. Los anuncios de remodelación no han ido acompañado de información sobre si existirá un concurso de arquitectura que, por su relevancia urbana y económica, debiera necesariamente ser una exigencia. Tampoco se ha dado información a la comunidad sobre los profesionales o empresas que están trabajando en los proyectos de áreas tan sensibles como, por ejemplo, estructuras metálicas, diseño eléctrico, comunicaciones, audio, drenajes, estacionamientos, iluminación, marcadores electrónicos (tanto el principal como los anunciadores laterales a nivel de pista) o la adecuada pendientes de graderías para que cumplan con las normas FIFA.
La solución urbanística, arquitectónica y de especialidades que se adopte en este proyecto marcará a Santiago, a los vecinos del propio estadio y a todos sus usuarios, deportistas y espectadores.
El Estadio Nacional es un símbolo del país, por lo que si remodelarlo y modernizarlo es una idea digna de aplauso, realizar esos trabajos en forma apresurada, sin hacer participar a todos los profesionales nacionales o internacionales que puedan aportar en estas materias o realizar una ejecución deficiente simplemente por establecer como primera prioridad el que la inauguración se haga el 3 de marzo del año próximo, parece simplemente un sinsentido mayúsculo.
Si queremos hacer las cosas bien, un buen proyecto y eficiente en el uso de los recursos, se requiere desarrollarlo y ejecutarlo en un plazo razonable que permita, primero, terminar los proyectos de arquitectura y especialidades en todos sus detalles, y después, llamar a una licitación para la construcción y suministros que el mismo requiera. Todo esto necesita de un tiempo significativamente distinto al que han anunciado nuestras autoridades.
Lamentablemente, en nuestra historia reciente de obras de infraestructura hay muchos ejemplos de cómo buenas ideas terminan en fracaso, ya que las mismas se han anunciado o ejecutado con mucha premura para obtener dividendos o intereses de otras índoles. Ojalá no sea éste el caso de la remodelación del Estadio Nacional.
El Gobierno tiene desde ya el mérito de haber adoptado la decisión, correcta en mi opinión, de remodelar el Estadio Nacional. Si no son las actuales autoridades quienes alcancen a inaugurar dichas obras, en nada disminuye su aporte y contribución. Hacerlo mal, sin embargo, por el solo hecho de querer inaugurar dentro de un plazo a todas luces insuficiente para un adecuado desarrollo y ejecución de los proyectos es, en cambio, una falta imperdonable.
Juan Eduardo Errázuriz O.